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 Giuliano y Antonio da San Gallo

Arquitectos Florentinos

Texto traducido de "las vidas de los mas excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros tiempos", descritas por Giorgio Vasari, Edición Torrentina de 1550


El espíritu y el valor en un cuerpo cuya virtud y capacidad están dotados hacia el arte, logran efectos infinitos que maravillan. Por esto todas las personas que son abyectas, o los jefes, quienes viven de la experiencia de los hombres que valen, que se quedan aún alejados de sacar el límite de su virtud, la cual encierran como una luz en este ciego mundo, que es lo que hace mayor resplandor y de más digno elogio, por lo que además de sus obras, su nombre crece hasta el infinito, y deja a la posterioridad y la eternidad, su nombre, y los da espíritu a estos que son tímidos, para que se impongan a los trabajos y se impulsen. Así aún se adorna el mundo, y se da espíritu a los príncipes, que continuamente mandan hacer las obras, y se muestra las cualidades venidas del Cielo y las virtudes a los descendientes, los cuales, de esos trabajos adquieren y reciben una cómoda vida, y por tal causa, entonces comprenderemos el valor en esta vida y en el arte del espíritu presto, que en las empresas difíciles mostró Giuliano de Francesco de Bartolo Giamberti, arquitecto florentino, que el origen de este arte tomó de Francesco su padre. El cuál en su tiempo fue de los arquitectos que vivían al servicio de Cosme de Médici, empleado en sus edificios y dotado para aquéllos y para la música, que tocaba distintos instrumentos.

Tuvo a Giuliano y a Antonio sus hijos, que al arte de tallar la madera los puso; y ellos dibujando seguían este arte. Vivía en el tiempo de Lorenzo el viejo de Médici, el Francione, carpintero, criado suyo, con el que componían sonetos y sátiras todo día, Además de las muescas de madera, dominaba las perspectivas, y juntos hicieron muchas cosas de arquitectura y le dibujaron a este espléndido ciudadano.

Pues Francesco puso a Giuliano bajo su guardia, como espíritu más agudo y de talento más diestro, quién hizo en este arte dignas cosas de elogio, como puede comprobarse en el Duomo de Pisa, donde labró todo el coro (se incendió en 1595), todo con muy bonitos efectos y perspectivas, la cuál aún entre muchas nuevas perspectivas no se ve mejor.

En el tiempo que Giuliano se dedicaba a dibujar, y la sangre de juventud le hervía, el ejército del duque de Calabria, por de odio que tenía al espléndido Lorenzo, imperiosamente acampó en Castellina para ocupar el territorio a la Soberanía de Florencia, y si hubiera podido (1478 se rindió el asedio), otros territorios. Con el asedio a Castellina, el espléndido Lorenzo quiso enviarles un ingeniero que hiciera molinos y fortificaciones, y por otro lado, tuviera el cuidado de la artillería, hasta entonces poco empleada. Y entre muchos elegibles hizo por Giuliano, como talento el más expedido y más diestro y, lo puso delante. Y le fue fácil de obtener, teniendo dependencia de servidumbre, Francesco padre de Giuliano con Cosme el Viejo, por lo que con autoridad encomendada, se le envió a esta empresa. Llegado Giuliano a Castellina, construyó fortificaciones muros y molinos, y otras cosas necesarias para la defensa de aquélla. Y viendo que los hombres andaban lejos de la artillería, las cargó y realizó disparos con gran dirección, y las acondicionó de tal manera que quien disparase a continuación, no tuviera daño, ya que antes mató a varias personas, que con poco juicio no habían sabido protegerse del retroceso que hacían. Y mucho fue el resultado de Giuliano, que las tropas del duque se asustaron de manera, y por este y otros impedimentos en consecuencia decidieron de irse. Se dio elogio universal en Florencia a Giuliano, y del espléndido Lorenzo fue continuamente distinguido. Y éste volvió a las construcciones, e hizo el claustro de Cestello de composición jónica (#), que quedó inacabado por la falta de dineros de los monjes.

