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 Baccio da Monte Lupo

Escultor

Biografía de : "las vidas de los mas excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros tiempos", descritas por Giorgio Vasari, Edición Torrentina de 1550


¡Cuánto se equivoca! quien piensa que quien descuida en sus comienzos el arte, no podrá llegar ya nunca a alcanzar la perfección, tanto más contradijo este juicio Baccio da Monta Lupo que aprendió el arte de la escultura. Y esto se produjo porque en sus juventud, ocupado en los placeres, casi nunca estudiaba; y aunque muchas reprimendas recibía, de nada le sirvió, porque poco consideraba el arte. Pero llegado a la edad de la sensatez, que aporta raciocinio, rápidamente reconoció cuánto se había alejado del buen camino para él. Por lo que, avergonzándose de su indolencia con en tal arte anterior, comenzó con buen espíritu se propuso seguir y observar con estudio de lo que con inmovilidad hasta entonces había huido.
Con este deseo logró en la escultura recoger, lo que la creencia de muchos no esperaban él. Se dedicó pues al arte con todas las fuerzas y al ejercitarse mucho en esto, se volvió excelente y raro.

Se mostró sabio en una obra de piedra muy trabajada de gubia, en Florencia sobre la esquina del jardín puesto en el palacio de Pucci; con las armas de Papa León X, dónde dos niños las sujetan (#), con hermosa manera y llevada con práctica.

Hizo un Hércules para Pier Francesco de Médici, y le fue encargado para el arte (de la seda) de la puerta Santa María una estatua de San Juan Evangelista para hacerla de bronce; pero en primer lugar, tuvo que competir con muchos maestros que hicieron modelos en competencia. Esta figura fue puesta a continuación sobre la esquina de San Michel in Orto (#), frente a la oficina. Esta obra fue terminada por él con suma diligencia. Se dice que, cuando había hecho la figura de tierra, quien vio las armaduras y las formas que le hizo adosadas, la tuvo por cosa muy hermosa, considerando como gran talento el de Baccio en tal cosa. Y estos, que con tanto facilidad lo vieron realizar el vertido, dieron a Baccio título de enorme maestría, por la firmeza con que la hizo y la belleza del vertido. Y hoy más que nunca por todos los autores es tenida esta figura por muy hermosa.

Se dedicó luego a trabajar la madera, tallando crucifijos grandes a tamaño real, en gran número por toda Italia, y entre otros a los monjes de San Marcos en Florencia el que está sobre la puerta del coro (#).

Todos tienen buenísima gracia; pero también unos son mucho más perfectos que los otros, como el de las monjas de Murate de Florencia y en San Pedro Mayor otro, al que no le faltan alabanzas. Y a los monjes de Santa Flora y Lucila les hizo otro que colocaron sobre el altar mayor en su Abadía en Arezzo (#), que se tiene como el de más belleza de todos.

Con la llegada del Papa León a Florencia (1516), hizo Baccio en la Abadía de Florencia un arco triunfal muy bonito de madera y tierra, e hizo muchas pequeñas cosas que están perdidas por Florencia por las casas de los ciudadanos. Pero le llegaron problemas en Florencia, y se mudó a Lucca, donde trabajó muchas obras de escultura y arquitectura en esta ciudad, donde hizo muchas más obras que esculturas.

Y entre éstas, la belleza bien compuesta del templo de San Paolino (#), patrón de los Luccanos, con buena y culta inteligencia decoró por fuera y por dentro.

Y permaneció en esta ciudad hasta fin de sus días a la edad de 78 años, donde terminó el curso de la vida, y en San Paolino, se le dio honrada sepultura de estos a los que había honrado en vida.

Por el mismo tiempo estuvo Agostino Milanese (il Bambaia), escultor y tallista muy considerado, que en Santa Maria de Milán comenzó la sepultura de Monseñor de Foys, que hoy continua sin terminar (desmembrada # queda el dibujo #); en la cual hay muchas figuras de mediano y gran tamaño unas terminadas y otras esbozadas, con muchas historias de mediorrelieve, con gran abundancia de follajes y trofeos.

Y otra sepultura terminada en un muro de San Francisco, hecha a Biraghi, con seis figuras grandes y el basamento con historias (desmembrada en colecciones privadas y museos de Milán), con variado y muy hermosos ornamentos que dan fe de manera muy clara de la práctica y maestría de su autor así como su valor.

Dejó Baccio a su muerte hijos de él, entre los cuales estaba Rafaello (de Montelupo), que ejerció la escultura como su padre, que no solamente se comparó con Baccio en las obras, que con mucho, admirablemente lo superó.

Le dolió mucho su muerte a los ciudadanos de Lucca, muy amable con los conocido, buena persona, servidor de los nobles y muy afectuoso con los autores, honrando y adornando su patria, el renombre en Lucca no le falto ni en vida ni ahora que está muerto, mientras que en vida crecía. Trabajó las obras Baccio en el 1533.

Enorme amigo suyo, que de él aprendió muchas cosas, es Zaccheria da Volterra, que en Bolonia hizo muchas obras trabajadas de terracota, alguna de la cual está en la iglesia de San José.
 

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