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 Francesco Mazzola

Pintor de Parma

Biografía traducida de "las vidas de los mas excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros tiempos", descritas por Giorgio Vasari, Edición Torrentina de 1550


Realmente el cielo regala sus gracias a nuestro talentos, a unos más, a otros menos, según le agrada. Pero es puro despecho, grande e insoportable para los hermosos espíritus, ver que uno que se haya vuelto raro y maravilloso, luego de haber ejercido algún arte, que las cosas suyas, sean tenidas como divinas por los hombres, pero en vez de ver ejercer, y satisfacer los deseos ardientemente con cosas suyas, para adquirir amistades, remuneración y honor, despreciado cada emolumento, se aparta de los amigos y en nada se ocupa de la fama y el nombre, y se dispone a hacer, raramente estas, y solo de vez en cuando se ven frutos.
Que la verdad, demasiado a menudo se produce que lo necesario para la comodidad humana, que llegando las más de las veces, muy benigno influjo sobre dotes excelentes y raras, en personas más endiabladas, que ingeniosas, y que huyen de ejercer; y no quieren hacerlo si no por influjo de la luna o por el capricho de su cabeza, siendo más animal que humano. Y ciertamente no niego que trabajar con furor no sea ello más perfecto, pero echo la culpa de no trabajar nunca. Y para Dios quien debe saber que los autores, cuando les llegan los altos pensamientos y que no se les puede añadir nada, pretender que queden satisfechos estos, quienes poseídos del talento no se rompen el cuello, poniéndolo de manifiesto en las obras que hacen. Un número infinito de artistas nuestros, para querer mostrar más de lo que saben, extravían la primera forma, y al querer alcanzar la segunda, no añaden a continuación nada, porque se someten más a la crítica que al elogio, como hizo Francesco Parmigiano, de quien diré su vida ahora.

Le dotó la naturaleza de hábil y agraciado espíritu, que continuamente se había querido impulsar más de lo que sabía, hubiera avanzado en lo suyo, ya que tenía una hermosa manera, aires, y gracia y que hubiera superado a todos en perfección, fundamentos y bondad. Pero su cabeza, le daba caprichosas y extrañas imaginaciones que lo extraían fuera del arte. Pudiendo ganar todo el oro que hubiera querido, si hubiera usado lo que la naturaleza le dió en pintar, y lo que su ingenio la había enseñado. Y estando con eso, no pudo nunca aprender, perdiento dinero y el tiempo perjudicando su vida.

Y esto fue porque buscaba la alquimia del oro, y no se daba cuenta que tenía la alquimia de hacer figuras, las cuales con pocas mezclas de colores, y apenas sin gasto, se obtienen de las bolsas de otros centenares de escudos. Pero él en esta cosa envanecido, perdió la cabeza, y siempre fue pobre; y en tal cosa perdía gran tiempo, y ganaba odios infinitos, que más para perjuicio que para su beneficio se quejaban de sus cosas. Y en verdad que quien se preocupa de los efectos de las cosas, nunca puede estar dudoso, pudiendo fácilmente adquirir elogio, en vez de buscar con sumo cansancio la crítica perpetua.

Dicen que en Parma, Francesco se crió de pequeño con su tío, y que al crecer a continuación bajo la disciplina de Antonio de Correggio, pintor, aprendió muy bien los comienzos de tal arte. Y que era hermoso de cara, y aspecto con aire agradable. Se movía en su juventud en sus gestos con espíritu aprensivo y muy honesto.

Estuvo siempre bajo la guardia a su tío viejo, que tenía muy diligente cuidado. De modo que para ver como avanzaba en el arte y buscar las finuras, para hacerlo como experiencia se puso un dia, a retratarse (#) en un espejo de peluqueros, medio redondo. Y tomó aquello por la redondez del espejo al volver la imagen, que los techos tuerce, y las puertas, y todos los edificios extrañamente desaparecen, tomadas por esta cosa. Donde hizo hacer una bola de madera, mitad redonda y de tamaño similar al espejo, y en se puso con gran esmero a representar lo que veía en el espejo, y particularmente así mismo; y así de similar incluso al retratarse, tan semejante se hizo, que no se podría considerar ni creer mejor el natural. Allí está cada lustre del vidrio y cada reflejo, las sombras y las luces, que parecen verdaderas, que no se puede añadir ya algún talento. Por ser tan señalada y manifiesta cosa, la enviaron a Clemente VII el Pontífice, que en verlo se sorprendió como otros, y pidió de su boca que de Parma lo llevaran a Roma. Y de tal cosa da fé Micer Pietro Aretino, el cual en Arezzo en su casa, la tuvo un tiempo como reliquia, y a continuación la ofreció a Valerio Vicentino.