Y mientras tanto, conseguía principal consideración en Lorenzo el espíritu de Giuliano. Y teniendo voluntad de edificar en Poggio a Caiano (#), lugar entre Florencia y Pistoia, y teniendo Francione hecho, varias veces junto con otros arquitectos, modelos y dibujos, pensó que Giuliano también presentara el suyo, cosa que hizo de buen grado, y lo extrajo de la forma habitual, que Lorenzo comenzó rápidamente a hacerlo aplicar como el mejor de todos, y le asignó sueldo y grado para esto. Éste quería hacer antes la gran sala del palacio con una bóveda que llamamos nosotros de cañón, y no se creía posible por la distancia, que podía caerse, por lo que Giuliano, que construía en Florencia su casa (#), colocó una cúpula en su salón, para prueba de la villa médici, y ser capaz de cumplir la voluntad del espléndido Lorenzo, como la que esta en Poggio (#), que hizo y llevó con fortuna.

Su renombre empezó a aumentar, que le rogó el duque de Calabria que le hiciera el modelo de un palacio, que con comisión del espléndido Lorenzo, debía ubicarse en Nápoles, y consumió gran tiempo en conducirlo (hay un dibujo en el códice barberiniano en el Vaticano). Mientras que aún lo trabajaba, sucedió que el castellano de Ostia, obispo entonces de la Rovere, que fue a continuación con el tiempo el Papa Julio II, queriendo acondicionar y poner en buen uso esta fortaleza (# es de Baccio Pontelli), sabiendo del renombre de Giuliano, envió por él a Florencia, y ordenando buen sueldo. Le llevó dos años realizar a conveniencia lo que pudo con su arte. Y porque el modelo del duque de Calabria no sufriera y se terminase, dejó a Antonio su hermano con trato de terminarlo. Este trabajó con diligencia, lo continuo y terminó aún. Al ser Antonio suficiente en tal arte no menos que Giuliano. Por consejo de Lorenzo el viejo que este pidió que lo presentara Giuliano, ya que en tal modelo podía mostrar las dificultades que en ello había tenido. Cuando fue Nápoles, y presentó la obra, se le recibió con honores y no con menos estupor, de haberlo el espléndido Lorenzo enviado con tan elegantes maneras. Y con maravilla se debe contemplar el magisterio de la obra en el modelo. Satisfechos de la obra, se dieron con celeridad principio a ella cerca de Castel Nuevo. Luego que Giuliano había estado en Nápoles mucho tiempo, pidió licencia al Duque para volver a Florencia, y se le hizo del rey presente de caballos y prendas de vestir, y entre otros una taza de plata con algunos centenares de ducados los cuales Giuliano no quiso aceptar, diciendo que estaba al servicio de un señor y que no necesitaba oro nacido de plata, y que sí también le quería hacer presente, o algún regalo, para poner de manifiesto que él allí había puesto su trabajo, que prefería una de las antigüedades a su elección. Y el rey por amor al espléndido Lorenzo y por las virtudes de Giuliano concedidas, les dio en prueba una cabeza del emperador Adriano, hoy sobre la puerta del jardín de casa Médici, una hembra desnuda de tamaño mayor que natural, y un Cupido que duerme, de mármol todas las obras. Cuando Giuliano envió el presente al espléndido Lorenzo, este mostró infinita alegría, apreciando el acto de muy liberal autor, rechazando el oro y el dinero con astucia, cosa que pocos hubieran hecho.

Volvió de nuevo Giuliano a Florencia y recogió el reconocimiento del espléndido Lorenzo, quien vino en capricho, para complacer al monje Mariano de Ghinazzano, muy literario, de los Monjes Eremitas de San Agustín, de construirle fuera de la puerta San Gallo un convento capaz para cien monjes, que de muchos arquitectos se hizo modelos, y acabó realizando el de Giuliano, que fue causa de que Lorenzo lo nombró de esta obra Giuliano de San Gallo. Por lo que Giuliano, que de cada uno sentía que lo llamaran de San Gallo, dicen que un día contestó al espléndido Lorenzo: "es culpa vuestra que de llamarme de San Gallo, he perdido el nombre de mi antigua estirpe, y al creer que iba hacia la antigüedad, resulta que estoy retrocediendo". Pero Lorenzo le respondió que más liberalmente el quería que por su virtud diera principio de un nueva casta, que no dependiera de otros, por lo que Giuliano de tal cosa quedó contento. Continuó la obra de San Gallo junto con otras obras de Lorenzo, que no se terminaron llegando la muerte de Lorenzo. A continuación poco vivió en pie tal obra. En 1530 por el asedio de Florencia se arruinó y fue derruido juntos con el burgo, con una plaza hermosa y muchos otros edificios que había por todo el lugar; y al presente no queda algún vestigio ni de iglesia ni de convento.

