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 Torrigiano

Escultor florentino

Texto traducido de "las vidas de los mas excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros tiempos", descritas por Giorgio Vasari, Edición Torrentina de 1550

Enorme importancia tiene el desprecio para quien envidioso pretende con altivez y con soberbia en una profesión considerarse excelente, y que en el tiempo no ven elevarse de nuevo algún hermoso talento del mismo arte, el cual no también los comparen, sino que los superen. Ciertamente no hay cincel que por rabia no royeran, o mal que pudiendo no hicieran, porque para ellos es un descuerno demasiado horrible con el pueblo que los ha visto nacer, y en un tiempo dando muestras, se incorporaba a la virtud: al saber que ninguno en estos días, si no ve la voluntad empujada del estudio en los años ásperos de juventud, y que con la frecuencia de los estudios ejercen en ellos, se crece infinito, y que los viejos por miedo, soberbia y la ambición, extraídos, se convierten en ridículos, que cuánto creen mejor hacer, peor hacen, y creyendo ir delante de nuevo vuelven. Ellos envidiosos nunca no dan crédito a la perfección de los jóvenes en las cosas que hacen, aunque claramente se vea, por la obstinación que está en ellos, porque en las pruebas se ve que cuando para querer mostrar lo que saben más se fuerzan, y nos muestran a menudo cosas ridículas que se toman a broma. Y en verdad, cuando a los autores les pasa el tiempo que no se detiene, la mano les tiembla y la vista los deja. Pueden, si avanzaron algo, usar de los consejos en quienes empiezan, su saber del arte de la pintura y la escultura en quienes el espíritu y la sangre, orgullosa y llena de deseos ardientes, y de placeres mundanos sepan apartarse con voluntad: y que en los deseos del mundo no sean continentes, huyendo de todos los estudios. Y que tanto peso aportan detrás estas virtudes, que pocos de estos es raro que lleguen a sobresalir, de modo que son muchos más estos que comienzan con fervor, que aquellos que logran merecer buenos honores y adquieren fama.

Con más soberbia que arte, aún que mucho valía, vivía el Torrigiano escultor florentino, que en su juventud estaba con Lorenzo de Médici el Viejo en el jardín; Pues lo llevaron, siendo joven, junto con Miguel Ángel (B. Cellini lo ratifica por boca del mismo "Mi vida-13", en la Giuntina añade que Torrigiano golpeó a Miguel Ángel), porque trabajaba bien la arcilla, hizo en tal lugar algunas figuras.

Al adquirir nombre de hábil autor, marchó a Inglaterra, donde al servicio de este rey, hizo infinitas cosas (#, #, #) en mármol, bronce y madera; y trabajó en competencia con los maestros de este país, a los que a todos superaba.

Hizo muchas cosas, y de estas recavó muchos premios que, si no hubiera sido tan altivo, hubiera llegado muy lejos, como al contrario le pasó. Se dice que de Inglaterra pasó a España, donde hizo un crucifijo de arcilla, lo más admirable que había en toda España; y fuera de la ciudad de Sevilla, en un monasterio de monjes de San Jerónimo, otro crucifijo y a San Jerónimo (#) en penitencia acompañado del León; y retrató a un viejo despensero de los Botti, negociantes florentinos en España, y a la virgen y el niño (#), que por su belleza, fue causa que le encargara otra el duque de Arcus (Rodrigo Ponce de León); quién para tenerla le había hecho tantas promesas, que él pensó que iba a ser rico para siempre. Terminada la virgen, le ofreció muchos maravedíes, moneda que vale poco o nada, y que dos personas cargadas se las llevaron a su casa, por lo que pensó que se había convertido en muy rico; pero a continuación se las hizo contar las monedas a su amigo florentino y al cambio italiano, la suma no llegaba a treinta ducados, por lo que al tenerse engañado, con enorme cólera fue dónde estaba su figura, y la estropeó. Donde el español, al considerarse vituperado, acusó el Torrigiano de hereje, y lo llevaron a prisión, donde lo juzgaron diferentes inquisidores todos de herejía; y que por tal exceso fue seriamente castigado. Esto fue causa que el Torrigiano en tanta melancolía se encontró, que estuvo bastantes días sin querer comer, por lo que vuelto debilísimo, poco a poco terminó su vida. Y mereció este epitafio:

VIRGINIS INTACTAE HIC STATUAM QUAM FECERAT IRA

QUOD FREGIT VICTUS CARCERE CLAUSUS OBIT.

aprox: La virgen inmaculada su estatua rompió con ira, que él había esculpido muriendo encarcelado.

De esta manera dejando la comida se liberó de la vergüenza, pareciéndole para estos apuros merecer condena a muerte. Fueron hechas las figuras suyas alrededor de los años 1518, y murió en 1522 (hacia 1528).

 

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