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 Alfonso Lombardi

Escultor de Ferrara

Biografía de : "las vidas de los mas excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros tiempos", descritas por Giorgio Vasari, Edición Torrentina de 1550


No se duda, en las personas, que la excelencia que hay en ellas no esté durante algún tiempo oculta y por la fortuna truncada, pero el tiempo logra a veces traer a la luz la verdad, y junto con ella la virtud de los trabajos que se hicieron, y lo remunera con honor,
y a estos se los considera hábiles y maravillosos entre los autores nuestros. Asimismo es necesario en cada profesión, que la pobreza en los espíritus nobles incluidos combata continuamente, y máxime en los años en que la flor de la juventud en que estudian se desvian, o por causa de los placeres, que al espíritu divierten, y que alimentan la dulzura de la figura.

Quiénes andan dulces, pasada la primera corteza, no vale penetrar en su bondad, pues en amargor se convierten.

No se comportan así, quienes aprenden las cosas de la virtud, que continuamente en aquéllas se impulsan, y los coloca en cielo y por la ambición del renombre y la gloria sublime y honrado en vida y luego de muerto te mantienen.

Esto lo probó Alfonso Ferrarese en su juventud, que de yeso de cera hizo retratos al natural muchísimos en pequeñas medallas; y en estas cosas era raro y excelente, que siguiendo con ellas lo conocieron fuera de Ferrara, su patria, y marchó a Bolonia, donde hizo en San Michele in Bosco la sepultura de Ramazzotto (#) por la que adquirió enorme nombre.

Hizo del mismo modo en esta ciudad algunas pequeñas historias de mármol, de mediorrelieve en arcos en San Domenico, en la predella del altar (# # # #), las cuales le dieron muy gran reputación .

Y al seguir hizo algunas otras pequeñas historias para la puerta de San Petronio, a mano izquierda al entrar a la iglesia, con una resurrección de Cristo (#) trabajada de mármol.

Pero por lo que los Boloñeses le reconocieron y le dieron nombre de excelente, fue una obra de mezcla de estuco muy duro, con el cual hizo la muerte de la virgen (#), con los Apóstoles en figuras en bulto redondo y con el judío que deja puestas las manos en el féretro de la Virgen; este trabajo se ve en el Hospital de la muerte, en la plaza de San Petronio, en la sala de arriba. Ciertamente en esta obra Alfonso trabajó con tanto amor y con tanta diligencia, que no falto el renombre y nombre, tanto adquirió como le habían proporcionado por las medallas.

De este mismo estuco se pueden ver algunas de cosas en Castel Bolognese (En la iglesia de San Petronio), y algunas a Cesena en la Compañía de San Giovanni.

Hay muchas otras cosas suyas en Bolonia, esparcidas entre muchas personas, porque él se había divertido haciendo obras de cera, estuco y arcilla, más que de mármol.

Alfonso, luego de alcanzada determinada edad, siendo muy bello de persona y de aspecto jovial, ejercía el arte más por delicadeza que por pasión de tallar piedras. Y tenía hábito de adornarse su persona con oro y otras frivolidades, que más su espíritu estaba inclinado a la corte que a los trabajos de la escultura. Con esto, enamorado así del mismo modo, empleó términos poco correctos para la virtud de un autor. Como en una boda que celebraba por la noche un conde, encontrándose Alfonso, y luego de galantear a una mujer, y aventurarse con ella a bailar "la antorcha". luego de errado y delirando, observó con ojos llenos de dulzura hacia esta mujer suspirando, y dijo en voz todo temblando: "Si no es amor, ¿qué es pues lo que siento?" Donde al querer esta mujer, cortar, y mostrarle su error, le respondió: "será algún piojo". Y esto recorrió toda Bolonia, quedando para siempre descornado. Y realmente si Alfonso se hubiera dedicado a los trabajos del arte en lugar de a la vanidad del mundo no hubiera dado obras, seguramente maravillosas. Porque si eso hacía sin trabajar mucho, que no hubiera hecho ejercitado de continuo.