Por este tiempo fue la muerte del rey de Nápoles (Fernando I de Aragón, 1494), y Giuliano Gondi, muy rico comerciante florentino, se volvió a Florencia, y frente a Santa Florencia, y en la plaza de los leones, de composición rústica, hizo edificar un palacio a Giuliano, con quien en Nápoles había tomado familiaridad. Este palacio debía hacerse en esquina (#) y mirar hacia el Mercado Viejo, pero la muerte de Giuliano Gondi (1501) le hizo detener la obra.

Hizo para un veneciano, fuera de la puerta Pinti en Camerata, un palacio (villa ex Pisa, en san Domenico al lado de Fiesole, lo amplió Poggi), y aún casas de ciudadanos, muchas casas, que no merecen mención.

Se produjo que al espléndido Lorenzo, buscando la utilidad pública y la belleza, para dejar renombre y memoria además de la mucha fama que tenía, vino en el hermoso pensamiento de hacer la fortificación de Poggio Imperial sobre Poggibonzi sobre la carretera de Roma y fundar una ciudad, que volvió a dibujar siguiendo su consejo y dibujo de Giuliano; y con ello comenzó aquélla obra muy famosa (solo quedan unos muros arruinados), en la cual hizo una fortificación muy bella como hoy se comprueba.

Estas obras le dieron tal renombre, que el duque de Milán, le pidió que le hiciese el modelo de un palacio, fue luego, mediando a continuación de Lorenzo, que se condujo a Milán, donde no menos se honró a Giuliano del duque como antes fue del rey cuando lo hizo llamar a Nápoles. Luego de presentarle el modelo de parte del espléndido Lorenzo, el Duque quedó maravillado al ver  los tratamientos y la distribución tan hermosa y los adornos, y con arte y gracia todo emplazado, que fue causa que, al poco se procuraron las cosas necesarias, y se comenzaba a aplicarlo. Se encontró Giuliano con Leonardo que supo que trabajaba con el Duque, y hablaron del vaciado que quería hacer de su caballo, disputando sobre la imposibilidad de realizarlo, de lo cual hay muy buenos documentos. La obra no se pudo terminar por la llegada de los Franceses, y el caballo como el palacio tampoco.

Volvió de nuevo a Florencia, y encontró que Antonio su hermano, que le servía en las maquetas, había pasado a ser un artista egregio que en su tiempo no había quien trabajara mejor la madera y las tallas, y sobre todo los Crucifijos grandes, como en realidad da fe el que está en el altar mayor en la anunciación de Florencia, y uno que tienen los monjes de San Gallo en San Jacobo entre Fossi, y otro en la Compañía del Descalzo, que se tienen todos por muy buenos. Pero aunque él mejoró en tal ejercicio Giuliano le pidió que le ayudara en la arquitectura, teniendo pendiente para gente privada como publico de hacerles muchos asuntos. Se produjo, como continuamente pasa, que la fortuna es enemiga de la virtud y cesaron los apoyos a los virtuosos con la muerte de Lorenzo de Médici, que no solamente fue causa de privar a los autores virtuosos y a su patria, que perjudicó a toda la Italia, y en consecuencia de tal pérdida el mismo cielo se dolió.

Giuliano como otros espíritus, quedó extraviado y muy afligido, y por el dolor se mudó al Prato, cerca de Florencia para atender el templo de Santa María delle Carceri (#), porque se detuvieron en Florencia todas las obras publicas y privadas. Permaneció pues en el Prato tres años de continuo, soportando los gastos, el malestar y el dolor como mejor podía.

