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 Francia Bigio

Pintor florentino

Biografía traducida de "las vidas de los mas excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros tiempos", descritas por Giorgio Vasari, Edición Torrentina de 1550

 


Los trabajos que se sufren en la vida para elevarse de la tierra y salir de la pobreza, ayudando también a los próximos, hacen que el tal sudor amargo, se vuelve muy dulce,
y comiendo de eso el espíritu, en tanto alimenta las voluntades de los demás, que la bondad del cielo, viendo ante una buena vida y excelentes hábitos, listo e inclinado a los estudios de las ciencias, se esfuerza más que acostumbra para serle a su talento favorable y benigna.

Como le pasó realmente a Francia, pintor florentino, el cual, por excelente y justa causa se dedicó al arte de la pintura, y la ejercía, no tanto deseoso de renombre, sino por ayudar en la necesidad a sus parientes.

Había nacido de muy humildes artesanos y de personas bajas, y pretendía salir de esto, y al hacerlo mucho le ayudó la competencia con Andrea del Sarto, entonces su compañero, con el que mucho tiempo tuvo taller y la vida en la pintura. Esta vida fue causa, de que el uno por el otro progresaran en el arte de la pintura.

Se enteró Francia, de los comienzos del arte en sus juventud, permaneciendo algunos meses con Mariotto Albertinelli. Y era muy inclinado a las cosas en perspectiva y de aquélla estuvo aprendiendo continuamente por deleite suyo.

Alcanzó en Florencia en su juventud reputación de muy hábil. Las primeras obras que pintó fue en San Brancazio, iglesia en frente de su casa, un San Bernardo trabajado al fresco, y en la capilla de Rucellai, un pilar con Santa Catalina de Siena trabajada del mismo modo al fresco: lo que dio a saber de sus buenas cualidades, que en tal arte mostró con sus trabajos.

Y lo mostró en San Job detrás de los Servi en Florencia, en la esquina de la iglesia de dicho santo, un tabernáculo trabajado al fresco por él, en el cual hizo la Visitación de la Virgen a Isabel. En la figura se percibe la benignidad de la Virgen, y en la vieja un reverencia muy grande; y pintó el Santo Job pobre y leproso, y al mismo, rico y sano.

Está trabajada con sabiduría y por ello le dio crédito y renombre. Los hombres principales, de esta iglesia y de la cofradía, le encargaron la tabla del altar mayor, la cual Francia la llevó aún mejor; y en tal obra, está un San Juan Bautista donde se retrató en la cara; e hizo en aquélla a la virgen y el Santo Job pobre (#).

Se edificó entonces en Santo Spirito en Florencia la capilla de San Nicolas, en la cual de madera con el modelo de Iacopo Sansovino se talló el santo de redondo, que en medio la puso, y Francia hizo dos angelotes que pintó al óleo en dos cuadro que se celebraron (#, #), y en dos redondos hizo una anunciación; y trabajó la predela (#, #), con pequeñas figuras de los milagros de San Nicolás con tanta diligencia, que merece pues mucho elogios.

Hizo en San Pedro Mayor, en la puerta a mano derecha entrando en la iglesia, una anunciación (#), dónde hizo el ángel que todavía vuela por el aire, y ella de rodillas, con muy graciosa aptitud, lo recibe y saluda. Y les extrajo un escorzo en perspectiva, de una casa muy elogiada e ingeniosa.

Y en verdad que el Francia tenía la manera poco agradable, porque se fatigaba mucho y era duro con su trabajo, sin embargo era mu reservado y diligente en las medidas del arte en las figuras.

