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 Domenico Puligo

Pintor Florentino

Texto traducido de "las vidas de los mas excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros tiempos", descritas por Giorgio Vasari, Edición Torrentina de 1550

Gran maravilla y magnífico milagro me parecen muchos en nuestro arte, que del continuo ejercer y practicar con los colores, por instinto natural y por empleo de buenas maneras tomadas de nadie sin conocimiento del dibujo ni fundamentos de arte, se conducen a cosas a terminadas, que se pueden decir muchas veces que son buenas, y aunque no diremos que los autores de aquéllas sean de raros, fuerzan a los hombres a tenerlos en cuenta por ejercicio de su trabajo.

Y en verdad se vio ya más de una vez y en muchos de nuestros pintores, que quien tiene por naturaleza bonita manera, si ejerce con trabajo y estudio continuo, hacen las obras más vivas y mas perfectos que los otros. Y tiene tanta fuerza este don de la naturaleza que, aunque fuera negligente y descuidado en los estudios de tal arte y paso seguido se emplease solamente en la pintura y en manejar los colores con gracia y difuminarlos de buena manera, se notaría que está inspirado por la naturaleza apareciendo su genialidad en las obras, que se muestran por todas partes excelentes y con maravillosos detalles cuyo hábito logran minuciosamente que aparezcan en sus trabajos como de los artistas a quienes nosotros tenemos por excelentes y raros.

Y para quien desee ardientemente saber de una experiencia o testimonio en nuestro tiempo, puede ver las cosas de Domenico Puligo pintor florentino, y sabiendo de las cosas del arte, conocerá claramente cuánto tengo dicho. Este siguiendo la pintura como aprendiz, estuvo con Ridolfo Ghirlandaio, y se enteró de este de difuminar el color, y eso lo siguió con manera deslumbrada, haciendo perder los contornos con los oscuros de sus colores, que logró dar a sus figuras un aire agradable,

En su juventud hizo muchos cuadros con buena gracia para los mercaderes de Florencia. Éste trabajada con orden y garbo, y fue causa que le pidieran retratos de natural. Y los hizo muy similares y muy vivos, y con hermoso color, como aún da fe un determinado retrato suyo en casa de Giuliano Scali.

Luego se dedicó a hacer grandes obras, y trabajó un tabla a Francesco del Giocondo para su capilla, en la tribuna del altar mayor de los Servi de Florencia, dentro con San Francisco que recibe los estigmas (obra perdida), coloreado muy suaves y con morbidez, trabajada magníficamente.

Y en el monasterio de Cestello, trabajó al fresco dos ángeles (Son de Domenico Girlandaio); y en una capilla hizo un tabla con muchos santos (#), que de coloreado y de morbidez es similar a las otras cosas suyas.

Le encargaron los mismos monjes de Santa María el trabajar en la Abadía de Settimo en un claustro todas las historias de los sueños del Conde Ugo de las Siete Abadías.

Y mucho más tarde sobre la esquina de Via Mozza da Santa Caterina, trabajó un tabernáculo al fresco (#).

Hizo en Anghiari para una cofradía una Deposición de la Cruz, la mejor de las obras suyas (allí sigue al parecer).

Le gustaba más pintar vírgenes y retratos que grandes obras, consumiendo el tiempo en aquéllas. Pero si Domenico hubiera continuado los trabajos del arte y no los placeres mundanos, sin duda hubiera tenido mayor beneficio; porque él se ve a Andrea del Sarto, muy amigo suyo, que en algunas cosas del dibujo lo ayudaba, donde se aprecia un buen dibujo y el color perfecto, trabajaba más para hacer obras que por renombre. Le gustaba ir con personas alegres y músicos, y gustaba de algunas hembras ya que tuvo muchos amores. Pero viniendo la peste el año 1527, probablemente alguno de sus amores, le contagió la peste y la muerte. Y de un amigo a continuación le hizo este dístico:

Esse Animum nobis coelesti e semine et aura,

Hic pingens, passim credita, vera docet.

aprox: El espíritu está hecho de semillas y viento celeste, y con su pintura enseña la verdad en la que todos creen

Terminó el curso de su vida a los 52 años (35). Obtuvo en los colores una uniformidad que merece elogio como mayor mérito. Le siguieron muchos discípulos, entre otros Domenico Beceri florentino, que empleó los colores de muy buena manera así como sus obras.

 
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