Estando la iglesia de Santa María de Loreto descubierta, y faltando la cúpula, comenzada pero no terminada de Giuliano de Maiano, puesto en duda que la debilidad de pilares resistiese tal peso. Por lo que escribieron a Giuliano que: si quería tal obra, lo fuera a ver; y él, como valeroso y capaz, mostró con facilidad que aquello se podía hacer, y que a él le bastaba con su espíritu. Dando tales razones, la obra le fue encargada (#).

Luego del encargo dejo esperando la obra del Prato, porque los mismos maestros albañiles y cinceladores a Loreto se los llevó. Tal obra debía tener firmeza en las piedras, resistencia, forma y estabilidad, y haciendo legación, envió a Roma por puzolana, sin mezclarle cal, (¿? la pozzolana procedía de Pozzuoli al lado de Nápoles, añadiendo luego + 30% de cal se produce cemento natural, En la Giuntina no añade más información, y siendo conocimiento de Arquitectos no podemos presuponer un error ) y con ella lo templaba sellando cada piedra de la muralla, así al cabo de tres años la terminaba quedando la cúpula perfecta.

Fue a continuación a Roma, donde al Papa Alejandro le restauró el techo (#) de Santa María la Mayor que amenazaba ruina, y les hizo este palco que al presente se ve, que lleva el talento y valor de Giuliano.

El obispo de la Rovere, que fue nombrado cardenal de San Pietro in Vincoli, ya amigo de Giuliano cuando era castellano de Hostia, le pidió hacer el modelo del palacio de San Pietro in Vincoli (desaparecido, queda quizás el pozo #); y poco después de esto, quiso construir en Savona, su patria, un palacio (trasformado #), con el dibujo y la asistencia de Giuliano. Pero el palco aún estaba por terminar, y el Papa Alejandro no quería dejarlo ir. Por lo que lo hizo terminar a Antonio su hermano, por tener talento y practica con la servidumbre del Papa, quien le mostró la voluntad de fundar y refundir con las defensas el empleo de castillo de la Mole de Adriano, hoy llamado Castel Sant´Angelo (#). Así se hicieron los torreones de la parte baja, las zanjas y las otras fortificaciones que al presente se ven. Quien aumentó en gran crédito con el Papa, y con el duque Valentino su hijo, y fue causa que hacer la fortaleza que se ve hoy a Civita Castellana. Y así mientras que este Pontífice vivió, él continuamente tuvo obras; y no le faltó el trabajo ni las recompensas.

Ya tenía Giuliano la obra muy adelante en Savona. El cardenal por alguna de sus necesidades volvió de nuevo a Roma llevando a Giuliano, y dejó muchos operarios que construían y daban los remates con los dibujos de Giuliano, e hizo de buen grado este viaje para volver a ver a Antonio y las obras de él, dónde permaneció algunos meses. Pasó que el cardenal vino en desdicha del Papa y salió de Roma para no ser apresado, y Giuliano en su compañía. Llegados pues a Savona, contrataron numerosos maestros y otros autores en diversos trabajos para terminar la obra.

Pero haciéndose más vivos los rumores del Papa contra el cardenal, este se fue a Aviñón, y se llevó un modelo que Giuliano había hecho de un palacio para él, y lo hizo presentar como regalo al rey, el cuál modelo era maravilloso, de hermosos órdenes, y correspondientes adornos con variados ornamentos, capaz para el alojamiento de toda la corte. Estaba la sede real en Lion cuando Giuliano presentó el modelo, el cual fue muy alabado y aceptado del rey. Este ampliamente le recompensó, y le dio elogios infinitos, y se lo agradeció mucho al cardenal que estaba en Aviñón. Mientras tanto, llegaron nuevas de que el palacio de Savona estaba acabado, por lo que el cardenal deliberó que Giuliano revisara tal obra. Y así se fue Giuliano a Savona, y al poco de llegar estaba terminada. Donde Giuliano deseando volver a Florencia, ya por el largo tiempo que no había ido, y con los principales artesanos tomó el camino.

Por este tiempo el rey de Francia puso a Pisa en libertad, y duraba aún la guerra entre Florentinos y Pisanos; y al querer Giuliano pasar, junto a Lucca se hizo hacer un salvoconducto, Pero los soldados pisanos sospecharon de ellos y al pasar por Altopascio los pisanos los hicieron prisioneros, no ocupándose del salvoconducto ni cosa que tenían; y por seis meses estuvieron retenidos en Pisa. Con una fianza de trescientos ducados pudo volver a Florencia.

