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 Perino del Vaga

Pintor Florentino

Biografía de : "las vidas de los mas excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros tiempos", descritas por Giorgio Vasari, Edición Torrentina de 1550

 

Muy grande es el don de la virtud, que al no observar el tamaño ni la soberanía de los Estados o nobleza de sangre, y las más de las veces comprende y eleva de la tierra un espíritu pobre, mucho más que un bien pleno de riquezas.

El cielo quiere mostrarnos cuanto puede en nosotros el influjo de las estrellas y sus señales, compartiendo a tal más y cual a menos sus gracias. Quien las más de las veces es causa de que nosotros mismos al nacer seamos más furioso o tranquilos, más escasos o fuertes, más salvajes o domésticos, afortunados o desdichados y de mayor o menor virtud. Y si de esto aun duda, se desengañará al presente en la vida de Perin del Vaga, muy excelente pintor y muy listo. Nacido de padre pobre, y siendo un niño pequeño abandonado de sus padres, la virtud sola lo guió y lo controló. Él como su legítima madre, la reconoció siempre y a aquélla honró de continuo.

Observó el arte de la pintura con mucha dedicación en el estudio, que fue causa de hacer con el tiempo esos adornos tanto elogiados egregios y, que dieron nombre a Génova y al Príncipe Doria. Se puede seguramente creer que solo el cielo sea quien lleva a los hombres de aquélla insignificante bajeza en que nace, a la cumbre donde ninguno llega, cuando, con las obras y su trabajo, demuestra ser continuador de las ciencias y hacen gesto de aprender. Como quiso y siguió Perino en el arte del dibujo, quien se mostró excelente, con gracia y perfección en las figuras suyas. Y no solamente en los estucos se comparó con los antiguos, con todos los autores modernos, en lo que abarca toda clase de la pintura, con toda esta bondad que puede desearse del talento humano, de que quiere darse a conocer, en la dificultad de este arte, belleza, bondad y hermosura y gracia en los colores y en los otros ornamentos.

Pero pasemos más particularmente a sus orígenes. Estuvo en la ciudad de Florencia un Giovanni Buonaccorsi, que, en las guerras de Carlos VIII (sería Luis XIII) el Rey de Francia, como joven y hostil y liberal, en servicio con este príncipe gastó toda facultad suya en el dinero y en el juego, y al acabo se dejó la vida. Le nació un hijo, de nombre Piero, que siendo pequeño de dos meses, la madre murió de peste. Fue, con enorme miseria, amamantado de una cabra en una villa, hasta que al final el padre, estando en Bolonia, tomó una segunda mujer, de quien habían muerto de peste los hijos y el marido. Con la leche apestada, terminó de alimentar a Piero, llamado Perino por costumbre, como generalmente se acostumbra a llamar a los niños, y qué este nombre mantuvo luego. Fue llevado por el padre a Florencia y, al volver de nuevo a Francia, lo dejó con unos parientes, los cuales, o porque no tenían como, o porque no querían tenerlo y hacerlo enseñar algún oficio ingenioso, lo pusieron con el especiero de Pinadoro, a que aprendiera esto convenientemente. Pero como no le agrada este arte, se puso como ayudante de Andrea de Ceri, pintor, agradándole el aire y los modales de Perino y pareciéndole ver en él, talento y vivacidad que debería esperarse, para recoger debidamente con el tiempo.

Era Andrea no muy bueno pintor, al contrario ordinario, de éstos que tienen tienda abierta públicamente que debe trabajar cosas mecánicas.

Era habitual cada año para la fiesta de San Juan, pintar unos cirios para ofrendarlos, junto con otras cosas de la ciudad, y por esto se le llamaba Andrea de Ceri, y del nombre se le dijo a continuación Perino de Ceri.

Custodió Andrea a Perino algunos años, enseñándole los comienzos del arte lo mejor que sabía. Con el tiempo, a la edad de 11 años, lo puso con mejor maestro que él. Tenía Andrea estrecha familiaridad con Ridolfo, hijo de Domenico Ghirlandaio, que se tenía en la pintura por persona muy práctica y que valía, como se ven en las cosas suyas en Florencia, muchas obras en muchos lugares, públicos y privados. Andrea de Ceri mandó a Perino, para que estudiase dibujo y aprendiera este arte tanto como mostraba el talento, que tenía ciertamente muy grande, lo más que pudiera. Y continuando, entre muchos jóvenes que tenía en el taller que estudiaban al arte, en poco tiempo se puso delante con estudio y con solicitud. Estaba entre otros uno, que le espoleaba de continuo, se llamaba Toto del Nunziata, el cual con el tiempo entro entre los hermosos talentos, y partió de Florencia y, con algunos negociantes florentinos conducido a Inglaterra, donde hizo todas sus obras, y fue reconocido por el rey de esa provincia. Ese y Perino, competían al ejercitarse uno con el otro, y siguiendo el arte con sumo estudio, y no fue mucho tiempo que llegaron a excelentes. Y Perino, al dibujar en compañía de otros jóvenes, florentinos y forasteros el cartón de Miguel Ángel Buonarroti, alcanzó el primer grado entre todos estos, de manera que se creó expectación en torno de él, que a continuación resolvió con hermosas obras suyas, conducidas con tanto arte y excelencia.

Vino por este tiempo a Florencia, Vaga, pintor florentino, que trabajaba en Toscanella cosas grandes de Roma, al no ser un maestro excelente, y sobrándole el trabajo, tenía necesidad de un ayudante, como compañero y un joven quien le sirviese para los dibujos, que no tenía, y en las otras cosas del arte le ayudase. Se produjo que vió a Perino dibujar en el taller de Ridolfo junto con los otros jóvenes, a los que superaba por mucho. Pero mucho más satisfecho quedó de su porte y de sus modales, ya que Perino era un hermoso adolescente, muy cortés, modesto y agradable, y tenía todas las partes del cuerpo correspondiendo a la virtud del espíritu. Enamorado pues Vaga a de este joven, le pidió si quería ir con él a Roma, que no le faltaría su ayuda en los estudios, y que habría de procurarle todos los beneficios que le fuera posible.

Era mucho el deseo que tenía Perino de llegar a algún grado excelente en su profesión, cuando sintió el nombre de Roma, tanto quería ir, que le dijo que hablase con Andrea de Ceri, que no quería abandonarlo, que había estado ayudándole hasta entonces. Vaga, convenció a Ridolfo su maestro, y Andrea que lo mantenía.

Al final se llevó a Perino y el compañero a Toscanella. y comenzaron a trabajar, y al ayudarlos Perino, terminaron np solamente esta obra que Vaga había tomado, sino muchas también que tomaron a continuación. Pero Perino se quejaba de las promesas de llevarlo a Roma viendo que lo alargaba, buscando lo útil y y la conveniencia que extraía de ellos, y decidió irse solo. Esto fue la causa de que Vaga, dejado todas las obras, marchara a Roma. Dónde, por el amor que llevaba al arte, volvió de nuevo a la práctica del dibujo, y continuando muchas semanas, y cada día continuamente crecía su destreza. Volvió Vaga de nuevo a Toscanella, pero antes le dio a conocer muchos pintores a Perino, y lo recomendó a todos estos amigos que tenía, para que lo ayudaran en su ausencia. Y desde allí, se llamó siempre Perin del Vaga.

Permaneció en Roma, y vió las obras antiguas en esculturas y la admirable construcción de los edificios, una gran parte permaneciendo en ruinas, estaba admirado del valor de tantos claros y famosos que habían hecho estas obras. Y eso le encendía no obstante. el deseo de superarse en el arte, que de continuo intentaba estar cerca de aquéllos, para que las obras le diesen nombre y riqueza, como lo habían logrado los que le asombraba viendo sus hermosas obras.

Y mientras, consideraba la grandeza y la infinita bajeza y pobreza suya, y la envidia que tenía de alcanzarlos, que lo mantenía en la vida, siendo conveniente, que quisiera vivir, y trabajar en las obras en los talleres, un día con un pintor y otro día con otro, a la manera que lo hacen los braceros por días. Y supo que era inconveniente para el estudio esta manera de vida, resultándole doloroso pero otorgando por la pasión de recoger, rápidamente, con el espíritu y la voluntad y la necesidad suya le prometían.

Hizo compromiso de dividirse el tiempo, la mitad de la semana trabajando por días y el resto dedicarse al dibujo. Añadió a esto todos los días de fiesta, junto con una una gran parte de las noches, y volando el tiempo al tiempo, para convertirse en famoso y huir de las manos de los demás en cuanto le fuera posible.

Puesto en práctica en este pensamiento, comenzó a dibujar en la capilla de Papa Julio, cuya bóveda pintó Miguel Ángel Buonarroti, siguiendo los pasos y la manera de Raffael de Urbino. Y mientras trabajaba las cosas antiguas de mármol, y bajo tierra en las grutas por la novedad de los grutescos, se enteró de las formas de trabajar de estuco, y mendigo del pan con gran pena, soportó toda miseria para sobresalir en esta profesión. No corrió mucho tiempo, que entre los que dibujaban en Roma, no había mejor dibujante ni lo hacían más bello entre los que lo fueran, comprendiendo los músculos y la dificultad del arte del desnudo, mucho mejor que otros, artistas entre los mejores.