Vino Francesco de Parma a Roma, y de los expertos se le honró mucho y fue digno de elogio, por algunas cosas suyas, coloreadas que había llevado de Parma, que se le juzgó de gran espíritu, y muy listo. Parecía de suma maravilla las modalidades de las obras, y las maneras suyas, al verse también, algunos pequeños cuadros que habían llegado a manos del Cardenal Hipólito de Médici, y se decía de él públicamente en Roma por infinitas personas que el espíritu de Raffaello había pasado al cuerpo de Francesco, viendo el arte raro y los hábitos así como su reconocimiento. Porque fue mucho el amor de Francesco hablando de las cosas de Raffaello, que no terminaba nunca de razonar con los elogios a este.

Ahora bien al estar Francesco en Roma, hizo un hermoso cuadro de la Circuncisión (Perdido, queda una copia parcial en Detroit #) y lo ofreció al Papa; y se tuvo por una graciosa invención, por tres luces fantásticas que en dicha a pintura aparecen. Asimismo las primeras figuras están iluminadas de la llama de la cara de Cristo, los segundos reciben la luz de algunos que llevaban los regalos al sacrificio a lo largo de unas escaleras con antorchas encendidas en la mano, y las últimas estando al descubierto los ilumina la aurora, que muestra un lejano pueblo, con infinitos edificios. Esta obra satisfizo mucho al Papa, y a quien la vió, por esta nueva y tan caprichosa manera de pintar, y lo recompensó liberalmente.

Se produjo que se puso a trabajar con gran entusiasmo, y realizó un cuadro de una Madonna con un Cristo, con algunos angelotes y un San José , maravillosamente terminados en los aires de las cabezas, de color, de gracia y de diligencia. En cuál él hizo a San José sobre un brazo desnudo con muchos pelos, en vivo como muchas veces se ve, (Zaramella la traductora de Cátedra, lo cree este ¿#?, compartiendo la atribución general de la crítica,.. Pero yo creo que es el del Prado #). Este trabajo lo tiene Luigi Gaddi, y sus hijos el cual valoran mucho, y en vida él, y después de su muerte, lo consideran muy valioso.

Se encapricho el Señor Lorenzo Cibo (En la edic. Giuntina dice María Bufolina, unos párrafos antes señala un Retrato del capitan de la guardia L.Cibo (#)), enamorado de la manera suya y quiso pedirle hacer alguna obra; y le hizo poner mano en un tabla para San Salvatore del Lauro, y luego ponerla en una capilla cerca de la puerta. En ésta figuró Francesco, la virgen en aire que lee, con un niño entre las piernas. Y en tierra con extraordinaria y bonita aptitud, de rodillas con el pie apoyado hizo a un San Juan que, torciendo la cara, señala a Cristo niño, y en la tierra yace en escorzo San Jerónimo en penitencia, que duerme (#). Este trabajo lo terminó casi a la perfección, y si la fortuna no se lo impidiera, hubiera sido celebradísimo y se lo habrían remunerado sumamente. Pero vino la ruina del saqueo de Roma en 1527, que no solamente fue causa de que las artes por un tiempo se parasen, que aún perdieron la vida mucho a autores. Y faltó poco para que Francesco no la perdiera, y eso fue porque al principio del saqueo tenía tal frenesí en el trabajo, que cuando los soldados ya entraban por las casas y en su habían entrado algunos alemanes, él no abandonó nunca trabajo. Por lo que estos lo encontraron trabajando, y asombrados de esta obra que hacía, lo dejaron seguir, y mientras que ponían crueldad por toda aquella pobre ciudad en perdición, de estos alemanes fue ayudado y en gran parte le consideraron, sin que le ofendieran de determinada forma. Bien es cierto que uno de ellos que se divertía con aquello, le hizo dibujar un número infinito de proyectos, acuarela y pluma, y estos pagaban por su tamaño. Pero al cambiarse los soldados luego Francesco pudo terminar mal, pues, al ir él a buscar a los amigos, quisieron hacerlo prisionero, y fue necesario que los suyos lo liberasen otra vez.