Tenía Antonio en Roma oído estas cosas, y teniendo deseo de ver su patria y a su hermano, despidiéndose salió de Roma: y en su paso dibujó al duque Valentino el castillo de Monte Fiascone (#). Llegando a Florencia en el año 1503, con alegría de su hermano y amigos que gozaron. Luego fue la muerte de Alejandro VI y la sucesión de Pio II, que poco vivió; y se nombró Pontífice al cardenal de San Pietro in Vincoli, llamado como Papa, Julio II, con gran alegría de Giuliano por la larga servidumbre que tenía suya, por lo que deliberaron de ir a besarle los pies. Luego en Roma, le acogieron muy bien, y rápidamente se hizo ejecutor de sus primeras obras antes de la venida de Bramante.

Antonio, que había permanecido en Florencia, siendo gonfalonero Pier Soderini, continuó la construcción del Poggio Imperial, habiendo sido enviados a trabajar todos los prisioneros pisanos para terminar esta obra.

A continuación en la batalla con Arezzo fue arruinada la fortaleza, y Antonio hizo el modelo con consentimiento de Giuliano, que de Roma para eso fue, y por esta obra, fue Antonio nombrado Arquitecto del comune de Florencia, poniendo las defensas a su cargo, y rápido volvió de nuevo Giuliano a Roma, donde trabajaba el divino Miguel Angel Buonarroti que debía hacer la sepultura de Julio. por lo que Giuliano reconfortó al Papa en la empresa, recomendando que para tal tumba construyese una capilla nueva, y no la del viejo San Pedro, no entrando en el espacio de ese lugar. Esta capilla volvería esta obra más perfecta y con mayor majestad. Donde muchos arquitectos hicieron los proyectos, de manera que venidos en consideración, poco a poco, de una capilla pobre se construyó el nuevo San Pedro.

Llegó a Roma Bramante de Urbino arquitecto, que volvía de Lombardía, respaldado con su obra, junto con Baldassar Perucci y Raffael de Urbino y otros arquitectos, y puso tal obra en confusión, de manera que mucho tiempo se consumió con razonamientos. Finalmente la obra se dio a Bramente por lo que se enfadó Giuliano, por la servidumbre que tenía con el Papa en menor grado, prometiéndole tal obra, y pidió licencia para marchar, auque le ofrecieron compartir con Bramante, con muchos regalos del Papa, se volvió a Florencia.

Pier Soderini, rápidamente le dió trabajo. No pasaron seis meses, que el Papa le hizo escribir de Bartolomeo de la Rovere, sobrino del Papa que amablemente a Giuliano, le pedía que volviera Roma para bien suyo, pero ni por pactos, ni con promesas, se pudo torcer a Giuliano, pareciéndole estar muy ofendido del Papa. Se escribió a Pier Soderini que lo enviara a Roma, porque Su Santidad quería terminar la empresa del Papa Nicolás V, es decir, la fortificación del torreón redondo comenzada por él, y así el Borgo el Mirador, y San Pedro quería amurallarlos. Y porque le honraba mucho este emprendimiento, se dejó Giuliano convencer de Pietro para ir. Llegado a Roma, obtuvo del Papa regalos y una buena acogida.

Tenía el espíritu el Papa de expulsar a los franceses de Italia; y llegado el turno de Bolonia, se llevó con él a Giuliano. Y echados los Bentivogli, por consejo de Giuliano deliberó de hacerse de Miguel Ángel Buonarroti un Papa de bronce. Así Giuliano escribió a Miguel Ángel de parte del Papa; quién vino y la hizo, y se colocó en la fachada de San Petronio.

Fue Giuliano con el Papa a la Mirandola, y aquélla tomó; y Giuliano con desconcierto y malestar volvió de nuevo a Roma a la corte. No había terminado aún la rabia de expulsar a los franceses del Papa, por lo que de nuevo intentó hacerse con el Gobierno de Florencia de Pier Soderini, siéndole este de grave impedimento y problema para su espíritu. Por lo que desviado el Papa del primer fin de construir y estando en las guerras enredado, Giuliano, ya cansado, deliberó pedir permiso al Papa, al ver que solamente se construía San Pedro, y aún esta caminaba lentamente.

