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 Proemio a la 2ª parte de las vidas

las vidas de los mas excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros tiempos", descritas por Giorgio Vasari, Edición Torrentina de 1550



Cuando yo comencé, muy humano lector mío, a describir estas vidas, no fue mi intención hacer a una nota de los autores y un inventario, de cosas, y obras de ellos, ni creí juzgar nunca un digno final de estos trabajos míos, ciertamente largos y aburridos cansancios, pero hermosos, luego de encontrar su época y los nombres y las patrias de ellos, y enseñarlos de qué ciudad y en qué lugar se encuentran en el presente sus pinturas o esculturas o edificios;
que esto yo lo habría podido hacer con una simple tabla, sin interponer en parte en ningún sitio mis juicios. Pero viendo que los escritores de historia, estos que por consenso tienen fama de haber escrito con mejor juicio, no solamente no se contentaron con decir simplemente los casos sucedidos, sino que con diligencia y con gran curiosidad tanto como pudieron, han buscando las modalidades y los medios y las vías que emplearon los hombres que valían en llevar adelante las empresas, y procurado encontrar el porqué de los errores, y también de los aciertos mejoras y medidas que prudentemente hubieran tomado en el gobierno con sus actos, y de todo el resumen que sagazmente o descuidado, con prudencia o con piedad siendo magnánimos según los casos en que actúe el príncipe, y que se dice largo de él o la república para informar de sus juicios, y consejos, y de las partes de los manejos de los hombres, que causan a continuación la felicidad e infortunio. Que es realmente el alma de la historia; y lo que en verdad es signo de como debe vivirse y hacer hombres prudentes, y que fuera del placer que se extrae de tratar las cosas pasadas como presentes, es el verdadero fin de aquélla. Por esto que al empezar a escribirse la historia de los muy nobles autores, para servir a estos con todas mis fuerzas y para honrarlos, todo cuánto puedo, a imitación de las cosas de hombres tan valiosos, uso el mismo método; y he pretendido no solamente decir lo que hicieron, sino discurriendo sobre el mejor orden, destacar donde sobresalen los mejores de los buenos, y observar un poco diligentemente las modalidades, los aires, las maneras, las características y la imaginaciones de pintores y de los escultores; buscando, cuánto más diligentemente yo he sabido, de hacer conocer a estos que por si mismos no saben hacerlo, las causas y las raíces de las maneras y la mejora y empeoramiento en el arte, en distintos tiempos y con distintas personas. Y porque al principio de estas vidas hablé de la nobleza y antigüedad de las artes, propósito que se exigía, dejando aparte muchas cosas que las que me habría podido servir de Plinio y otros autores, si no hubiera querido, contra la creencia quizás de muchos, de dejar libre a cada uno de ver la imaginación en las propias fuentes, me parece que es conveniente hacer al presente, huyendo del tedio y de alargarme, mortal enemigo de la atención, hacer lo que no pude entonces, esto es abrir más diligentemente el espíritu, y aclarar la división en tres partes de la obra.

En los artistas nace en cierta manera la diligencia de la aptitud, en otros del estudio, o en la imitación, y otros del conocimiento de las ciencias, que todo esto ayuda, y en algunos todas las dichas cosas juntas o de la mayor parte de aquéllas, pero como ya he sido detallista en las vidas particulares razonando más que suficiente de sus modalidades del arte, maneras y en cosas buenas y mejores y sobresalientes que impulsan a aquéllos, razonaré generalmente de esta cosa, y más rápidamente de la calidad en las épocas en las personas, distinguiéndolas y divididas por mi en edades, desde el renacimiento de estas artes hasta el siglo en que vivimos, porque se manifiesta una gran diferencia según se conoce a la vista.

Con eso, en la primera edad y más antigua, se ve a estas tres artes que están muy alejadas de la perfección, y teniendo algo de orden, les falta acabado, que no merecen un gran elogio; aunque, por haber dado principio y método para mejorarse más adelante, no debemos y no podemos si no decir bien y dar aún más gloria que la que tendrían, que no merecen las obras mismas, si se juzgaran con extricta norma artística. En la segunda parte a continuación él desnudo es manifiesto de haber mejorado mucho y en las invenciones y en conducirlas con más dibujo y con mejores maneras y con gran diligencia, y ya retirada esta herrumbre de la vejez y esa torpeza y desproporción grosera que esos otros tiempos les había aportado. ¿Pero quien se atreverá de decir en ese tiempo haber encontrado un artista en cada cosa perfecto? ¿Y que haya conducido las cosas al término de hoy en invención dibujo y color? ¿Y qué haya observado difuminar suavemente las figuras degradando el color, y que las luces nazcan de un punto solamente sobre los relieves, y del mismo modo hayan observado las cavidades y terminados extraordinarios en las estatuas de mármol como en aquéllas se ven? (Si descartamos a Tiziano y Rafael, por no practicar la escultura y a Miguel Angel por salirle todas las chicas con aspecto de gladiador recién afeitado, resulta dificil suponer quién es ese ente) Este elogio determinado pertenece a la tercera edad, en la cual, se puede decir seguramente que el arte ha hecho lo que un imitador de la naturaleza puede hacer, y que se llega tan arriba, que más rápidamente podemos temer que pueda bajar, que esperar que aumente.