Esto fue causa que, no solamente entre los hombres de la profesión, sino también entre muchos señores y los expertos, y prelados era conocido, y máxime de Giulio Romano y Giovan Francesco llamado el Factor, discípulos de Raffaello de Urbino, que lo elogiaron ante el maestro también mucho, e hizo por quererlo conocer y ver los dichos dibujos. Los cuales le gustaron, y su manera de hacer y sus modales y el espíritu y su forma de vida, y juzgó, entre cuantos había conocido, que debería venir en gran perfección en este arte. Habían sido ya construidas por Raffaello de Urbino las logias papales que León X le había pedido, una vez terminados los muros, pidió a Raffaello que lo trabajase de estuco y pintase y ornase como mejor le parecíera.

Raffaello hizo jefe de esta obra, para los estucos y para los grutescos, a Giovanni de Udine muy raro en estos, pero más en los animales y frutos y otras cosas minúsculas; y aun que había elegido Roma y había hecho venir de fuera muchos maestros, había recogido a una compañía de personas que valían más en general, y cada uno en lo suyo trabajando, el estuco, los grutescos, los follajes, otros los festones y en historias, y a otros los ponían a trabajar el oro; y mientras avanzaban, iban mejorando, y logrando mejores salarios. Donde, compitiendo en esta obra, llegaron a la perfección muchos jóvenes, y fueron luego tenidos por muy excelentes en sus obras.

En esta compañía entregó Raffaello, Perino, a Giovanni de Udine, para con otros trabajar los grutescos y las historias, y, en segundo lugar para lo que pudiera considerar Giovanni de emplearlo. Trabajó Perino en competencia demostrando su capacidad, y a los pocos meses, entre todos los que trabajaban, se le tenía como el primero en dibujo y coloreando, el mejor, el más noble y metódico, y que con más gracia y hermosa manera llevaba las cosas del grutesco y figuras, como se ven y dan fe los grutescos y los festones y las historias de su mano, que además de superar a los otros, sus proyectos y bocetos, los hacía de Raffaello, siendo los mejores los suyos con mucho estudio, como en medio de los arcos está cuando los judíos pasan el Jordán con el arca, y derriban los muros de Jericó, aquéllas arruina, y las otras historia que siguen después de, como cuando, el combate de Josué con los Amorreos, y detiene el sol, y en muchas otras que no conviene por ser muchos nombrarlos, y no son mejores.

Hizo aún donde se entra en la galería, el nuevo Testamento, que es muy hermoso, bajo las ventanas están las mejores historias coloreadas de color de bronce, en toda esta obra. Estas cosas asombran a cada uno que las ve, ya por las pinturas o por los muchos estucos que trabajó de su mano. El color el suyo es muchos más bello y mejor terminado que todos los otros. Este trabajo fue causa de que tomara tanto renombre por el elogio, que no se decía entra cosa entre los autores, por lo raro que tenía de la naturaleza. Pero estos elogios fueron causa de que no durmiese, porque su virtud con el elogio lo creció, y acrecentó el estudio en el arte, tomando mucho más vigor, con la determinación de ver en breve los frutos y estos honores, que veía él todo día en Raffaello de Urbino y en Miguel Ángel Buonarroti. Y tanto más lo hacía de buen grado, cuando lo empleaba Giovanni de Udine y Raffaello que veía que era tenido en cuenta en las cosas importantes. Siempre tenía sumisión y obediencia muy grande hacia Raffaello, de manera, que Raffaello lo trataba realmente como un hijo.

Se hizo en este tiempo, por orden del Papa León, la bóveda de la sala de Pontífices, que es por donde se entra a las salas del Papa Alejandro VI ya pintada del Pinturicchio, cuya bóveda fue pintada de Giovan de Udine y Perino (no #, #). Y en compañía hicieron y los estucos y todo los ornamentos y grutescos y animales que se ven, y otras bonitas y distintas invenciones que hicieron en los compartimiento, dividiendo en partes redondas y ovaladas para los siete planetas del cielo, empujados de sus animales, de como Júpiter y las águilas, Venus por las palomas, la Luna por las mujeres, Marte por los lobos, Mercurio por el gallo, El sol por los caballos y Saturno por las serpientes, y las doce señales del Zodiaco y algunas figuras de las 72 imágenes del cielo, como la Osa principal, la Canícula y muchas y otras que por el tamaño no he incluido hechas por su mano. En el centro de la bóveda hay cuatro figuras fingidas como victorias, que sujetan el Reino de los papas y las llaves, que los acompañan de abajo a arriba, trabajadas con maestría del arte y mucho bien acordadas. No olvidemos la gracia que empleó en las prendas de vestir, velando los desnudos con algunos paños sutiles que van descubriendo las piernas y los brazos, ciertamente con muy graciosa belleza. Este trabajo se consideró, y hoy aún se tiene, por muy honrado, rico, alegre, vago, y digno para este pontífice, el cual no faltó de reconocer sus dignos trabajos, ciertamente con muy grande remuneración.

Hizo Perino una fachada de claroscuro, que se puso entonces de moda gracias a Pulidoro y Maturino. la fachada está frente a la casa de la Marquesa de Massa, cerca de Maestro Pasquino, conducida muy vigorosamente de dibujo y de fuerza, que le dio mucho honor.

Se produjo que el año 1515 (detecta el error y lo da en la fe de erratas, 1520), el tercer año de su pontificado, el Papa León vino a Florencia, y, como en esta ciudad hicieron mucho triunfos, Perino, por ver la pompa de esta ciudad y por regresar a la patria, se llegó a la corte; e hizo en un arco triunfal en Santa Trinita, con una gran figura de siete brazas, muy hermosa, e hizo otra en disputa Toto del Nunziata, que ya competía con él desde pequeños. Le pareció que habían pasado mil años, a su vuelta de Roma, juzgando mucha diferencia en las maneras y las modas de los autores de estos que en Roma se empleaban.

Y reanudando los trabajos suyos habituales, hizo en San Eustaquio de la Dogana a un San Pedro al fresco (perdido), una figura que tiene un relieve muy grande, hecho con un simple movimiento de pliegues, pero con mucho dibujo y juicio trabajado.

Estaba por este tiempo el Arzobispo de Cipri en Roma, persona a quien le gusta la virtud, pero particularmente de la pintura, y al tener una casa cerca de la Chiavica, en la cual tenía un jardín con algunas estatuas y demás antigüedades ciertamente honorables y hermosas, y al desear acompañarlos con algún adorno honrado, hizo llamar a Perino, que era muy amigo, y juntos discutieron que es debía hacer en torno a las paredes de este jardín con muchas historias de bacantes, sátiros y faunos y cosas salvajes, haciendo alusión a una estatua de un Baco, que tenía antigua, sentado junto a un tigre. Y adornó este lugar con diferentes poesías, y le hizo hacer una pequeña galería con distintas figuras, y grutescos y muchos cuadros de paisajes, hechos de Perino y coloreados con una gracia y un diligencia muy grande Este trabajo se tuvo continuamente por los autores por muy loado; y fue causa darlo a conocer a los Fucheri comerciantes de los Tedescos (banqueros de Carlos V), los cuales, al ver la obra de Perino y habiéndoles gustado, porque habían construido cerca de Banchi una casa, por donde se va a la iglesia de los florentinos, le pidieron hacer un patio y una galería con muchas y dignas figuras. Todas de elogio como las otras cosas de su mano, en las cuales se ve una muy bonita manera y una gracia muy suelta.

Había hecho construir en este tiempo, Messer Marchionne Baldassini, una casa muy de acuerdo de Antonio de San Gallo (#), cerca de San Agustín, y deseando que una sala se pintase toda, examinando a muchos jóvenes que trabajaran bonito y bien hecho, decidió dársela a Perino, con el cual, se acordó el precio, y puestos a trabajar; con todo su espíritu, tan afortunadamente la condujo al fresco. En la cuál hay unos compartimentos entre pilares, con nichos grandes y pequeño. En los grandes hay distintas suertes de filósofos, dos por nicho, y en algún uno sólo, y en los pequeños hay putti desnudos y parte arropados de velos, con cabezas de hembras de mármol sobre los pequeños nichos, Y sobre el marco que hace el final de los pilares, siguen otros, como el primer grupo, con historias y figuras no muy grandes, sobre los hechos de los Romanos, comenzando en Rómulo hasta Numa Pompilio (quedan 2 porciones extraídos a estacatto en uffizi #,#). Tiene distintos ornamentos de falso mármol, y sobre el camino de piedras muy bonito, una Paz la cual quema armas y trofeos, que parecen reales. Esta obra se tuvo en cuenta, mientras que vivió Messer Marchionne, y a continuación de todos los que impulsan la pintura, y otros que no están en la profesión, que la alaban extraordinariamente.

Hizo en el monasterio de las monjas de Santa Ana una capilla al fresco con muchas figuras, trabajada con su habitual diligencia. Y en San Esteban del Cacco, pintó al fresco un altar, para una noble dama romana, una Piedad con un Cristo muerto en brazos de la virgen (#), y retrató de natural a esta gentil señora que parecía viva. Este trabajo se llevó con gran destreza y es muy hermoso.