El Papa en persona que le oye le respondió en cólera: "Crees tu que no se encuentra otro Giuliani da San Gallo?". Y este le contestó: "Ninguno con tanta fe en su servidumbre, pero el encontraría a muchos príncipes de mayor integridad en las promesas que el Papa". El papa, contrariado le dijo que hablarían más adelante y le negó la ida.

Había traído Bramante a Raffaello de Urbino, para pintar las habitaciones papales, las cuales le gustaron mucho al Papa: por lo que iba a pedirles seguir con la capilla de Sixto su tío. Sin embargo al saber Giuliano que Miguel Ángel había terminado en Bolonia al Papa el bronce, le habló a Su Santidad, y le aconsejó llamarlo a Roma y a darle este trabajo, y esto de buen grado hizo el Papa Giulio, y así la capilla le fue encargada a Miguel Ángel.

Poco después de esto, insistió Giuliano para volverse de nuevo a Florencia, y el Papa, al verle con determinación, con buena gracia suya lo bendijo y le entregó una bolsa de raso roja con 500 escudos, diciéndole que descansase en su casa, y que para cualquier cosa le sería grato. Así Giuliano, besando los pies, se volvió a Florencia.

Vuelto de nuevo, encontró que el ejército florentino estaba asediando Pisa. Por lo que Pier Soderini, después de las recepción hecha a Giuliano, lo envió al campo con los oficiales, que no podían evitar que los Pisanos introdujeran por el Arno víveres en Pisa.

Se impedían algunos, pero aconsejaron que se debía hacer un puente para cortar el paso de los barcos. Vuelto Giuliano a Florencia, concluyeron que en primavera esto se haría. Entretanto, en previsión, fue Giuliano a Pisa, y con Antonio su hermano, y allí construyeron junto, hizo un puente, ingenioso y bello, para poder defenderse de las crecidas de las aguas y de otros impedimentos, y lo conectaron con cadenas de manera que aumentaba la resistencia, mostrando el valor habitual de virtud de Giuliano. Donde estrechado el asedio, los Pisanos a causa del puente, no viendo remedio, pactaron un acuerdo con los florentinos, y estos se volvieron.

No pasó mucho que Pier Soderini le encargó de nuevo a Giuliano, que con infinito número de maestros, y con celeridad extraordinaria, le construyó la fortaleza que hoy se ve en la Puerta de San Marcos, y la puerta de estilo dórico. La cuál obra duró hasta el año 1512. Mientras que Giuliano servía en este trabajo, Antonio hacía seguir para la soberanía todas las demás obras publicas. Se produjo entonces el favor que dio el Papa Giulio a la casa de Médici para hacerlos volver de nuevo a Florencia, por que habían sido expulsados por los Franceses, de Italia. Fue este efecto con las armas del Papa con el que expulsaron del palacio a Piero Soderini y volvieron al antiguo estado y bajo control de la casa de Médici. Vuelto a entrar en Florencia reconoció la servidumbre de Giuliano y Antonio con el espléndido Lorenzo de Médici por Giovanni, el cardenal su hijo. No mucho después fue la muerte de Julio II, y fue nombrado Pontífice (1513). Y así convino de nuevo que Giuliano se trasladase a Roma.

Se produjo que al poco se murió Bramante; para lo que volvieron dar a Giuliano el cuidado de aquélla obra, que se dió a continuación al gracioso Rafaello de Urbino. Pero Giuliano, agotado de los trabajos y la vejez y con un mal de piedra que lo atormentaba, pidiendo permiso de Su Santidad se volvió a Florencia. Y en el espacio de dos años, al no poder resistir tal enfermedad, que había empeorado, a los 74 años se murió, el año 1517 (1516), dejando el nombre al mundo, el cuerpo a la tierra y el alma a Dios.

Dejó muy afligido a Antonio, que tiernamente le quería, y a su hijo Francesco que empezaba en la escultura, y era pequeño cuando se murió su padre. Pararon sus obras durante tiempo. Y, en tanto Antonio, que quieto sin trabajar no se estaba, hizo dos grandes crucifijos de madera, uno se envió a España, y se llevó otro, con Domenico Boninsegni, para el cardenal Giulio de Médici vicecanciller en Francia.