Recibió el encargo de pintar en los Servi, compitiendo con Andrea del Sarto, en el patio delante de la iglesia, una historia, en la cual él hizo los esponsales de la virgen (#), donde abiertamente se conoce la enorme fe que tenía José, quien mientras se desposa se ve en la cara tanto el temor como la alegría. También les hizo uno que le da algunos puñetazos, como es costumbre de nuestro tiempo, para recuerdo de la boda. Y en uno desnudo, expresada afortunadamente la irá y el deseo, que lo induce a romper su vara que no florecía. En compañía de la Virgen hizo a algunas mujeres con hermosos aires en peinados y cabezas, de las cuales se divirtió siempre. Y en toda esta historia, no hizo cosa que fuera mejor consideraba, como no fuera una mujer con un muchacho al cuello que se va a casa, y le ha dado unos azotes a otro niño que sentado no quiere irse, y está llorando mucho con una mano en la cara con mucha gracia. Y ciertamente que en cada cosa grande o cosa pequeña, puso en esta historia mucha diligencia, por esos días espoleaba su espíritu pues tenía que demostrar a los artistas y a las otras personas entendidas, que sentía veneración por la dificultad del arte cuando lo tenía, y aquéllas imitando, a buen término las llevaba. Sucedió que los monjes, para una solemnidad de una fiesta, habían estado muy envidiosos de las historias que Andrea descubría, quisieron estos de Francia descubrirlo del mismo modo. Viendo por la noche que Francia había terminado el suyo excepto el basamento, y como temerarios y presuntuosos que eran, al descubrirlo, pensando, como ignorantes de tal arte, que Francia no tenía que retocar o hacer otra cosa en las figuras. Por la mañana, descubrieron ésta de Francia como las de Andrea. Y le llegó la noticia a Francia, que las obras de Andrea y la suya habían sido descubiertas. Y sintió tanto dolor, que fue para morir. Y llegando irritado les contradijo a los monjes por su presunción, y poco respeto que habían tenido con él, a buen paso se llegó a la obra. Ya, subido sobre el puente, que no se había retirado, aunque estaba descubierta la historia, con el pico de un albañil, picó la pared dando en las cabezas de algunas hembras, y dañó la cabeza de la Virgen, y también el desnudo del que rompe la porra, al que casi del todo picó de la pared. Los monjes corrieron al ruido, y algunos seculares le tuvieron las manos, si no, la hubiera dañado toda. Y aunque a continuación, con el tiempo le querían dar doble pago, sin embargo nunca quiso terminarla, por el odio que les tomó, Y por el respeto que pedía tener a tal obra suya, los otros pintores tampoco la quisieron terminar.

Esta obra está trabajada al fresco con muchísima diligencia y con hermosa frescura, que se puede decir que el Francia al fresco trabajaba mejor que ningún hombre de su tiempo, y con seguridad le daba unidad y esfumaba mejor con los colores sin retoques, Por ésta y por otras de sus obras merece mucho ser celebrado.

Hizo aún fuera de la puerta a la Cruz de Florencia, en Rovezzano, un tabernáculo (#) con un crucifijo y otros santos, y en San Giovannino en la puerta de San Pier Gattolino, hizo una última cena (#) de los Apóstoles al fresco.

Se produjo que al irse a Francia, el pintor Andrea del Sarto, que había comenzado a la Compañía del Descalzo de Florencia el claustro al claroscuro, con las historias de San Juan Bautista, los cofrades de aquélla que querían dar final a tal cosa tomaron a Francia, el cual, como imitaba la manera de Andrea, para que continuase la obra comenzada.

Donde en este lugar hizo Francia alrededor los ornamentos de una parte; y llevó dos historias trabajadas con diligencia. Cuando San Juan Bautista que se despide de su padre Zacarías (#), para ir al desierto; y otro al encontrarse en su viaje, Cristo y San Juan, con José y Maria (#), que allí se los ve abrazarse. No siguió más luego de volver de nuevo de Andrea, que siguió a continuación dando final al resto de las obras.

Hizo con Ridolfo Ghirlandai un aparato muy bonito para las bodas del duque Lorenzo, con dos perspectivas para las comedias que se hicieron, trabajadas con mucho orden, juicio magistral y gracia; con el cual adquirió nombre y favor cerca de este príncipe.

Este servicio fue causa de que de dieran la obra de la bóveda de la sala del Poggio a Caiano para dorarla, en compañía de Andrea de Cosimo; y a continuación comenzó a competir con de Andrea del Sarto y Iacopo del Puntormo una fachada de dicho edifico: de cuando Cicerón es llevado en triunfo por los ciudadanos romanos (#). Estos trabajos los había hecho comenzar con liberalidad el Papa León para memoria de Lorenzo su padre, que tal edificio había hecho fabricar, y los ornamentos y las historias antiguas con intención los había hecho pintar. Las cuales el muy culto y enorme historiador Micer Paolo Giovio, obispo de Nocera, entonces el más cercano a Giulio cardenal de Médicis, se los dio a Andrea del Sarto, a Iacopo da Puntormo y a Francia Bigio, para que demostrasen el valor y la perfección que en su arte aquellos ponían de manifiesto. Y obtenían del Espléndido Ottaviano de Médici cada mes treinta escudos para cada uno. Donde Francia fatigándose hizo en su parte, además de la belleza de la historia, algunos edificios muy bien proporcionados en perspectiva. Pero esta obra por la muerte de León quedó sin terminar, y a continuación fue encargada del Duque Alejandro de Médici el año 1532, reiniciada por mano de Iacopo de Puntormo, el cual lo demoró tanto, que el duque murió y antes que el trabajo se acabase.