Tenía en este tiempo Antonio de San Gallo hecho en Roma, en sobre una esquina de una casa , que llaman la imagen del Puente, un tabernáculo muy adornado de travertino y muy honorable. Y se le quiso poner algo de pintura con algo bello (#); El dueño de esta casa le encargó a Antonio que pusiera una honrosa pintura. Antonio, que conocía a Perino y que entre los jóvenes había, era el mejor, se lo encargó. Y, puesto al trabajo, les hizo a Cristo cuando corona a la virgen, y en el campo hizo un esplendor con un coro de serafines y los ángeles que tienen tejidos sutiles que extienden flores, y unos putti muy bonitos, y, en en las dos caras del tabernáculo hizo en una a San Sebastián y en la otra a San Antonio, trabajo ciertamente bien hecho y similar a otros suyos, que siempre fue vago y gracioso.

Había terminado en la Minerva, una capilla de mármol sobre cuatro columnas; y como lo que deseaba era dejar una memoria en una tabla, aún que no fuera muy grande, sintiendo el renombre de Perino, convino y se la hizo trabajar al óleo. Y en aquélla eligió a Cristo descendido de la cruz; que Perino, con estudio y trabajo, se dispuso. Dónde lo figuró depositado ya en tierra, y juntas las Marías alrededor que lo lloran, fingiendo dolor, compasión y afecto en las aptitudes y gestos de ellas. También allí está Nicodemo, y otras figuras admiradas, muy afligidas en ver la inocencia de Cristo muerto. Pero lo que hizo divinamente fue los ladrones, sobre la cruz. Que aparte de parecerlo están muertos y verdaderos, muy bien estudiados los músculos y nervios, al tener ocasión de hacerlo, al representar a los ojos de quien los ve, los miembros con esa muerte violenta tensados los nervios y los músculos por los clavos y las cuerdas. También hay un paisaje en tinieblas, imitado con mucha discreción y mucho arte. Y si esta obra no hubiera padecido la inundación que vino a Roma el año 15**(30) que lo cubrió hasta la mitad, el agua ablandó el yeso e hizo hincharse la madera, y todo cuánto se mojó se levantó de manera que allí se goza poco, que da compasión, disgusto y gran pena, como cosa preciosa que tenía Roma (queda un dibujo en el british # , y, al parecer hay dos trozos del original en Hampton Court).

Se hacía en este tiempo a las órdenes de Iacopo Sansovino la restauración de la iglesia de San Marcello de Roma, convento de monjes servias, construcción que hoy continua sin terminar. Y terminando los muros de algunas capillas y enyesados, ordenaron los monjes que Perino les hiciese una decoración con la virgen, de quien es devota esta iglesia, dos figuras en dos nichos que la dejasen en medio: una fue San José y el otro San Felipe, monje servita y fundador de esta orden. Y sobre aquéllos hizo algunos putti llevados por él perfectamente, y puso en medio de la pared, uno erguido que sotiene sobre los hombros el final de dos festones que van hacia las esquinas de la capilla, donde otros dos putti que resisten sentados sobre aquéllos, haciendo con las piernas aptitudes muy bonitas. Y lo trabajó con tanto arte, con tanto de gracia, y con tan bonita manera, dando en el color un color de carne fresca y tierna, que se puede decir que fuera carne verdadera, más que pintada. De las más bonitas cosas que al fresco nunca un autor hizo; la causa está en que viven al observarlas, en la aptitud se mueven, y te señala con la boca querer decir alguna palabra, y que el arte supera a la naturaleza, y al contrario aquella confiesa no poder hacer más de eso. Era este trabajo tan hermoso para los entendidos del arte que recibió un gran nombre, aunque había hecho muchas obras y ya se sabía del gran talento suyo en este oficio; se le tuvo mucho más en cuenta y se le apreció, mucho más que antes.

Y por esta causa Lorenzo Pucci cardenal Santi IV, que tenía en la Trinitá, una capilla a mano izquierda al lado de la capilla principal, en el convento de los monjes Calabreses y Franceses, que llevan la prenda de vestir de San Francisco de Paula, pidió a Perino, que pintara al fresco la vida de la virgen. Comenzando, terminó toda la bóveda y una fachada bajo un arco; y cosas fuera de aquélla, sobre un arco de la capilla, donde hizo a dos grandes profetas de cuatro brazos y medio, donde figuran Isaías y Daniel (#), los cuales en el tamaño, muestran este arte y bondad del dibujo y la hermosura del color, que puede perfectamente mostrar una pintura hecha de gran autor. Como abiertamente verá y considerará en Isaías que, mientras lee, se conoce la melancolía que viene con el estudio y el deseo en la novedad de la lectura, porque tiene clavada la mirada en un libro, con una mano en la cabeza tiene el gesto del hombre cuando estudia. Del mismo modo el Daniel inmóvil eleva la cabeza en contemplación celestial, para resolver las dudas a su pueblo. Están en medio de éstos, dos putti que tienen las armas del cardenal, con hermoso estilo de escudo, los cuales, además de pintarlos que parecen de carne, muestran aún ser de relieve. Bajo la bóveda hay cuatro historias, que dividen el crucero, esto es los bordes de las aristas. En la primera está la Concepción de la virgen, en la segunda está la Natividad (#); en la tercera está cuando la escalera del templo, y la cuarta es cuando se casa con San José (#). En una cara, donde el arco sujeta la bóveda está la Visitación (#), donde hay muchas bonitas figuras, y máxime algunas que están subidas en algunos basamentos, para ver mejor la ceremonia de estas mujeres, con un diligencia muy natural, también los edificios y las otras figuras tienen orden y belleza en cada movimiento. No siguió más ya que enfermó; Y luego de curado comenzó, el año 1523 la peste, que fue tan fuerte en Roma, que a Perino, le convino para salvar la vida salirse de Roma.

Estaba por este tiempo en dicha ciudad Piloto (Giovanni di Baldasarre), orfebre muy a migo y muy íntimo de Perino, que tenía voluntad irse; y desayunando una mañana juntos, convenció a Perino de alejarse e ir a Florencia, sabiendo que hacía muchos años que él no hacía, y que sería así un enorme honor el suyo hacerse conocer, y dejar en aquélla alguna señal de su excelencia. Y aun que Andrea de Ceri y la mujer que lo había educado estuvieran muertos, porque nació en este país, aún que ya no tuviera nada. No le costó mucho persuadirle a Piloto, y una mañana pusieron camino a Florencia. Y Llegando a aquélla, tuvo mucho agrado en revisar las cosas viejas pintadas de los últimos maestros que ya había estudiado en su edad, y cosas aún de estos maestros que vivían entonces los más celebrados y tenidos por mejores en esta ciudad. Entonces sus amigos le consiguieron una obra al fresco, a la cual diremos más adelante. Se produjo que, encontrándose un día para hacer el honor muchos autores, pintores, escultores, arquitectos, orfebres y tallistas de mármoles y de madera, que según la costumbre antigua se habían reunido, para ver acompañar a Perino y oír que decía, y para saber de la diferencia que hubiera entre los autores de Roma y estos de Florencia en la práctica, v habían ido para oír tanto los errores como los elogios cuyo hábito tienen de decir a menudo los autores unos de otros, y razonando juntos de una cosa en otra, llegaron, observando las obras viejas y modernas en las iglesias y llegaron a la del Carmine, para ver la capilla de Masaccio, en distintos razonamientos elogió a este maestro, y que había tenido tanto el de juicio en este tiempo, que no viendo otras obras que de Giotto, había trabajado con una manera tan moderna en dibujo, en la invención y en el color, y que había tenido la fuerza de mostrarlo, y en la facilidad de esta manera, con la dificultad de este arte. También en el relieve y en la resolución y en la práctica no había ninguno de estos que lo hubiera superado.

Le satisfizo mucho este razonamiento a Perino, y respondió a todos estos autores que eso decían, estas palabras: "Yo no niego que lo dicho no sea cierto, y mucho más, pero que en esta manera no hay quien se le pueda comparar me negaré siempre. Al contrario diré, si se puede decir, con el apoyo de muchos, no por desprecio, sino en verdad, que muchos conozco más resueltos y con más gracia; y en las cosas más vivas en pintura que éstas, y mucho más bellas. Y me pesa, yo que no soy el primero del arte, que no hay lugar aquí cerca en el que yo pueda hacerles una figura; que antes de irme de Florencia, haría a una prueba, al lado de una de las del fresco mismo, para que vean que entre los modernos si hay al menos una persona moderna que se le pueda comparar".

Estaba entre estos un maestro tenido el primero en Florencia en la pintura, y como curioso de ver las obras de Perino, y tirar abajo su atrevimiento, puso delante sus pensamientos, de ésta manera: "si bien aquí está lleno - dijo - como estáis interesado en esa imaginación, que es ciertamente buena y de alabar, hay aquí en frente dónde san Pablo de su mano, tan buena y hermosa figura que estas de esta capilla, donde fácilmente podrán mostrarnos lo dicho por usted, haciendo otro apóstol al lado, de este San Pedro de Massolino o al lado del San Pablo de Masaccio".