He considerado atentamente estas cosas, y juzgo que es un beneficio propio y particular de la naturaleza de estas artes, que de un humilde principio van a poco a poco mejorando, y finalmente alcanzan el máximo de perfección. Y esto me lo hace creer, el haber observado casi esto mismo en otras artes; que, por existir entre todas las artes liberales, determinada relación de parentesco, y no pequeño, argumento que esto sea verdadero. Pero en pintura y escultura en otro tiempo debe haberse llegado de manera muy similar que, si se cambiasen los nombres, sabriamos fijo los mismos casos. Pero es que se ve, si se tiene que dar fe de aquellos que vivieron en otros tiempos y por tanto ver y juzgar los trabajos de los antiguos, estatuas de Cánaco (de Sición) era muy duro y sin vivacidad o movimiento evidente, y muy alejado de la realidad, y de Calamis se dice lo mismo (Ni Estrabón, ni Plinio, ni Pausanias, ¿?), aunque fueran bastante más suaves que las predichas. Vino a continuación Mirón, que no imitó totalmente la realidad de la naturaleza, pero dichas obras tienen tanto proporción y gracia, como para permitir llamarlas razonablemente bellas. Pasan al tercer grado Policleto y otros tan celebrados, los cuales, como se dice y debemos creerlo enteramente, las hicieron perfectas.

Este mismo progreso debió darse en las pinturas, porque se dice, y es verosímil, y asi tenemos que pensar que fueran las cosas en las obras de los que con un único color pintaron, y por ello fueron llamados los monocromistas (Plinio libro35, 56), no se daba una gran perfección. A continuación en las obras de Zeuxis y Polignoto y de Timantes, o de otros que solamente usaban en la obra cuatro colores, que son alabadas en los alineamientos, los contornos y las formas, y sin duda se podría también desear algo mas. Pero a continuación con Ethion, Nicomaco, Protogenes y Apeles, las cosas son perfectas y muy hermosas, y no se las puede imaginar mejor. Al trabajar no pintaron solamente las formas y las actitudes de cuerpos excelentes, sino aún el afecto y las pasiones del espíritu. Pero dejando a estos, ya que para tratarlos hay que referirse desde otros autores y muchas veces ellos no están de acuerdo en los juicios, y los que es peor, en las fechas, aún que yo sabiendo de estas consecuencias sigo a los mejores autores, nos llegaremos a los tiempos nuestros, dónde tenemos el ojo, mucho mejor guia y juez que la oreja. ¿No se ve claramente cuánta mejora hizo, para comenzar dese el maestro de arquitectura Buschetto el Griego a Arnolfo el Alemán y a Giotto? Se pueden ver las construcciones de ese tiempo, los pilares, las columnas, las basas, los capilteles y las cornisas deformes, como está en Florencia en Santa María de Fiore, (no es la que vió, 1588 la hicieron nueva) y en la incrustación de fuera de San Juan, y en San Miniato al Monte, en el Obispado de Fiesole, en el Duomo de Milán, en San Vital de Rávena, en Santa María Mayor de Roma (<< No es lo que vió) y en el Duomo viejo de Arezzo, donde, exceptuando un poco de orden seguido en los fragmentos antiguos, no es cosa que se tenga que tratar como bien hecho. Pero aquéllos, ciertamente lo mejoraron mucho, y no hicieron poco; porque las redujeron a mejor proporción y les dieron fábricas no solamente estables y vigorosas, sino que en alguna parte las adornan; ciertamente es sin embargo los adornos son confusos y muy imperfectos, y que se podría decirle, que poco adornan. Porque en las columnas no observaron las medidas y proporción que pide el arte, ni distinguieron entre órdenes, dórico, corinto o jónico o toscano, sino mezclado con una regla sin norma, haciendo las columnas muy gruesas o muy delgadas, como mejor les parecía. Y las invenciones llegaron, una parte de su cabeza, y una parte de las antigüedades vistas por ellos. Y formaban los planos una parte tomando ordenes de los modelos, y una parte ayudándose de la imaginación, que elaboradas las murallas tenían otra forma. sin embargo quien compare las cosas de estos con los de antes, las verá mejor todas ellas, y verá cosas que dan pena en nuestro tiempo, como son algunos templetes de ladrillos trabajados de estuco en San Juan de Letrán en Roma (Borromini en el XVII la transformó casi por completo).