Pero volviendo a Francia, le quemaba tanto el deseo en el arte, que no había día de verano, que no retratase de natural en su estudio algún desnudo. Hizo en Santa María Nuova una anatomía a requerimiento de Maestro Andrea Pasquali muy excelente médico florentino, que fue causa de que mejorase mucho en el arte de la pintura, y siguió a continuación siempre con más amor.

Trabajó a continuación en el convento de Santa María Novella sobre la puerta de la librería un medio redondo, donde al fresco pintó a Santo Tomás que confunde a los herejes con la doctrina, y representó a Sabelio, Arrio y Averroes, la cual trabajo mucho, con diligencia y buena manera.

Y entre otros particulares, están dos niños, que sujetan un escudo de armas, los cuales están realizados con mucha de bondad y muy hermosa gracia, y trabajados de manera muy vaga.

Hizo aún, un marco de pequeñas figuras a Giovanni Maria Benintendi, compitiendo con Iacopo da Puntormo que le hizo otro (#) de un similar tamaño, con la historia de los reyes magos, y de otros dos trabajados de Francesco de Albertino (il Bachiacca, #, #).

Hizo Francia en el suyo cuando David ve a Betsabé en el baño (#), donde trabajó a algunas hembras demasiado jactanciosas y sabrosas maneras, y un edifico con un escorzo en perspectiva, en el cual hizo a David que da a cartas a correos, que los llevan al campo de batalla para la muerte de Urías Eteo, y debajo hizo, una galería donde pintó un banquete real muy bonito. Esta historia para el renombre de Francia le fue muy útil y necesaria.

Caminando hacia un excelente final, a menudo les pasa que cuando les llega la muerte y dejan de las obras renombradas la más hermosa y alabada, ven como aumentan muchísimo su merecimiento. Porque si ya en las grandes figuras valía mucho, en las pequeñas mucho más.

Hizo aún muy bonitos retratos del natural, y trabajó en todas partes de todo, haciendo infinitas pequeñas cosas, de las que no es necesario hacer mención.

Fue persona muy honesta y de buena naturaleza y de los amigos muy servicial y atento. Buscó de continuo la paz, y con sus discípulos fue muy afectuoso. No se ocupó de marchar de Florencia, ya que pudo ver algunas cosas de Raffaello de Urbino en Florencia, dudaba de perder su reputación, pareciéndole no estar tan cualificado como fuera necesario, no queriéndose poner en parangón de tales talentos terribles, restringiéndose con su modestia, la cual siempre le acompañaba.

Al llegar a la edad de 42 años le vino un mal horrible de fiebre pestilente, con dolores intensos de estómago, por la cual en pocos días pasó de esta a la otra vida. Su muerte fue dolorosa para muchos autores por la buena gracia y la modestia que tenía. Y después de un corto espacio de tiempo se le hizo este epitafio:

Francia Bigio
YO VIVÍ; CON ARTE Y TALENTO,
ESTUDIO Y VIRTUD POR MI VIVEN AÚN
POR LAS OBRAS QUE HE DADO A FLORA
CAMBIANDO TIERRA VIL POR ALTO REINO.

Dejó de discípulos a Agnolo su hermano, quien murió joven, Antonio de Donnino, y Visino, que había hecho muy buenos comienzos pero la muerte se lo llevó pronto. Fue sepultado Francia con cariñiosas lágrimas de sus hermanos en San Brancazio de Florencia el año 1523 (1525). Logró la perfección el arte de la perspectiva, extraída realmente por él con maravillosa diligencia, y que a continuación imitaron muchos y a particularmente Aristotile de San Gallo, el cual, en tal profesión ha tomado título realmente de excelente.

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