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Paolo Romano y el Maestro Mino

Escultores

Biografía de : "las vidas de los mas excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros tiempos", descritas por Giorgio Vasari, Edición Torrentina de 1550

Es pura temeridad la presunción, y una gran locura extrema, quienes por rivalidad muchas veces se creen ser superiores a aquellos que saben más que ellos y con un estudio mayor se cansaron en la virtud, allí donde estos perversos, de mala naturaleza, empujados del odio, sin respiro ni freno ni vergüenza de su cuna, quieren ser más considerados. Y se dejan salir de la boca algunas palabras, que muchas veces les hacen daño a ellos mismos. Porque inflados de los venenos y las obstinaciones que tienen como concepto en ellos, dan a entender, y fácilmente se creen sin ninguna consideración (aunque en parte es conocido su error por ellos mismos) que la llama de las palabras puede cubrir su ignorancia. y cortar o enterrar a estos otros que humildes y de más saber se impulsan con sus trabajos, continuando los rastros calladamente de la verdadera virtud. Y si esto no siempre pasa, ocurre también a menudo que muchos creen en sus vanas palabras. Y muchas cosas por serles tenidos en cuenta en ellas los encargan, y que con mal espíritu las llevan adelante pero de una manera imperfecta al encargo, luego los dañan, huyen del país alegando esto a su altura del talento, y a la fantasía del arte, o a la avaricia de príncipes, o a alguna otra nueva desdicha, donde con el tiempo descubren a continuación el engaño de saber en las artes, como le pasó al maestro Mino escultor. Quien fue tan presuntuoso, con sus obras, como con sus palabras con las que las elevaba elogiándolas, que para lograr el encargo del Pontífice Pío II que había hecho a Paulo (Paolo di Mariano) el escultor romano de una figura, que tanta envidia esparció e infestó, que forzó a Paulo, que era  muy humilde y buena persona.

Donde Mino jactándose con Paulo, apostaba mil ducados, a que hacía una figura mejor que él. Y con muy gran presunción y audacia decía, conociéndole la naturaleza de Paulo, que no quería apuestas, no creyéndolo que tal partida aceptara. Pero Paulo aceptó la invitación, y Mino medio arrepentido, solamente por su honor sus cien ducados se jugó. Hecha la figura se dio a Paulo los elogios, como raro y excelente que era, y se percibió que Mino como persona en el arte no era nada más que las palabras que con que decía valer su obra.(#, Popularmente en la iglesia de Santiago de los españoles, en la plaza Nabona en Roma, en el triangulo encima de la puerta hay dos ángeles con "opus pauli", y "opus mini", # pero por ya no mentarla Vasari, también podríamos sospechar ser la obra perdida hacia 1506 del retablo de San Andrés lo que le dio pié en la grutta Vaticana, y si seguimos leyendo podemos extrañarnos de que de pronto se acuerda de "la obra" para el puente, ¿?, esto constata que la obra escrita en la edic. Torrentina  tuvo sus tiempos, y sus rellenos de encaje, también, aunque dista mucho de las formas de la Giuntina)

Son de mano de Mino en Monte Cassino, lugar de monjes negros en el Reino de Nápoles, algunas sepulturas, y en Nápoles algunas cosas de mármol. En Roma San Pedro y San Pablo que están en la escalinata de San Pedro, (#) y en San Pedro la sepultura de Papa Pablo II (#). Y la figura que hizo Paulo en competición con Mino fue el San Pablo, que está en la entrada del puente Sant´Angelo y que sobre un basamento de mármol se ve (#), que mucho tiempo antes estuvo en la capilla de Sixto IV ignorada.

Se produjo luego que Clemente VII Pontífice reparó en esta figura, y para ser él en tales ejercicios persona que oye y juicioso, le satisfizo mucho, por lo que deliberó de hacer un San Pedro del mismo tamaño, y ponerlas juntas, a la entrada de puente Sant´Ángelo dónde habían sido dedicadas a estos Apóstoles dos capillas de mármol, y quitar aquéllas que impedían la vista del castillo, y ponerle las dos estatuas.

El mismo Paulo hizo una estatua de un guerrero a caballo (# Inconcluso a su muerte, al parecer lo terminó Eusebio de Caravagio), que hoy se ve en San Pedro, cerca de la capilla de San Andrés.

Obtenida que tuvo esta victoria, se le tuvo siempre en veneración muy grande tanto en vida como muerto.

 

Pero porque le agradaba hacer poco y bien, separado de los asuntos, se retiró a una vida solitaria y tranquila. En cuál, llegando a la edad de 57 años en Roma su patria, murió, y con honorable sepelio, mereció luego con tiempo este epigrama:

ROMANVS FECIT DE MARMORE PAVLVS AMOREM;

ATQVE ARCVM ADIVNXIT CVM PHARETRA ET FACIBVS.

ILLO PERDIDERAT VENVS AVREA TEMPORE NATVM,

QVEM SEDES QVAERENS LIQVERAT ILLA POLI.

HOC OPVS (VT ROMAM DIVERTERAT) ASPICIT, ATQVE

GAVDET, SE NATVM COMPERIISSE PVTANS.

SED PROPRIOR SENSIT CVM FRIGIDA MARMORA, CLAMAT:

AN NE HOMINVM POSSVNT FALLERE FACTA DEOS?

aprox: Paolo Romano esculpió a Amor en mármol. Le puso el arco, la aljaba, y las flechas fogosas, fue cuando la Venus áurea había perdido a su hijo, y buscándolo abandonó las sedes celestes. Mira esta obra (hecha para solaz de Roma) y se alegra, cree que ha encontrado a su hijo. Y al acercarse y sentir el frío mármol exclama: ¿Cómo las obras mortales pueden engañar a los dioses?

Fue discípulo de Paulo, Gian Cristoforo Romano, que después llegó a ser hábil escultor.

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