Estaba el San Pedro más cercano de la ventana con más espacio y mejor, y además de esto no era tan bonita figura como el San Pablo. Estos animaban a Perino a hacerle, y rogaban que les dejara ver esta manera de Roma, esta que muchos decían que sería causa de levantarles a ellos su imaginación, retenida en el cerebro tantas decenas de años, y que estando mejor, todos correrían a las cosas modernas.

Perino quedó, convencido de este maestro, que le dijo que no debía faltar, para lección y el placer de los buenos talentos, que solo necesitaría dos semanas de tiempo para llevar al fresco una figura, y que ellos guardarían por los años alabando su trabajo. Y aunque decía esas cosas, era de espíritu contrario, persuadiéndose de que no podía hacerse mejor que aquellos autores, que tenían el grado de más excelentes.

Aceptó Perino hacer esta prueba, y se llamó de concordia a Micer Giovanni da Pisa prior del convento, al que pidieron el lugar para hacer tal obra, que con gracia y amabilidad la concedió; y tomadas las medidas, con la altura y la anchuras, se fue.

Hizo Perino un cartón de un apóstol con la persona de San Andrés que terminó diligentemente. Y ya estaba Perino resuelto a querer pintarlo, y pidió hacer la armadura para comenzarlo. Pero antes a su llegada muchos amigos suyos, que habían visto en Roma muy excelentes obras el suyas, le tenían encargada esta obra al fresco, que digo, procurando él como los otros dejad en Florencia alguna memoria de su mano para mostrar la belleza y la vivacidad del talento que tenía en la pintura, acción para que fuera conocido, para que quien gobernara entonces, le diera algún trabajo de importancia.

Estaban en Camaldoli de Florencia entonces, artifices que se reunían en una Compañía, llamada de los Mártires, que había tenido el deseo más veces, de hacer pintar una fachada, y dentro la historia de los mártires cuando se los condena a muerte delante de los dos emperadores romanos quienes, después de la batalla y captura, los hacen crucificar en el bosque y los cuelgan de los árboles.

Se puso a trabajar Perino, y aún que el lugar fuera oscuro y el pequeño el precio, fue tanto el poder de la imaginación de la historia y la fachada que era muy grande, que él se dispuso a hacerla. Le reconfortaba mucho sus amigos, esperado que esta obra lo pondría en la consideración que merecía su virtud entre los ciudadanos que no le conocían, y entre los autores en Florencia, que no se conocía si no por renombre. Quién deliberó pues trabajar, tomando cuidado, e hizo un dibujo pequeño (al parecer en la colección Loeser en Florencia), que fue tenido como cosa divina, y trabajando en un gran cartón cuanto la obra (Hay una copia del cartón del propio Vasari #), que lo llevó (respetando el dibujo original) en todas las figuras principales que terminó casi enteramente. Y por esto el apóstol se quedó atrasado, sin continuarlo. Perino había dibujado este cartón sobre papel blanco, sombreado y resumido, dejando las luces del papel, llevado mucha diligencia. Donde había dos emperadores en el tribunal que sentenciaban a la cruz a todos los prisioneros, los cuales se dirigían al tribunal, unos de rodillas, otros erguidos y los demás inclinados, todos desnudos y atados de diversas maneras, en distintas aptitudes, retorcidos en actos de piedad conociéndose temblar los miembros, porque perdían al alma en la pasión y el tormento los crucificados. Se veía en aquellos rostros la constancia de la fe en los más viejos, y el temor de la muerte en los más jóvenes, en otros el dolor de las torturas al apretarles las ligaduras, en el torso y los brazos. Se veían hinchados los músculos, y hasta el sudor frío de la muerte, todo señalado en este dibujo. También se veían soldados que les guiaban con una fuerza terrible, impíos y crueles al llevarlos al tribunal para su sentencia y en guiarlos a las cruces. Llevaban los emperadores y soldados, corazas a la antigua y confecciones muy adornadas y bizarras. El calzado, las caligas, las celadas, los tarjas y otras armaduras hechos con todos esos hermosos adornos que más se pueda llegar a parecer a lo antiguo, dibujadas con gran artificio y final, que puede llegar a hacerse extremando el arte.

Cuando el cartón, se vió por los autores y por otras personas que saben de los talentos, juzgaron no haber visto ni por belleza ni por bondad en dibujo, luego del que Miguel Ángel Buonarroti hizo en Florencia, para la sala del Consejo. Donde adquirió Perino tal renombre que más no podía adquirir en el arte, mientras que iba terminando el cartón, para pasar tiempo, se puso a moler colores al óleo, para hacer a Piloto el orfebre, su muy amigo, un cuadro pequeño, donde hizo más de medio con la virgen .

Ya hacía muchos años que conocía a Ser Raffaello de Sandro, un sacerdote cojo, capellán de San Lorenzo, que apreciaba a los autores de dibujos; y convenció a Perino para que se en su compañía, al no tener nadie que le cocinase, ni en casa, estando todo el tiempo hoy con un amigo y mañana con otro. Perino estuvo con él muchas semanas. Y se produjo que la peste comenzó a descubrirse en algunos lugares en Florencia, y teniendo Perino miedo de infectarse, deliberó irse de esta ciudad, y queriendo satisfacer a Ser Raffaello por tantos dias que había habido comido allí, porque nunca Ser Raffaello quiso tomarle nada; al contrario le dijo: "Me basta con un garabato en un papel de tu mano". Por lo que, Perino, tomó alrededor de cuatro brazos de tela grande, y la hizo poner en la pared que estaba entre dos entradas de la habitación, y le hizo una historia de color de bronce, en un día y en una noche.

Ésto servía como respaldo, dentro hizo la historia de Moisés cuando pasa el Mar Rojo, y cuando sumerge al Faraón, con sus caballos y sus carros (#). Dónde Perino hizo aptitudes muy bonitas de figuras, que nadan armados y desnudos, otros agarrados al cuello de los caballos, mojadas las barbas y el pelo, nadan y gritando por el miedo a la muerte, buscando lo más que pueden con que escapar y alargar la vida. En la otra parte del mar, está Moisés, Aron y los otros Hebreos, varones y hembras, que agradecen a dios. Hay un número de jarros que parecen que fueron expoliados de Egipto, con muy hermoso garbo y distintas formas en las hembras y peinados. Terminada, la cedió con ternura a Ser Raffaello, y le fue valiosa, cuánto si le hubiesen adjudicado el priorato de San Lorenzo. Fue muy elogiada esta tela, y después de muerto Ser Raffaello la heredó su hermano, Domenico de Sandro, tocinero. Dejó Florencia Perino, abandonando la obra de los Mártires, disgustado en gran parte, y determinado si hubiera en otro lugar que en Camaldoli, él la hubiera terminado; pero considerado que los oficiales del sanidad habían tomado por la peste el mismo convento de Camaldoli, quiso más salvarse, que dejar renombre en Florencia, en lo suficiente había mostrado cuánto valía en dibujo. Dejó el cartón y demás cosas suyas a su amigo, Giovanni di Goro, orfebre, que murió en la peste; y después llegó a continuación a las manos de Piloto, que lo tuvo muchos años en su casa abierto, mostrándolo de buen grado a cada persona de talento, que se tenía por cosa muy rara. Después de la muerte de Piloto no se donde.

Escapó de la peste durante muchos meses Perino por muchos lugares, no perdiendo nunca el tiempo, que de continuo dibujaba y estudiaba cosas del arte. Pero cesando la peste se volvió a Roma, y esperando realizó pequeñas cosas, las cuales no narraré.

En el año 1523 nombraron papa a Papa Clemente VII, que fue un enorme alivio en el arte de la pintura y la escultura, que estuvo por los suelos con Adriano mientras vivió, tenidas muy bajo, que no se había trabajado para él nada, pero no divirtiéndose, al contrario más parecía tener odio, y causo que ningún otro le gustase, o gastase, y no se encargaba a ningún autor. Perino entonces hizo muchas cosas hermosas con el nombramiento del nuevo Pontífice. Quedaron a la cabeza del arte, en vez que Raffaello de Urbino había muerto, Giulio Romano y Giovan Francesco llamado el Factor, que repartían los trabajos de parecida manera a antes. Por lo que Perino, que había trabajado un escudo con las armas del papa al fresco con el cartón de Giulio Romano sobre la puerta del cardenal Ceserino, y lo llevó tanto egregio, que dudaron de él, porque, aún que no tenía el nombre de discípulo de Raffaello y y heredado sus cosas, no tenían heredado enteramente el arte y la gracia que con los colores daba a sus figuras. Giulio y Gian Francesco querían retener a Perino, y en el año Santo del jubileo 1525, dieron a Caterina, la hermana de Gianfrancesco, a Perino por mujer, para que aquélla entera amistad, que tanto tiempo habían tenido, quedase convertida en parentesco.