Esto incluso digo de la escultura, la cual en la primera edad de su renacimiento tuvo muy buen orden, porque, huyeron de la manera basta griega que era un tanto ruda, que tenía aún más de artesano que de talento de artista, siendo aquéllas estatuas bloques enteros sin pliegues ni aptitud o movimiento determinado, y realmente debían llamarse "statua" (juego de palabras "estar o quedar quieto"), donde, al mejorar a continuación el dibujo con Giotto, mucho más mejoraron las figuras de los mármoles y piedras, como hizo Andrea Pisano y Nino su hijo y y los demás sus discípulos que fueron mucho mejor que los primeros con más movimiento y actitud en las obras, y así mismo como hicieron dos sieneses Agostino y Agnolo que hicieron la sepultura de Guido, Obispo de Arezzo (destruida por los franceses), y los Tedescos que hicieron la fachada de Orvieto. Parece entonces que en este tiempo la escultura mejorase un poco, dando mejor forma a las figuras, con más belleza en los pliegues de los tejidos y algunas caras con mejor aire, y algunas aptitudes no muy rígidas, y finalmente se había comenzado el buen arte; pero por haber carecido en este tiempo de buena perfección en el dibujo, tienen muchos defectos por todas partes, y no había cosas buenas para poder imitar. Donde los maestros que estuvieron en este tiempo, y que he puesto en la primera parte, merecen este elogio y de tenerlos en esta cuenta, que lo merecen por las cosas hechas, por eso hay considerar, incluso esto también de los pintores en ese tiempo, sin tener delante ayuda alguna, pero tenían que encontrar el buen camino; y aun siendo el principio, aún pequeño, es digno siempre de un elogio.

No corrió mejor fortuna la pintura en este tiempo, pero entonces se usó más por tener mucha devoción la gente del pueblo, y consecuentemente hubo más autores, y por esto se hace más evidente del progreso que las otras dos. Se ve en que la primera manera griega, en los principio de Cimabue se pierde, y a continuación con la ayuda de Giotto, se apagó del todo, y con él nació una nueva manera la cual yo de buen grado llamo manera de Giotto, porque la encontró él y la siguieron sus discípulos, y a continuación universalmente fue muy venerada e imitada. Y se ve en este que suprimió los perfiles que rodeaban todas las figuras, y esos ojos espirituales y pies erguidos de puntillas y las manos puntiagudas, sin tener sombras, y demás monstruosidades del estilo Griego, añadiendo una buena gracia en las cabezas y morbidez en el color. Y Giotto en particular, mejoró las aptitudes de sus figuras, y mostró algún principio de viveza en las cabezas, dobló los tejidos con más naturaleza que sus antecesores, y logro en parte, alguna cosa en difuminado y escorzar las figuras. Además de esto dio principio al afecto, que se reconocen en parte el temor, la esperanza, la ira y el amor; y redujo a una suave morbidez su manera, que antes era dura y escabrosa; y si no hizo los ojos con esta belleza de parecer vivo, y con el final de su lagrimal, ni los cabellos flexibles, ni largas barbas, ni las manos con sus nudillos y los músculos, ni los desnudos como la realidad, excusándole por la dificultad del arte y por no haber visto a mejores pintores que él de quien tomar. Y tome cada uno en esta pobreza del arte en su tiempo, la bondad de su juicio en recrear las escenas, la observación de los aires y el logro obediente de un natural muy fácil, porque también se ve que las figuras obedecían para lo que tenían que ser; y en consecuencia se concluye que tuvo un juicio muy bueno, aunque no perfecto.

E incluso se ve a continuación en otros, como en Taddeo Gaddi en el color, que es más suave y con más fuerza; y que mejora la representación de la carne y del color en los tejidos, con más gallardía, y con maás movimiento en sus figuras. En Simón el Sienés se ve el decoro componiendo historias; en Stefano Scimmia y en Tommaso su hijo, que grandes acercaron la útil perfección en el dibujo e invención de la perspectiva y el difuminado y la armonía de los colores, conservando siempre la manera de Giotto. Tal hicieron en la práctica y destreza Spinello Aretino, Parri su hijo, Iacopo del Casentino, Antonio Veneciano, Lippo y Gherardo Starnina y los otros pintores que trabajaron después de Giotto, siguiendo su aire, lineamento, coloreado y la manera. Y aún mejorando un tanto, pero no mucho ni suficiente para parecer haber cambiado las maneras con otro toque.

