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Filippo Brunelleschi

Escultor y arquitecto

Biografía de Filipo Brunellesqui, Filippo Brunellesco, Filippo de Ser Brunellesco, Filipo Brunelleschi, Philipp Brunelleschi.

Texto traducido de "las vidas de los mas excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros tiempos", descritas por Giorgio Vasari, Edición Torrentina de 1550

 

La naturaleza crea a muchos hombres pequeños en persona y en las características de nacimiento, y encierra en su cuerpo una mente de tal grandeza y un corazón de tal vehemencia e irresistible, que comienzan cualquier cosa o empresa por difícil o casi imposible que parezca, y la lleva a buen término para maravilla de todos los que la contemplan, no cejando nunca, si en alguna ocasión algún trabajo ponen en sus manos, por humilde y bajo que pueda ser, dándole mayor valor y nobleza. Nadie debe andar a vueltas con el aspecto, si la naturaleza no le dio la belleza, puede haberlo hecho por encima de su nariz (Por eso debe darnos en la nariz que está aprovechando para pelotear a Miguel Ángel) siendo esta la gracia con la que viene al mundo. Sin duda alguna, que escondidas debajo de la tierra están las vetas del oro. Y muy a menudo, en las más insignificantes formas, hay una enorme generosidad de ánimo y una sinceridad tan grande de corazón, que, si la nobleza se mezcla con esto, solo las maravillas más grandes se pueden esperar de ellas, por la razón de que se esfuerzan en embellecer las fealdades del cuerpo con la virtud del ingenio; esto, se ve claramente en Filippo di Ser Brunellesco, que era esmirriado de aspecto, pero tan alto en intelecto que puede ser dicho de verdad que el cielo nos lo envió para dar forma nueva a la arquitectura, que había estado perdida por cientos de años; en los cuales los hombres de esas épocas habían gastado tesoros con ningún propósito, haciendo edificios sin orden, con mal método, de triste diseño, extraños y extravagantes, con poca gracia, y peor ornamento. Y el cielo quiso, ya que la tierra había estado por tantos años sin ninguna mente suprema o espíritu divino, que Filippo dejase al mundo el más grande, el edificio más alto, y más hermoso que fue hecho en épocas modernas, o incluso en la antigüedad, probando que el talento de los artesanos toscanos, aunque estuvo perdido, no lo estaban por lo tanto del todo. (María Teresa Méndez y Juan Montijano García, espina dorsal de la edición-traducción de Cátedra, le cazan la cita en Petrarca, "que el antiguo valor en itálico pecho aún no ha muerto"). El cielo lo adornó, por otra parte, con las mejores virtudes, entre las cuales está la amistad, de modo que no hubo hombre más benigno o más amable que él. En el juicio estaba libre de la pasión, cuando él vió algo digno de mérito en otros, sacrificaba su propia ventaja en el interés de sus amigos. Se conocía a sí mismo, y compartía su sabiduría con los demás, socorrió siempre al prójimo en sus necesidades. Él se declaró un enemigo mortal del vicio, y amigo de los que practicaron la virtud. Él nunca perdió el tiempo en vano, ni consigo mismo ni con las obras de los demás, trabajaba para resolver las necesidades ajenas, y siempre aprovechaba sus paseos para de camino visitar a sus amigos y socorrerlos. Se dice que había en Florencia un hombre de buena reputación, loable en su manera de vivir y activo en su negocio, cuyo nombre era Ser Brunellesco di Lippo Lapi, que había tenido un abuelo llamado Cambio, que era una persona docta y el hijo de un médico muy famoso en esas épocas, llamado Maestro Ventura Bacherini. Sus virtudes enriquecieron el talento de Ser Brunellesco en el ejercicio de notario, creciendo en conocimiento y posición. Ejerció como notario con suma benevolencia con los ciudadanos; al poco se hizo proveedor de los de Diez de la guerra, que entonces para las cosas del estado en esta ciudad tenían muchos condottieri y capitanes de caballería e infantería. Los principales, nombraron a Ser Brunellesco procurador para ingresar de los barrios, y los sueldos y las asignaciones que percibieran por sus servicios del estado; y por otro lado con suma diligencia gastaba para ellos en ropa, tejidos, armaduras, caballos y sus guarniciones y toda su necesidad, por su gran inteligencia y práctica en estas cosas, y su honradez de la que dio siempre fé honorablemente.