Siguiendo en las obras que hacía de continuo, no pasó demasiado tiempo que, por el elogio en la primera obra hecha en San Marcello, deliberó el prior de este convento y algunos jefes de la Compañía del crucifijo, que tenían una capilla construida por sus hombres para reunirse, que se debía pintar; y le encargaron esta obra a Perino (#), con la esperanza de tener algo sobresaliente de él. Perino, hechos los puentes, comenzó la obra, e hizo en medio de la bóveda, la historia cuando Dios, hizo de la costilla de Adán, su mujer, Eva. Se ve a Adán desnudo, muy hermoso y artificioso rendido en el sueño, mientras que eva está muy viva, con las manos juntas pone los pies y recibe la bendición de su hacedor, cuya figura se hace muy rica y grave, en majestad, erguido, con muchas telas alrededor, que van envolviendo los bordes desnudo; hizo de una banda a mano derecha dos Evangelistas, terminando todo el San Marcos, y el San Juan, excepto la cabeza y un brazo desnudo. hizo en medio entre uno y otro, dos putti que abrazan para adorno el candelabro, que realmente parecen de carne muy vivos, y del mismo modo los Evangelistas muy bonitos, en cabezas y en tejidos y brazos y todo lo hizo de su mano. Mientras trabaja, tuvo muchos impedimentos, e infortunios, que le acompañaban en el día a día según se vive. También dicen que faltó el dinero a los de la compañía; y tan larga fue la espera que llegó el año 1527 y vino la ruina de Roma, en la que esta ciudad se saqueó, y apagó a muchos autores y destruyeron y robaron muchas obras. Perino, encontrándose en tal circunstancia, y teniendo mujer y un niña , tomando a su hija al cuello corrió por toda Roma de lugar en lugar, pero fue apresado, donde le pidieron tal rescate que por su desventura, casi se vuelve loco. Pasada la furia del saqueo, era tal el miedo que tenía aún, que las cosas del arte se habían alejado de él, pero hizo sin embargo para algunos soldados españoles, telas a la aguada, y otras imaginaciones. Mientras se volvió al orden, vivió mal como otros

Estaba allí también Baviera (Baviero da Carocci da Parma), que tenía los grabados de Raffaello, que no había perdido mucho, y por la amistad que tenía con Perino, para mantenerlo, le encargó dibujar una parte de las historias de cuando los dioses se transforman para alcanzar el fin de sus amores. Los cuales se tallaron en cobre por Iacopo Caraglio (Quedan 2 sanguinas originales # , #, . En edic. Giuntina vida de MarcoAntonio, sucede antes del saqueo de Roma) excelente tallista de prensas. Y en verdad en estos proyectos los llevó muy bien, conservando el perfilado de la manera de Perino, grabándolo de manera muy fácil, que pretendió aún darle esta gracia y hermosura que había dado Perino a sus proyectos.

Mientras que las ruinas del saqueo habían destruido Roma y habían obligado a irse de allí a los habitantes y al papa mismo, que marchó a Orvieto. Allí no habiendo nada que hacer, llegó a Roma Niccola Veneziano, raro y único maestro de bordados, al servicio del Príncipe Doria, y quien por vieja amistad con Perino y porque siempre favoreció y amó bien a los hombres del arte, convenció a Perino para salir de esta miseria y lo aconsejó irse a Génova. Prometiéndole que él lograría que trabajara con este príncipe, quien le tenían muchas veces razonado que quería tener un apartamento de habitaciones con muy hermosos adornos. No fue necesario convencer mucho a Perino, que, con la necesidad oprimiéndole y ansioso de salir de Roma, deliberó irse con Niccola.

Y dejando a su mujer e hija bien acompañada de sus padres en Roma, arreglado todo ello, se fue a Génova. Dónde llegado, y por medio de Niccola fue conocido de este príncipe. Le alegró mucho a Su Excelencia su venida, y queriendo saber de su vida en una recepción como nunca hubiera tenido. Hechas pues la recepción con gentilezas infinitas, y después de muchos razonamientos y discursos, al final razonaron de comenzar el trabajo, y decidieron que debía hacer un palacio adornado de estuco y pinturas al fresco, y al óleo y de toda suerte. Me podré a intentar describir brevemente las habitaciones y las pinturas y el orden que tenían, dejando por dónde comenzó Perino, para no confundir con palabras esta obra, que de todo lo suyo fue lo mejor.

Digo aun que la entrada del palacio del príncipe es una puerta de mármol, de composición y orden dórico. Perino hizo los dibujos y los modelos, con sus pertenencias de pedestales, basas, capiteles, arquitrabes, frisos, cornisas y el frontispicio, con algunas hermosas mujeres sentadas que resisten un escudo de armas. Trabajó tallando los marcos el maestro Giovanni de Fiesole (Giovanni di Sandro de Rossi), y las figuras fueron terminadas a la perfección por Silvio (Silvio Cosino), escultor de Fiesole, fiero y rápido maestro. Al entrar por la puerta está, sobre el recibidor, hay una bóveda con historias distintas y grutescos, con sus arcos, en los que hay escuderos, que combaten a pie, y a caballo, y distintas batallas trabajadas con diligencia y arte ciertamente muy grande. Se encuentran la escalera a mano izquierda, que no pueden tener más hermoso y ricos adornos con grutescos a la antigua, con distintas historias y pequeñas figuras, máscaras, putti, animales y otras imaginaciones, hechos con esa invención y juicio que tenía con las cosas suyas, que en esta clase realmente pueden llamarse divinas. Subiendo la escalera, se llega a una hermosa galería, la cual tiene en los extremos, en cada uno, una puerta de piedra muy bonita, sobre el frontispicio de cada una, se pintaron dos figuras, un varón y una hembra, dándose la espalda frente al otro y por la aptitud, mostrando una de enfrente, el otro la espalda. La bóveda con cinco arcos (#,#), trabajada de estuco de manera soberbia, con cosas separadas de pinturas con algunos ovario, y dentro historias hechas con esta suma de la belleza, que más no puede hacerse; y las paredes trabajadas hasta el suelo, con muchos capitanes sentados con las armas (#), una parte con retratos del natural y otros imaginados, hechos para todos los invictos capitanes antiguos y modernos de la casa Doria. y sobre ellos en grandes letras de oro que dicen: MAGNI VIRI MAXIMI DUCES OPTIMA FECERE PRO PATRIA. En la primera sala, desde la galería donde se entra por una de las dos puertas a mano izquierda, hay una bóveda con adornos de estuco muy bonitos. Sobre los bordes y en el medio hay una gran historia del Naufragio de Eneas en el mar, en la cual están desnudos vivos y muertos, en distintas y distintas aptitudes, también un buen número de barcos, algunos a salvo y otros rotos de la tormenta del mar, con muy bonitas consideraciones de las figuras vivas que se emplean en defenderse, con horribles aspectos que muestran en las caras el tormento de las olas, el peligro de la vida y todas las pasiones que dan los infortunios marítimos. Ésta fue la primera historia y lo que Perino comenzó para el príncipe, Se dice que en comisión en Genova ya había parecido antes de él para pintar algunas cosas Ieronimo de Trevisi, el cual pintó una fachada que mira hacia el jardín, y mientras que Perino había comenzado el cartón de la historia que he dicho del Naufragio, y mientras que se acomodaba, e iba viendo Genova, continuaba poco o mucho el cartón, de manera que ya había terminaba una gran parte en diferentes formas, y dibujado estos desnudo, unos en claroscuro, otros al carboncillo, y lapiz negro unas esbozadas otras cinceladas, y mientras no avanzaba su obra, Ieronimo Trevisi murmuraba de él, diciendo: "¡Que cartones y no cartones!" Yo, tengo el arte sobre la punta del pincel ".Y diciendo más de similar manera, llegó a oídas de Perino. Rápidamente hizo poner el cartón en la bóveda, dónde tenía que ir pintada la historia, su cartón, y levantó en muchos lugares las tablas del techo para que se pudiera ver mejor desde bajo, y abrió la sala. Que al sentirse, fueron todos a la obra de Génova para verlo y, asombrados del gran dibujo de Perino, lo celebraron inmortalizando. Entre otros Ieronimo de Trevisi, que nunca pensó que se asustaría de ver la belleza de Perino; y asustado, partió de Génova sin despedirse del Príncipe Doria, y volvió a Bolonia donde vivía. Quedó aun Perino por servir al príncipe y terminar esta sala coloreada en la pared al óleo, que se tuvo y se tiene por cosa singular en su belleza, al tener (como he dicho), estucos en medio de la bóveda y alrededor y hasta bajo las lunetas, hay trabajos de yeso muy bonitos. En la otra sala, donde se entra por la puerta de la galería a mano derecha, hizo también en la bóveda pinturas al fresco, y trabajó de estuco en trabajo el estuco casi similar y pintó cuando Júpiter fulmina a los Gigantes (#), donde hay muchos desnudos, mayores que de natural, muy bonitos. Del mismo modo en el cielo todos los dioses, los cuales, con los terribles truenos, tienen actos muy vivos y muy propios, según la naturaleza de ellos. También los yesos están trabajados con suma diligencia y el color al fresco no puede ser más hermoso, pues era esperado que Perino fuese un maestro muy perfecto y válido en eso. Hizo cuatro salones (todo perdido, queda algún dibujo del planteo), en las cuales trabajó el estuco y al fresco. En los compartimentos están las más hermosas fábulas de Ovidio que parecen de verdad, que ni se puede imaginar la belleza, la variedad y el gran número que hizo de de aquéllas, con figuras, follajes, animales y grutescos, hechos con gran invención. Del mismo modo, en la otra banda, hizo otros cuatro salones, y guiados por él lo llevaron sus aprendices, siguiendo los dibujos de los estucos y las historias, figuras y grutescos, que trabajaron en infinito número, y que unos hicieron mucho, y otros menos trabajando como muchos lombardos, y como Luzio Romano (Luzio Luzi da Todi), que hizo muchos grutescos y estucos. Basta decir que no hay habitación en la que no se haya hecho algo y no esté lleno de adornos, incluso bajo las bóvedas, con distintas composiciones plenas de putti, de máscaras y animales que es un estupor. También los muebles, y las antecámaras, los baños, cada cosa ha sido pintada y vuelto hermos. Se entra desde el palacio al jardín siguiendo una muralla de tierra que tiene mucha decoración en todas las habitaciones y bajo las bóveda tiene muchas fornituras muy adornadas, con cosas en las salas las habitaciones y las antecámaras, hechas de la misma mano. Y en esta obra trabajó aún Pordenone, como digo en su vida. Y algunas cosas Domenico Beccafumi de Siena, muy raro pintor, quien puso de manifiesto no ser inferior a nadie de los otros. Las obras que están en Siena de su mano son las más excelentes que hizo entre todas las suyas.