Si consideraran mi discurso, verá a estas tres artes que hasta aquí están, como esbozadas, y carecen mucho de la perfección que merecen, y determinado, si mejoraron, fue poca esta mejora como para no tenerla demasiado en cuenta. No quiero que crean que soy burdo, y de poco juicio, que no conozco las cosas de Giotto y Andrea Pisano y Nino y de todos los otros, que por tener maneras iguales los puse juntos en la primera, y que si se compararán a estos después de ellos que impulsaron, no merecerán elogio tan extraordinario pensando incluso que son mediocres; y que no lo veía, cuando los alababa. Pero hay que considerar la calidad de su tiempo, la escasez de autores, la dificultad de poder ayudarse, entonces, no tendrían las obras por bellas, sino como dije, extraordinarias, y les agradarán muchísimo ver los primeros comienzos y estas chispas de orden en las pinturas y esculturas comenzando a resucitar. Siendo cierto que la victoria de Lucio Marzio en España no es muy grande (212 adc.), como muchas otras más importantes que hicieron los romanos. Pero al entenderla con relación al tiempo, y al lugar, al caso, a la persona y al número, es magnífica y aún hoy también es digna de elogio, y de infinitos y muy grandes relatos hechos de los escritores. Por todo eso me pareció que debía escribirse y que merecían no solamente mi diligencia, sino alabanzas, y por eso las hice. Y pienso que no habrán aburrido ni sus estilos ni costumbres y que tomarán utilidad haberlo oído de estos en las vidas y haber considerado sus maneras y sus modalidades: y no errando quizá en poco útil, que yo confió en tanto como me ha sido posible que les proporcionara mi trabajo, utilidad y deleite.

Ahora, a continuación que las tenemos ya criadas, con un método para poder decir como hacerlo, estas tres artes, y esperando aún la facilidad, viene la segunda edad, donde se verá muy mejorada cada cosa; y la invención más numerosa de figuras, con más rico ornamentos; y dibujo más fundado y más natural hacia lo vivo; y por otro lado más terminados aunque faltos de práctica, pero cuidados y con diligencia; la manera más suelta, los colores más vagos, de modo que poco queda allí para reducir cada cosa a la perfección, y para que ellos imitasen con rigor la verdad de la naturaleza. Porque en primer lugar, con el estudio y con la diligencia del gran Filippo Brunelleschi la arquitectura encontró las medidas y las proporciones de los antiguos, tanto en las columnas redondas como en los pilares cuadrados y en los cantos rústicos y pulidos, y desde entonces ya se distinguió los órdenes e hizo ver la diferencia que había entre ellos. Se ordenó que las cosas siguieran una norma, y una distribución proporcional. Se dió la fuerza y se consideró al dibujo, como fundamental , para dar a las cosas elegancia, y dió a conocer la excelencia de este arte. Se volvió a dar belleza y variedad en los capiteles y cornisas, de tal manera como se ven en las plantas de los templos y de otros edificios de esa época, muy adornados, espléndidos y proporcionados, como se ve en la muy magnífica máquina de la cúpula de Santa María de Fiore en Florenza, y en la belleza y gracia de su linterna, en lo adornada, variada y graciosa iglesia de Santo Spirito, y no carece de hermosura el edificio de San Lorenzo, y la bizarra invención del templo en ocho caras de los Ángeles (Santa María de los Ángeles), y la airosa iglesia y convento de la Abadía de Fiesole, El inicio del trabajo del palacio Pitti, Otros como el cómodo y gran edificio que Francesco di Giorgio hizo en el palacio y la iglesia de la Cúpula de Urbino, y el muy fuerte y rico castillo de Nápoles, y el inexpugnable castillo de Milán, y muchas otras notables obras de ese tiempo, y aún que no tuviera una gran finura y una determinada gracia exquisita precisamente en las cornisas, ni pulcritud y gracia en las hojas ni terminando los ornamentos de follajes, que ya lo perfeccionaron a continuación, como se verá en la tercera parte, donde trataremos de estos que harán todo ello perfecto en la gracia, en finura y en naturalidad, como no se puede aún llamarse hermosas y buenas. No los llamo ya perfectas, porque, vistas a continuación mejoran este arte, por lo que podemos razonablemente afirmar que les faltaba algo. Y así bien hay alguna de estas tres partes milagrosa, la cual en nuestro tiempo aún no se hizo mejor, ni por aventura se hará por los que vendrán, como la verbigracia de la linterna de la cúpula de Santa María de la Fiore (17-7-1600 un rayo la tiró), y por el tamaño, la cúpula misma, donde no solamente Filippo tuvo el espíritu de compararse con los antiguos en el cuerpo de las fábricas, y superarlos en la altura de las murallas; pero en esto hablamos universalmente y en general, y no se puede compararse la perfección y la bondad por una sola cosa, ni argumentar la excelencia enteramente. Esto dicho vale también para la pintura y la escultura, que se ven aún hoy cosas muy originales ( el ambiguo término de "raro" como "diferente" aquí elijo "original", azótenme si me equivoco) de maestros de esta segunda edad, como estos de Masaccio en el Carmine, que hizo un desnudo que tiembla del frío (#), y en otras pinturas vivezas y espíritus; pero en general no se alcanzan la perfección del tercer estilo, de los cuáles se hablarán a su tiempo, siendo aquí necesario razonar de los del segundo;