Vino en este tiempo el Emperador Carlos V a Bolonia, por lo que Tiziano de Cador, pintor muy excelente, vino a retratar a Su majestad;(Se le supone el Carlos V armado perdido, hay una copia en la colección Fugger-Babenhausen de Augusta) por lo que Alfonso, por medio de Tiziano, entró a relizar un relieve con un retrato del vivo con esos cementos. Y con mucha gracia lo expresó en su efigie, que más allá del nombre que de esta cosa adquirió, de los mil de escudos que el emperador ofreció a Tiziano, el tuvo en su parte quinientos.

Con tanta reputación, se impulsó gratamente al Cardenal Hipólito de Médicis, que con gran insistencia lo condujo a Roma; y mientras quiso permanecer, tuvo todos los favores que pidió del señor, el cual tenía entonces en su casa infinidad de pintores, y escultores y otros virtuosos, y se esperaba mucho de él.

Hizo de mármol un retrató de una cabeza antigua del emperador Vitelio, y la llevó perfectamente. Esto le confirmó el renombre y le aumentó el grado con su señor junto con toda Roma. Hizo aún una cabeza de mármol muy bonita, del natural retrató al Papa Clemente VII (#), y enormes gracias por aquélla recibió, y aún un Giuliano (II) de Médici, padre del cardenal (Hipólito), que no se terminó.

Las cuales se vendieron en Roma y yo compré a requerimiento del Espléndido Ottaviano de Médici junto con otras pinturas; y hoy el duque Cosimo de Médici las ha colocado en la villa di Castello sobre unas puertas.

Vino en este tiempo la muerte del Papa Clemente, y fue necesario hacerle la sepultura a León, y la suya, por lo que Alfonso obtuvo el hacer tal trabajo del Cardenal de Médici. Hizo algunos dibujos Michele Agnolo Buonarroti, y Alfonso hizo un modelo sobre estos con figuras de cera, que se tuvo por cosa muy bonita; por lo que tomando los dineros se fue a Carrara para socavar los mármoles.

Pero al poco, que el cardenal, había partido de Roma para ir a África, murió en Itri (1535), y Alfonso, que tenía tal obra en sus manos, luego, los cardenales que habían sido comisionados de tal obra, lo dejaron fuera. Estos eran: Salviati, Ridolfi, Pucci, Cibó y Gaddi; dando por el favor de la Señora Lucrezia de Salviati (hija de Lorenzo el magnífico), el contrato a Baccio Bandinelli escultor florentino para que hiciera tal obra, por tener hechos a finales de la vida de Clemente estos modelos. Por lo qué Alfonso fuera de si, depuesto su altivez se dispuso a volver de nuevo a Bolonia.

Partiendo de Roma a su llegada a Florencia, hizo la reverencia al duque Alejandro, y le ofreció la muy bonita cabeza de mármol, que había hecho para el cardenal, que está hoy en el depósito del duque Cosimo. Y tomó el encargo de retratar al duque, que estaba entonces de humor, que se hizo retratar de orfebres florentinos y forasteros aún. Entre los cuales lo retrató Domenico di Polo (#, #) tallista de medallas, Francesco de Girolamo da Prato en medallas, y Benvenuto (#) para las monedas, Y en las cosas de pintura Giorgio Vasari aretino (#, Benvenuto relata con mucho desagrado ese encuentro con el autor, en 86 y 87 de " mi vida") y, Iacopo de Puntormo (#), que hizo un retrato ciertamente muy bonito. De relieve lo hizo el Danese de Carrara, y otros muchos. Pero quien superó a todos fue Alfonso, porque se le dieron facilidades, ya que quería irse a Bolonia, para que hiciese uno de mármol como el modelo. Así pues remuneró el duque Alejandro a Alfonso, y él se volvió a Bolonia. Donde, por morirse el cardenal, y poco contento por la pérdida de la sepultura, le vino un mal de roña pestífera e incurable, que a poco a poco lo fue consumiendo, y a los 49 años de su edad pasó de esta vida, continuamente lamentándose, con decir que la felicidad de tan alto señor, con la cual la fortuna la había colocado, luego hubiera podido cerrarle los ojos en este tiempo, antes que él se viese tan miserable. Murió Alfonso el año 1536 (1537).

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