Pero volviendo a las obras que hizo Perino después de aquéllas que trabajó en el palacio del príncipe, como un friso en una habitación de casa de Gianettin Doria, y dentro hermosas mujeres, también hizo por la ciudad muchos trabajos a muchos gentilhombres, al fresco y coloreados al óleo, como un tabla en San Francisco muy bonita (al parecer por el dibujo preparatorio #, se la localizó en iglesia de San Giorgio di Bavari, en Génova donde se trasladó, ahora en el museo diocesano de Génova #), con muy bonito dibujo del mismo modo, y en una iglesia llamada Santa María de la Consolación, a un gentilhombre de casa Baciadonne, en esta tabla le hizo un nacimiento de Cristo (# 5 trozos de la predela en la pinacoteca de Brera , y una en en el Palacio Blanco en Génova), celebradísimo, pero puesto en un lugar mal iluminado, no se puede apreciar su perfección, necesita más luz. Sin sumar los dibujos que hizo de la Eneida con las historias de Dido, de las que se hizo tejidos para tapicerías, y del mismo modo hermosos ornamentos dibujados en las popas de las galeras, entalladas y conducidas a la perfección por Carota (Antonio di Maro di Gianio) y Tasso (Giovan Batista del Tasso), tallistas de madera florentinos, que de manera excelente mostraron cuánto valían en este arte.

Además de todas estas cosas, hizo aún un número muy grande de tapices para las galeras del príncipe, y los principales estandartes que se podían hacer, para adorno y belleza de aquéllas. Por su gran calidad fue muy querido de este príncipe, y si él lo hubiera tenido más a su servicio hubiera conocido su virtud.

Mientras que trabajaba en Génova, le vino la idea de traerse la mujer de Roma, y compró en Pisa una casa, agradándole esta ciudad, que pensaba, envejeciendo, elegirla para su vivienda. Por este tiempo trabajaba en la Cúpula de Pisa M ***(Añade en la Giuntina Micer Antonio de Urbano), que tenía un gran deseo de embellecer este templo y había empezado a hacer un principio de ornamento de mármol muy hermoso para las capillas de la iglesia, quitando algún viejas, toscas y hechas sin proporción, que conducía de su mano Stagio da Pietra Santa, tallista de mármoles muy práctico y hábil.

Y dando principio, el obrero pensó de rellenar dicho ornamento con tablas al óleo, y fuera, con frescos con historias y dividiéndolos con estucos , y de mano de los mejores y más a excelentes maestros que él encontrase, sin dudar en el gasto que fuera pertinente. Ya había dado principio a la sacristia, donde había hecho en el nicho principal detrás del altar mayor, donde ya había terminaba los adornos con mármol y había hecho muchos cuadros Giovannantonio Sogliani pintor florentino. El resto de los cuadros junto con las tablas y las capillas que faltaban, después de muchos años los terminó Micer Sebastiano della Seta, obrero de esta cúpula.

Vino Perino en este tiempo a Pisa tornando de Génova, y vió el principio por mediación de Batista de Cervelliera, persona que sabía en el arte y maestro en la madera, en perspectiva y en los retoques muy listo. Y lo condujo ante el obrero y, hablaron juntos de las cosas de la obra del Duomo, y para probarlo, le pidió primero para el adorno de la puerta de entrada, que debía hacerles un tabla, que ya se había terminaba el adorno, y sobre aquélla hizo una historia, cuando San Jorge mata la serpiente y libera la hija de este rey.

Perino hizo un dibujo muy bello, al fresco con putti y otros adornos entre una capilla y otra, y nichos con profetas e historias en varias maneras, que satisfizo con tal cosa al obrero. He hizo el cartón de una de aquéllas, y comenzó a colorear esta primera, frente a la puerta dicha, y terminó seis putti, que estaban muy bien llevados. Y debía seguir alrededor, que ciertamente era un ornamento muy rico y muy bonito, y habría conseguido una obra muy honrada todo en un conjunto .

Se produjo que volvió de nuevo a Génova, que había tomado la costumbre como enamorado y por otros placeres, a lo cuál se inclinaba durante ese tiempo. Y de su parte dio una tablilla pintada al óleo, que había hecho para las monjas de San Mateo (#), y que está en su monasterio.

Llegado a continuación a Génova, permaneció muchos meses haciendo para el príncipe otros trabajos. Le disgustó mucho al obrero de Pisa que marchase, pero mucho más que esta obra la dejara sin terminar, no cesando de escribirle para que volviese, también le pedía la vuelta cada dia su mujer, que junto con su hija tenía Perino en Pisa; y entendiendo finalmente que ésta cosa iba para largo, no respondiendo ni volviendo, encargó la tabla de esta capilla a Giovannantonio Sogliani, quien la acabó y la puso en su lugar.

Regresando Perino a Pisa, y vista la obra de Giovannantonio, se ofendió, no quería seguir donde lo dejó, diciendo que no quería que sus pinturas sirvieran para adornarse otros maestros. Por lo que permaneció sin terminar esta obra, y Giovannantonio siguió y les hizo cuatro tablas, las cuales pareciendo a continuación a Sebastiano della Seta, el nuevo obrero, muy uniformes en una misma manera y tan hermosas como la primera, y le dio a Domenico Beccafumi, a prueba algunos cuadros que hizo en torno a la sacristía que son muy bonitos, y un tabla que hizo en Pisa, de la cual no quedó satisfecho como de los primeros cuadros, y le pidió hacer los dos últimos que le faltaban a Giorgio Vasari aretino (desaparecidas), que colocaron entre las dos puertas en paredes ente las esquinas en la fachada principal de la iglesia. junto con otras muchas pequeñas y grandes obras y, extendidas por Italia y fuera en más lugares, que no conviene que hable por no poder hacerlo con juicio libre, quien las viera sabrá decir.

Tomó muy mal esta obra Perino, teniendo ya hechos los dibujos, que habían sido abocetados de manera muy digna por él y que hubieran podido hacer famoso este templo, además de su antigüedad, por hacer inmortal a Perino también. No estaba Perino contento de permanecer tantos años en Génova, aún de las ganancias y placeres, pues añoraba los tiempos felices de Roma durante el tiempo de León. Y aunque en vida del Cardenal Hipólito de Médicis había tenido cartas para servirlo y estuviera dispuesto a hacérselo, la muerte del señor fueron causa que rápidamente no regresara. Siendo las cosas de esta manera, muchos de sus amigos intentaban facilitar que volviera de nuevo, y él mucho más que ellos. Se mandaron muchas cartas, pero una mañana se encaprichó, y sin despedirse partió de Pisa a Roma. Y se dió a conocer al Reverendísimo Cardenal Farnese y a continuación al Papa Paulo, y pasó muchos meses que no hizo nada. En primer lugar porque le daban largas, y a continuación, porque le vino un mal en un brazo, de suerte que gastó muchos cientos de escudos, para quitarse las molestias; sin que nadie lo mantuviese, y con la poca caridad de la corte pensó en irse muchas veces. El Molza (poeta) y mucho otros amigos lo reconfortaban a tener a paciencia, convenciéndolo de que Roma no era ya aquélla, y que ahora querían que se cansasen y se aburriesen con ella, antes de que lo eligiesen y acariciasen. Y máxime con quien sigue los rastros de alguna hermosa virtud.