Por tal causa Francesco volvió de nuevo a Parma por algunos meses, y no estuvo mucho, si no que se fue a Bolonia trabajar. Y lo primero que les hizo, está en San Petronio. En una capilla un San Roque de gran tamaño (#), al cual dio muy hermoso aire y lo hizo muy bien proporcionado, imaginándoselo como levantándose del dolor que le daba la peste en el muslo, que pone de manifiesto con la cabeza, observando el cielo en aptitud de agradecimiento.

A continuación, hizo un cuadro con un San Pablo (¿#?), para Albio, médico parmesano, con un paisaje y muchas figuras, que fueron consideradas cosa muy rara. Y otro hizo a un guarnicionero su amigo, muy bonito sobremanera, donde está pintada una Virgen, vuelta para un lado con bonita aptitud, y muchas otras figuras. Pintó al conde Georgio Manzuoli un cuadro (#), y dos telas a la aguada para el Maestro Luca dai Leuti, con algunas figuras muy bonitas.

Tenía Francesco en este tiempo un criado que se llamaba Antonio de Trento, que tallaba. Una mañana, estando en la cama Francesco, le retiró la llave del cofre y lo abrió, y se llevó todos los grabados de cobre y madera, y cuántos proyectos tenía, y se fue con el diablo, y nunca más se supo algo nuevo de el.

Tuvo de nuevo Francesco los calcos, que dejó a un amigo en Bolonia, con espíritu de tenerlos de nuevo quizá con el tiempo, pero los proyectos nunca, lo cual le dejó desesperado Luego de eso vuelto a pintar, hizo un retrato de nuevo a un conde boloñés, con un colorido y hermosura muy bien trabajado.

Y poco después de esto hizo un cuadro de la virgen para la casa de Micer Dionigi de Gianni, con un Cristo que tiene una bola de mapa del mundo (#), cosa realmente muy bonita. Y entre las otras cosas que tiene hay, un aire en la virgen hecha con grave manera, y cosas del niño que es muy hermoso. Siempre los ojos de los niños les da unos aires de vivacidad, que da a conocer los espíritus agudos y malévolos, cuyo hábito a menudo puede verse en la viveza de los niños. Equipó aún a la virgen con una determinada prenda de vestir con las mangas de telas amarillentas, casi veteadas de oro, que la verdad, tiene muy bonita gracia, y le hace parecer la carne hermosa y muy delicada. Los cabellos trabajados, no se puede ver nada mejor, ni en las cosas por él pintadas.

Hizo a las monjas de Santa Margarita en Bolonia, una tabla de la virgen con Santa Margarita, San Petronio, San Jerónimo y San Miguel (#), que se celebra como muy valiosa en Bolonia, el cual la trabajó, con gran práctica y bonita dirección. Y los aires en las cabezas son muy hermosos, con dulzura y alineamientos, que hace asombrar a cualquier persona del arte. Otros cuadros pequeños aún, se extienden por Bolonia de Vírgenes, coloreados y bocetos. También dibujos diversos, para Girolamo del Lino amigo suyo, y aún a Girolamo Fagiuoli orfebre y tallista, a quien lo tuvo para tallar cosas en cobre, que por muy graciosos se tienen.

Hizo a Bonifazio Gozadino un retrato suyo y de la mujer de natural, que quedó sin terminar (#), como muchas otras cosas suyas.

Realizó el boceto de un cuadro de otra Virgen (#), que en Bolonia le vendió a Giorgio Vasari aretino, y con honor conserva, en Arezzo en sus nuevas casas que él edificó, junto a muchas otras nobles pinturas y esculturas y mármoles antiguos.

Por este tiempo vinieron a Bolonia el Emperador Carlos V y el Papa Clemente VII para la coronación de Su majestad, donde Francesco, al ir a a verlo comer, le hizo un retrato, al óleo en un marco muy grande, y lo pintó imaginando que lo coronaba la Fama con laurel, y un niño que le ofrecía el mundo, figurando su soberanía. Quién al regalarlo a Su majestad, fue recompensado por ello; y esta obra la tiene donada con enorme favor, el Sr. Duque de Mantua, y aún hoy se encuentra en su guardarropa (#).