Diremos antes de los escultores, que mucho se alejaron de las maneras de los primeros, y tanto la mejoraron, que dejaron poco a los terceros. Y realizaron los encargaos de una manera más graciosa, más natural, más ordenado, y con más dibujo y proporción, que sus estatuas comenzaron a parecer personas casi vivas, y no más estatuas como las primeras. Dan fe estas obras, de como ellos en realidad, renovaron la manera de trabajar, como se verá en esta segunda parte, donde las figuras de Jacopo de la Quercia tienen más movimiento y más gracia y más dibujo y diligencia, estas de Filippo más hermosura buscando el músculo y de mejor proporción y más juicio, y así las cosas de sus discípulos. Pero más les añadió Lorenzo Ghiberti en la obra de las puertas, donde mostró invención, orden, maneras y dibujo, por que sus figuras se mueven y tienen alma. Pero no me soluciono todo, aún que fueran también los tiempos de Donato, no quiero ponerlo entre los terceros, permaneciendo sus obras en parangón con los buenos antiguos, yo diré en esta parte que se puede llamar la regla de los otros, por tener él solamente todas las partes reunidas que habían estado dividas entre muchos; puesto que dió movimiento a sus figuras y una determinada vivacidad y diligencia, que soportan la comparación con las cosas modernas y, como dije, con los antiguos mismo. Mejoró en este tiempo la pintura, en la cual sobresalen Masaccio que mejoró en todo la manera de Giotto, en las cabeza, ropas, edificios con perspectiva, en el desnudo, en color, en los escorzos que él renovó, y sacó a la luz esta manera moderna, en esos tiempos y hasta hoy seguido de todos nuestros autores, y que poco a poco con mejor gracia, invención, con ornamentos, enriquecido y adornado; como particularmente se verá en las vidas de cada uno, y se conocerá una nueva manera de color, vistas en escorzo, aptitudes naturales; y muchos más expresados los movimientos, el espíritu y los gestos del cuerpo, que buscan reflejar más la verdad de las cosas naturales con el dibujo; y los aires de la cara que pareciesen enteramente a los hombres, y que fueran reconocidos por quienes los habían hecho. Por esto intentaron hacer lo que vemos al natural y no más; y por esto vinieron a ser más consideradas y mejor comprendidas las cosas de ellos, y esto les dio el atrevimiento de poner la norma en perspectiva y a hacerlos escorzar correctamente, como los hacían, en relieve, del natural y en su forma, y en estas cosas vinieron observando las sombras y las luces, las disminuciones y otras cosas difíciles, y las composiciones de las historias con más similitud. Intentaron también hacer los paisajes más similares a los verdaderos, y los árboles, las hierbas, las flores, los aires, las nubes, y otras cosas de la naturaleza, tanto que se podrá decir ardientemente que estas ares han sido elevadas, y conducidas a la juventud, y que resumidamente debían venir a su perfección.

Daremos aún con la ayuda de Dios, principio a la vida de Jacopo de la Quercia, y a continuación a los otros arquitectos y a los escultores, finalmente llegaremos a Masaccio; que por haber sido el primero que mejorase el dibujo en la pintura, mostrará cuánto le deben por su renacimiento. Y a continuación siendo que elegí a Jacopo dicho para honrado principio de esta segunda parte, siguiendo las maneras, iré diciendo siempre en sus vidas propias, la escasez de hermosura, y lo difícil de estas honorables artes.

EL FINAL 

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