Compró en este tiempo Mocer Pietro de´Massimi, una capilla en la Trinitá pintada la bóveda y ornamentada de estuco, y cosas con la tabla al óleo de mano de Giulio Romano y Gianfrancesco su cuñado. Y, deseoso este gentilhombre de hacerla terminar totalmente, mejoró una sepultura de mármol que estaba enfrente de aquélla, hecha a una cortesana muy celebrada, con algunos putti muy bien trabajados. Y pidió hacer para la tabla un adorno dorado, que antes fue de pobre estuco, y le encargó terminar las fachadas de aquélla, con estuco y figuras, a Perino. Hizo los puentes y luego de tapar los agujeros en el panel, se puso a trabajar y después de muchos meses al final la terminó (casi totalment perdido, queda un trozo #). Hizo en un compartimiento grutescos extraños y hermosos, una parte de bajo relieve y otra parte pintada, con dos pequeñas historias, con un adorno variado en estuco, en cada fachada, con una piscina probaticia, con encogidos y enfermos y el ángel que viene a mover las aguas. También que se ven las vistas de pórticos que están en escorzo y perspectiva muy buena, y los hábitos y las prendas de vestir de los sacerdotes, hechos con mucha gracia, aunque que las figuras no fueran muy grandes. Y en otro, la resurrección de Lázaro cuatriduano, que se muestra en el momento de volver de nuevo a la vida muy asustado y pálido y con miedo de la muerte. Hay gente que intenta desenredarlo, y también otros muchos que están maravillados, con cara de asombro, también en la historia están adornando algunos templetes que escapan en la lejanía, trabajados muy bien y con adornos alrededor de estuco. Están cuatro historias menores, dos en cada cara, que dejan en medio la grande. En uno de ellos está, cuando el centurión le dice a Cristo que se libere con una palabra si es el hijo de Dios, en otro, cuando expulsa a los mercaderes en el templo; la transfiguración, y otro similar. Hizo de relieve los pilares con cuatro figuras con prendas de vestir de profetas, que están realmente bellos, que no se puede dar más bondad y proporción de bien hechos y terminados; que del modo que esta obra fue llevada tan diligente, más parece de las cosas miniadas que pintadas por su finura semejante. Se ve una hermosura de colores muy vivos y un gran paciencia empleada en conducirla, mostrando de verdad el amor que se debe tener al arte. Y esta obra la pintó toda de su mano, aunque es verdad que una gran parte de los estuco los encargó con su diseño a Guglielmo Milanese, que ya había trabajado con el en Génova, y al que quería dar su hija para mujer, por haber restaurado las antigüedades de la casa Farnese, hoy es el fraile del Piombo, en lugar de fray Bastian Viniziano. En esta obra hizo muchos dibujos y fue causa de que el Reverendísimo Cardenal Farnese le comenzara a hacer pagos y pedirle servir en muchas cosas.

Se quitó por pedirlo el Papa Paulo una chimenea en la habitación del Fuego, y se puso esta en la signoría, donde estaban las espalderas (perdidas durante el saco de 1527) de madera en perspectiva, hechas de mano de fray Giovanni tallista para el Papa Julio; y estando en una y en la otra habitación pintadas de Raffaello de Urbino, fue necesario rehacer todo el basamento de las historias de la estancia de la signatura. Donde Perino pintó de falso mármol con distintas terminaciones y festones, máscaras y demás ornamentos, y en algunos vanos, historias policromadas de color de bronce, unas y otros al fresco.

En las historias como antes había tratado, con filosóficos, y filosofía, a teólogos, de la teología, a poetas de lo mismo, y todos los que habían sido expertos en estas profesiones. Y ain que él no las llevara de su mano, las retocaba en seco, y también hizo los cartones, poco menos que si fuera todo de su mano. Y así lo hizo porque, impedido de un catarro, no podía esforzarse. Donde visto del papa que merecía, y fuera por la edad o por otras cosas, le hizo provisión de 25 ducados al mes, que tuvo hasta su muerte. Y tenía cuidado de servir el palacio, y las cosas, de la casa Farnese.

Había descubierto ya Miguel Ángel Buonarroti, en la capilla del papa, la pared del Juicio (1541), y les faltaba debajo pintar al basamento, donde se tenía que poner un respaldo de tapicerías, tejida de seda y oro, como los tejidos que cuelgan en la capilla. Encargó al Papa que se enviase a tejer a Flandes, y con el consentimiento de Miguel Ángel hicieron que Perino comenzara una tela pintada, del mismo tamaño, con mujeres y putti, que sujetan festones, muy vivos, con bizarra imaginación. Pero quedó inacabado (hay dos trozos en el Palacio Spada) en Belvedere en algunas habitaciones después de su muerte, trabajo muy digno de él, con adornos divinos de su pintura.

Había hecho terminar de albañilería a Anton de San Gallo, en el palacio del papa, la sala grande de los Reyes, delante de la capilla de Sixto IV. Donde hizo en el cielo un grande compartimiento de ocho caras, y cruz y unos ovarios en el relieve y en el fondo de aquélla. Y le dieron a Perino que lo trabajase en estuco (#), en estos ornamentos lo más ricos, y más bonitos, que se podía hacer, en la dificultad de este arte. Comenzó haciendo los octágonos, y en vez de una rosa, cuatro putti todos en redondo, de relieve, que señalan con los pies al medio, y con los brazos al girar, hacen un movimiento muy bonito. También para el resto de compartimentos están todas las empresas de la casa Farnese. Y en el medio de la bóveda, el escudo de armas del papa. Realmente se puede decir de esta obra, en estuco, por la belleza y finura y su dificultad, que sobrepasa todo cuanto se hiciera nunca por los antiguos y los modernos, y se digna realmente de un jefe de la religión cristiana. Se ordenó hacer de su dibujo las vidrieras a Pastorin da Siena, hábil en este oficio, y bajo él hizo encargar las fachadas, para hacerles las historias de su mano, en ornamentos de estucos muy bonitos. Este trabajo si la muerte no le hubiera impedido su buen espíritu que tenía, hubiera dado a conocer cuanto los modernos tenían en el corazón no solamente en compararse a los antiguos en las obras, sino en pasarlos con mucho.

Mientras que hacía el estuco de esta bóveda, y que pensaba en los proyectos de las historias, en San Pedro de Roma demolían las paredes viejas de esta iglesia, para rehacerlas nuevas. Y llegados los albañiles a la pared dónde estaba la virgen y otras pinturas de mano de Giotto, fueron vistas de Perino que estaba en compañía de Micer de Niccolò Acciauoli, dotor Fiorentino y muy amigo, y se afligió tanto de esta pintura (perdida totalmente), que convino con los albañiles, no derruirla, para cortando alrededor la pared, extraerla con vigas y cinceles, y llevarla a otro sitio. Quedó bajo el órgano de San Pedro, que no tenía altar ni nada que lo impidiera, y deliberaron dejarla allí y hacer la capilla de la Virgen. Y hacerle algunos ornamentos estucos y pinturas, y ponerle a la memoria de un Niccolò Acciaiuoli, que fue Senador de Roma. Hizo Perino los dibujos, y puesto en la obra rápidamente ayudado de su jóvenes, quien creó todo el color fue Marcello Mantovano su ayudante, trabajo que hizo con muchos diligencia.

Estaba en el mismo San Pedro, el Sacramento, poco favorecido por la muralla. Donde dos diputados de la compañía ordenaron hacer en medio de la iglesia vieja una capilla, y Antonio de San Gallo la ordenó construir, con una parte de despojos de columnas de mármol antiguas y una parte añadiendo otros ornamentos mármoles, bronces y estucos, y puso un tabernáculo en medio de mano de Donatello (#) para más adorno, y haciendo sobre ello un cielo muy bonito, con muchas historias minúsculas de las figuras del viejo Testamento, figurando el Sacramento. Hizo aún en medio de aquélla una historia principal, dentro la Cena de Cristo con los Apóstoles, y debajo dos profetas que ponen en medio el Cuerpo de Cristo.

Ordenó en la iglesia de San José cerca de Ripetta, y vigiló lo que uno de sus jóvenes ayudantes hacía la capilla de esta iglesia, que luego retocó y terminó a continuación él.

Hizo del mismo modo una capilla en la iglesia de San Bartolomeo en Isola con sus dibujos, la cual él mismo retocó.

Y en San Salvador del Laurel, hizo pintar en torno al altar mayor algunas historias, y grutescos en la bóveda que retocó tabién. Fuera en la fachada hizo una Anunciación hecha por su ayudante Girolamo Sermoneta.

Y en parte porque no podía y en parte porque no le interesaba, iba ocupándose de dibujar más que de llevar las obras, iba siguiendo la misma manera, que ya tuviera Raffaello de Urbino antes de acabar su vida. Sobre lo nocivo están de muestra las obras de Chigi y las de otros, y como aún lo ponen de manifiesto éstas que hizo llevar Perino. También otras que no aportaron mucho honor a Giulio Romano, digo de aquéllas que no fueron hechas de su de mano. Y aunque se hacen a los príncipes, para terminar las obras rápidamente, y quizás beneficiar a los autores que trabajaron, si fueran los más hábiles del mundo, ya que nunca se tienen a las cosas de otros, los que estos se tienen si así mismo. Y por bien dibujado que sean los cartones, no se imitan como propiamente de la mano del primer autor. El Cuál, al ver la ruina la obra, se desespera y la deja caer totalmente. Quien honor quiera tiene que hacer las cosas el solo. Y esto lo puedo decir, teniéndose que realizar con gran estudio los cartones de la sala de la Cancillería en el palacio de San Jorge de Roma (# , # , #), por tener que hacerse con gran rapidez en cien dias, puestos muchos pintores a colorear, que desviaron tanto los contornos y la bondad de aquéllos, que hice intención de observar desde entonces, que ninguna persona pusiera las manos sobre las obras mías. Si se quiere conservar los nombres y las obras, tiene que hacerlas de su propia manos, si es que se quiere conseguir por entero el honor que se pretende adquirir con buen talento.