Como cabeza caprichosa que era, realizó papeles impresos, tallados a cincel sobre el cobre con agua fuerte, y aún de claroscuro, se ven muchos de los suyos en madera, y otros que han sido tallados al buril por Caralio, divirtiéndose tanto en el dibujo, como en el color.

Volviendo a Parma les hizo algunas tablas y cuadros, a continuación se retiró a hacer en la Madonna del Steccata (# # #, ya realizó en 1523 unos #) una obra muy grande al fresco, en la cual iban algunos rosetones entremedias como ornamento, los cuales se puso a trabajar de cobre, con enorme trabajo. Y mientras continuaba esta obra hizo a algunos profetas y sibilas de terracota, y algunas pocas cosas en colores, estando insatisfecho.

En este tiempo se dio a la alquimia, y al pensar en breve en enriquecerse, intentaba congelar el mercurio. Pero al necesitar muchos hornos gastaba demasiado, no pudiendo ingresar tanto de la obra, cuanto en tal cosa consumía. Esta locura fue causa que él, dejase por deleite en tal novedad, la utilidad y el nombre del arte, por la falsedad inútil y el malísimo desorden de la vida y el espíritu, que llevó.

Hizo en este intervalo a un gentilhombre parmesano, con puntos de luna, un Cupido que fabrica un arco de madera (#), y se tuvo por pintura muy bonita, y a la hermana del Cavallier Baiardo, pintó una hornacina que mucho se consideró. Y en Casal Maggiore, para estos señores, hizo dos tablas muy bonitas.

Mientras tanto se encontraban estos hombres, que en el obra del Steccata estaban encargados, desesperados, al no ver ni la mitad ni mucho menos el final de tal cosa; por lo que decidieron emplear la fuerza del tribunal, para que lo terminase, y le movieron un pleito (Fue condenado a no poder abandonar la ciudad hasta que lo acabase). Donde no pudiendo resistir más, una noche partió de Parma, y con algunos de sus amigos huyó a San Secondo; y permaneció de incógnito muchos meses, esperando continuamente a la alquimia. Y en consecuencia había tomado un aire de medio loco, ya la barba y los cabellos crudos, le tenía más cara de hombre selvático, que de persona agradable como era.

Se produjo que, fue apresado en Parma, no haciendo caso de sus amistades, y lo pusieron en prisión, y lo forzaron prometer el dar final a la obra. Pero fue el desprecio tan grande por llevarlo a prisión, que se afligió de dolor, y después de algunos meses murió a los 41 años. Esta pérdida fue muy grande para el arte, por la gracia que sus manos dieron siempre a las pinturas que hicieron.

Francesco fue enterrado en Parma, y mucho dolió su muerte a algunos amigos suyos, pero sobre todo a Micer Vicenzio Caccianimici amigo boloñeses muy noble, el cuál, se divertía mucho con el arte de la pintura, que trabajó algunas cosas por agrado, como aún se le ve en San Petronio en la capilla, en la degollación de San Juan Batista (#). No fue al mucho tiempo que este virtuoso gentilhombre le hizo a compañía, muriendo en 1542. Francesco benefició el arte con tanta gracia en las figuras suyas, que aquellos que los imitan, no hacen sino aumentar en la manera su belleza.

Hizo un gran regalo mejorando el arte, haciendo tallar las prensas con el agua fuerte, como se ve en muchas de sus obras. Por su hermosa cabeza merece el elogio infinito, como afirma este epigrama, que se hizo para honrarlo:

CEDVNT PICTORES TIBI QVOT SVNT QVOTQVE FVERVNT,
ET QVOT POST ETIAM SAECVLA MVLTA FERENT.
PRINCIPIVM FACILE EST LAVDVM REPERIRE TVARVM,
¿CILLIS SED FINEM QVIS REPERIRE QVEAT?

Aprox:"Ceden los pintores ante ti, los que son y los que fueron, y los que vendrán en los siglos siguientes. Comenzar a alabarte es fácil, pero ¿quién podrá ponerles fin?"
 
 
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