Se produjo que la casa de Médici deliberó de hacer la fortaleza de Livorno (#), por lo que el cardenal de Médici habló a Antonio para hacer el diseño, aunque a continuación no se aplicaron enteramente, tal como Antonio lo había dibujado.

Por este mismo tiempo los hombres de Montepulciano (#), por milagrosos hechos de la virgen, acordaron de hacerle un templo de muy gran presupuesto, Antonio hizo el modelo y lo pusieron como maestro de obra. Por lo que dos veces por año visitaba la obra, que hoy se ve acabada al detalle, con muy hermosa composición y variaciones del talento de Antonio hechas con suma gracia. Todas las piedras son blancas que parecen mármol travertino. La iglesia está fuera de la puerta de San Biagio hacia la derecha, a media subida de la colina.

En este tiempo dió principio también al palacio de Antonio di Monte, cardenal de Santo Prassedia, en el castillo de Monte San Savino (#), y otro para el mismo en Montepulciano (#), la cual obra está trabajada y terminada con gracia. Hizo las casas de los Monjes servitas sobre el lugar (#), a la manera de la galería de los Inocentes.

Y en Arezzo hizo modelos del las naves de la virgen de las Lagrimas (#) del mismo modo hizo un modelo para la Virgen de Cortona, del cual no tengo conocimiento que se llevase adelante (la hizo Giorgio Martini #).

En el asedio lo contrataron para levantar la fortificación y los bastiones de la ciudad (de Florencia en 1529). Y pudo contar para la empresa con la compañía de Francesco su sobrino.

Se produjo que al aplicar el Gigante en el lugar, hecho de mano de Miguel Ángel, en tiempo de Giuliano hermano de Antonio, entonces iba a llevar adelante este otro que había hecho Baccio Bandinelli, en el que se dió el cuidado a Antonio que lo condujese, en compañía de Baccio de Agnolo, con talento muy vigoroso lo llevó y lo colocó sobre la base que a tal efecto se había colocado (#).

Llegado a viejo por el tiempo, no se divertía con otra cosa que la agricultura, en la cual era muy inteligente. Cuando más no podía por la vejez, de sufrir la incomodidad del mundo, el año 1534 entregó el alma a Dios, y junto con Giuliano su hermano, le enterraron en la iglesia de Santa María Novella, en la sepultura de Giamberti.

Las maravillosas obras de estos dos hermanos darán fe al mundo del talento que tenían, y en la vida, los hábitos honrados de sus obras, y por ello fueron apreciados de todo el mundo. Dejaron Giuliano y Antonio herencia en el arte de la arquitectura, en el modo toscano de tal forma que ni Pippo (Pippo "el loco" apodo de Brunelleschi) ni otros habían hecho, y trazaron el dórico con las mejores medidas y la proporción de Vitruvio, orden y regla que no se habían usado. Hicieron en Florencia en las casas infinidad de cosas antiguas de mármol muy bonitas, que honran y adornan a Florencia como ninguno lo adornase y honrase en el arte. Llevó Giuliano a Roma las bóvedas bien encastradas, como en su casa da fe una habitación, y en Poggio a Caiano en la gran sala tal como se ve ahora. Logrando respeto en sus trabajos. Ayudó a consolidar la soberanía florentina con fortificaciones y adornado la ciudad, y por los países donde pasó, dio nombre a Florencia y a los talentos toscanos, y estos, por honrarles la memoria hicieron estos versos:

CEDITE ROMANI STRUCTORES, CEDITE GRAII,

ARTIS VITRUVI TU QUOQUE CEDE PARENS.

HETRUSCOS CELEBRATE VIROS. TESTUDINIS ARCUS,

URNA, THOLUS, STATUAE, TEMPLA DOMUSQUE PETUNT.

aprox. Se rinden los constructores romanos, se rinden los griegos, se rinde Vitrubio, padre de la arquitectura, Etruscos celebrados varones seáis por las bóvedas, urnas, cúpulas, estatuas, templos y casas
 
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