Digo esto porque forzado Perino por llevar tantas obras, tenía muchas personas trabajando en las obra, que parecía más venido en la sed de ganancia que de gloria, pareciéndole que había perdido el tiempo en su juventud. Y tanto desconcierto le daba ver llegar a jóvenes haciendo cosas, que pretendía ponerlos a trabajar para él, pensando que le iban a quitar el sitio.

Llegó en el año 1546 Tiziano de Cador, pintor veneciano, celebradísimo por hacer retratos, y teniéndolo ya retratado (# , #, el del Hermitage es posterior a esa fecha, #) al Papa Paulo, cuando Su Santidad fue a Bussè (en 1543, se reunió con Carlos V, posiblemente este hecho es el origen de la copia en la catedral de Toledo #) y, al no haber tenido remuneración de eso, ni de algún otro que había hecho al Cardenal Farnese (#) y para Santa Fiore, y se llegó entonces a Roma, y de ellos recibió honorable recibimiento en el Belvedere. Corrió pues la voz por la corte y a continuación por Roma, que había venido para hacer historias de su mano en la sala de los Reyes en palacio, donde Perino debía hacérselas, y ya estaba trabajaban en los estucos. Le disgustó mucho la venida a Perino y se lamentó con sus amigos, y no es que creyese que la manera de Tiziano le superase trabajando al fresco, pero que deseaba jubilarse pacíficamente con esta obra y honorablemente, hasta su muerte. Y así también tenía mucho que hacer, quería hacerla sin competencia, siendo suficiente la bóveda y fachada de la capilla de Miguel Ángel estando cerca. Esto fue causa de que, mientras que Tiziano estuvo en Roma, el lo evitó siempre, y estuviera de mal humor hasta que partió.

Era castillano de Castel Sant´Angelo, Tiberio Crispo, hoy Reverendísimo cardenal, y como persona que se divertía de nuestros artistas, y puesto en espíritu de adornar el Castillo, y en eso rehizo las habitaciones y salas y apartamentos muy bonitos, para poder recibir mejor a Su Santidad cuando llegara. E hizo muchas habitaciones y otros ornamentos, con dibujos y proyectos de Raffaello de Monte Lupo y a continuación las terminó Antonio de San Gallo. Ordenó hacer de estuco Raffaello una galería, y puso un ángel de mármol (#), figura de 6 brazos, puesto en la cumbre del castillo sobre el torreón, y ordenó pintar dicha galería a Girolamo Sermoneta, la que mira hacia los prados. Terminada, siguió a continuación el resto de las habitaciones, que dio una parte a Luzio Romano (#). Y el resto de las salas importantes las hicieron Perino de su mano (#) y otros, con sus cartones. La sala es muy vaga y bonita, trabajada de estuco, y toda realizada de historias romanas hechas por jóvenes pintores. Allí puso su mano Marco de Siena, discípulo de Domenico Beccafumi, y en algunas habitaciones hay ornamentos muy bonitos.

Era en este tiempo en San Giustino en Cittá di Castello, un pintor llamado Cristofano Gherardi del Borgo di San Sepolcro, que dotado de la naturaleza de un talento maravilloso para hacer grutescos y figuras, vino a Roma para ver la ciudad, pero no había trabajado nunca con Perino. Al contrario, se volvió de nuevo a San Giustino, trabajó en distintas salas del palacio de Bufalini (#, #, #), tenidas todas por cosa muy bonita. Y le gustaba a Perino, cuando podía tener jóvenes que valían, y servirse de ellos de buen grado en las obras el suyas, para no tener que trabajar en las cosas mecánicas. Hizo muchas veces los estandartes de las trompetas, las banderas del castillo y las del ejército de la religión. Trabajó doseleras, mantones, cortinas, puertas y cada minúscula cosa del arte.

Comenzó algunas telas para hacer tapices tejidos para el Príncipe Doria. Hizo aún para el Reverendísimo Cardenal Farnese una capilla, y un escritorio muy a excelente a la señora Margarita de Austria. En Santa María de Pianto hizo un adorno en torno a la Virgen; y en la plaza Judía, también un ornamento para la Virgen. Y muchas otras que no digo por ser mucho para hacer memoria, pues todo lo que le venía a las manos los aceptaba y lo hacía con finura. Se tomaba molestias con algunos oficiales de palacio, dándoles siempre dibujos para que no le retuvieran con cosas de su mano, y que le llegaran los pagos de salarios y de las provisiones y otras cosas suyas que servían, merced a ellos, le adjudicaban todas las grandes cosas, o pequeñas, para que todas fueran a dar a sus manos. Se comportaba como una autoridad a la que todos los trabajos de Roma le habían sido dados y luego encargaba a quien a él le agradaba, con un precio muchas veces miserable para estos qe hacían las obras, ya que para él le suponía un esfuerzo, y al artista ciertamente pocas ganancias, aunque arte dieran mucho. Esto se ve de verdad, en la bóveda de la sala de Rey en palacio, puesto que si la hubiera realizado junto con los aprendices, habrían sobrado cientos de escudos, que fueron todos a los Ministros que guiaban y pagaban los días a los trabajadores.

Donde, al tomar una carga tan grande sobre sí, y con tanto desconcierto, que estando catarroso y enfermo, podía de mala manera soportar los inconvenientes de dibujar, de dia y de noche. Ya que teniendo continuamente dibujos para el palacio, de bordados, grabados, para caprichos de muchos ornamentos de los Farnese, y también para muchos cardenales y otros señores, por lo que tenía el espíritu ocupadísimo, ya que estaban siempre a su alrededor escultores de estuco, tallistas de madera, modistas, bordadores y pintores y manejadores del oro y demás especialistas de arte.

No tenía otro consuelo que encontrarse con los amigos en la taberna, donde continuamente se encontraba bien, y al parecer encontraba la beatitud y la calma del mundo y el descanso de sus tormentos, tanto para las cosas del arte, como para las cosas de Venus y para los daños de la boca. Estando en un asma continuo, tanto que cayó en el mal del tísico, no habiendo remedios y siguiendo el catarro, una noche hablando cerca de casa con un amigo suyo, rápidamente del mal de "la gocciola" (no es la gota,..., algún tipo de ictus o infarto cerebral) cayó muerto a la edad de 47 años. La pérdida dió un pesar muy grande a muchos autores, y Micer Iosef Cincio médico de su señoría, su yerno, y su mujer en la Ritonda de Roma, en la capilla de San Giuseppo, le dieron honrado sepulcro con este epitafio (Allí sigue la tumba y el epitafio. #):

 

D.(atvr) O.(mnibvs) M.(ori)
PERINO BONACCVRSIO VAGAE FLORENTINO
QVI INGENIO ET ARTE SINGVLARI
EGREGIOS CVM PICTORES PER MVLTOS
TVM PLASTAS FACILE OMNES
SVPERAVIT,
CATHERINA PERINI CONIVGI
LAVINIA BONACCVRSIA PARENTI
IOSEPHVS CINCIVS
SOCERO CHARISS(imo) ET OPT(mo)
FECERE. VIXIT ANN(os) XLVI MEN(ses) III, DIES XXI.
MORTVVS EST XIIII CALEND(is) NOVEMB(ris)
ANN(o) CHRIST(i) MDXLVII.

Aprox.:Todos hemos de morir. Perino Bonacorsi del Vaga Florentino, que con ingenio y arte singular superó a muchos de los pintores más egregios, y a todos los estucadores. Catalina su esposa, Lavinia Buonacorsi para su padre, Josef Cincio para su suegro. Vivió 46 años, 3 meses y 21 dias, Muerto el 19 de Octubre en el año del señor 1547



CERTANTEM CVM SE, TE QVVM NATVRA VIDERET,
NIL MIRVM SI TE HAS ABDIDIT IN TENEBRAS.
LVX TAMEN ATQVE OPERVM DECVS IMMORTALE
TVORVM TE ILLVSTREM EFFICIENT, HOC ETIAM IN TVMVLO.

Aprox.: Viendo la naturaleza su competencia, no es de extrañar que te sumiera en las tinieblas, pero la luz de tus obras te hacen inmortal, e ilustre incluso en esta tumba.

 

Quedó en su lugar Daniello Volterrano (Daniele da Volterra, Il Braghettone) que mucho trabajó con él, y terminó los otros dos profetas (# , #), que están a la capilla del crucifijo en San Marcello. Y en la Trinidad hizo una capilla (#) muy bonita con estucos y pintura, para la señora Elena Orsina, y mucha otras que no merece hacer memoria.

Baste que Perino fue uno de los más valiosos y universales pintores que haya habido en nuestros tiempo. Y porque enseño a los artistas como trabajar de manera excelente los estucos, los grutescos, los paisajes, los animales y el color, tanto al fresco como al óleo y al temple, y en los dibujo de cualquier tipo. Por lo que se puede decir que es el padre de estas muy nobles artes, viviendo su virtud en estos otros que lo van imitando en cada efecto, honrando el arte.
 

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