Tomando de esposa a una mujer joven muy excelente de la familia noble de los Spini, recibió, como parte del pago de su dote, una casa en donde él y sus hijos moraron hasta día de su muerte. Esta casa al lado de San Michele Berteldi, en una esquina más allá de la plaza de los ajos. Mientras se ocupaba de sí mismo y vivía feliz, en el año 1377 tuvo un hijo, a quien dio el nombre de su padre ya muerto, Filippo; celebró este nacimiento con gran alegría. Le enseñó en su niñez, con atención extrema, los primeros rudimentos de las letras, en donde el muchacho demostró gran ingenio y tan alto en espíritu que se quedaba abstraído a menudo, como si él no cuidara de dirigir sus pensamientos acerca de mayor utilidad, Ser Brunellesco, que deseaba que siguiera su propia vocación de notario, o la de su abuelo, no estaba satisfecho. Pero viéndolo ser diestro en problemas ingeniosos continuamente del arte y de la manualidad, le hizo aprender el ábaco y la escritura, y después lo puso de aprendiz del arte de orfebre para que aprendiera a pintar con un amigo suyo.Y esto dió gran satisfacción a Filippo, que, no muchos años después de comenzar a aprender y a practicar ese arte, podía fijar piedras preciosas mejor que cualquier viejo artesano. Se ocupó en el niel (En orfebrería relleno en amalgama, de plomo, plata y azufre, de color negro) y con los grutescos en algunas figuras en la plata, las cuales se colocaron en el altar de San Iacopo de Pistoia; (#) estas figuras, fueron labradas por él para la obra de esa ciudad, y son bellísimas; y bajorrelieves, donde demostró que tenía un conocimiento tan grande de su oficio que necesariamente su intelecto sobrepasaba los límites de ese arte. Conociendo ciertas personas estudiosas, comenzó a fantasear en cuestiones del tiempo, del movimiento, de pesos, y de ruedas, y cómo se puede hacer para girar, y por qué medios pueden ser puestos en movimiento; e hizo así algunos relojes muy buenos y muy hermosos con sus propias manos. No contento con esto, se presentó en su ánimo un anhelo muy grande por la escultura llegando a ella. Donatello, entonces en su juventud, era la gran promesa como escultor, Filippo comenzó a estar siempre en su compañía, y los dos concibieron tan gran amor, por causa de sus virtudes, que uno parecía incapaz de vivir sin el otro. Filippo, que era muy capaz de múltiples maneras, ejercitó muchas profesiones, antes de que personas cualificadas lo juzgaran como arquitecto muy bueno, demostró en muchos trabajos de acondicionamiento de casas, tales como la casa de Apollonio Lapi, su pariente, que está en la esquina de Ciai, hacia el Mercado Viejo (Actual via del Corso nº3, solo quedan 2 columnas #), de la que se ocupó mucho mientras se construyó; e hizo igual en la torre y en la casa de la Petraia en Castello fuera de Florencia. (No se conserva) En el palacio de la Signoria, arregló y distribuyó todos los cuartos donde los funcionarios del Monte tenían su oficina, e hizo puertas y ventanas a la manera de los antiguos,(No se conservan, está copiando casi literalmente a Manetti su fuente principal para esta vida aquí >> una trasliteración recortada donde lo pueden comprobar) que entonces se utilizaba poco, porque la arquitectura era muy grosera en Toscana. Más adelante, le pidieron una estatua representando a Santa María Magdalena en penitencia para los frailes, para ser colocado en una capilla de Santo Spirito; y Filippo, que tenía labrado muchas pequeñas cosas en escultura, deseando demostrar que él podía tener éxito también en trabajos grandes, emprendió a esculpir dicha figura, que cuando estuvo acabada, se la consideró muy hermosa; pero fue destruida, junto con muchos otros trabajos notables, en el año 1471, cuando esa iglesia se quemó.

Puso mucha atención en la perspectiva, que estaba entonces mal ejecutada por causa de muchos errores que se hacían; pasó muchas horas, hasta que encontró un método por el que puede parecer ser verdad y perfecta, a saber, el de mostrarlo con planta y perfil y por medio de líneas que se cortan en un punto, que era algo verdaderamente muy ingenioso y útil en el arte del dibujo. Y esto le gustó tanto que dibujó con su propia mano la plaza de San Juan, (está perdida esta y la siguiente, Maneti la describe "una tablilla como de medio brazo") con todos los compartimientos incrustados de mármol blanco y negro de la iglesia disminuyendo de una forma singular, asimismo dibujó, el edificio de la Misericordia, con las tiendas de los pasteleros y la bóveda de los Pecori, y la columna de San Cenobio en el otro lado. Este trabajo, le trajo las alabanzas de los artesanos y de todos que tenían juicio en el arte, alentado se puso a trabajar en otra y dibujó el palacio, la plaza, y la logia de la Signoria, junto con la azotea del los Pisani y de todos los edificios que se ven alrededor de esa plaza; y estos trabajos fueron los medios de despertar las mentes de otros artesanos, que se dedicaron luego a esto con gran celo. Él la enseñó, particularmente, al pintor Masaccio, joven y su amigo, que usó bien este arte que Filippo le mostró, pues es evidente de los edificios pintados en sus trabajos. Ni él se refrenó de enseñarlo incluso a los que trabajaban en taraceas, que es el arte de incrustar las maderas coloreadas; y él las estimuló tanto que él era la fuente de un buen estilo y de muchos cambios útiles que fueron realizados en este arte, y de muchos trabajos excelentemente labrados entonces, y, que luego han traído fama y se benefician de ello en Florencia por muchos años.

Cuando Micer Paolo del Pozzo Toscanelli, volvió de sus estudios, para celebrarlo con sus amigos dió una cena en un jardín, e invitó a Filippo, que, oyéndole discurrir sobre las artes matemáticas, tomó tal intimidad con él que aprendió geometría de Micer Paolo; y aunque Filippo no tenía estudios, razonaba tan bien en cada materia con su instinto, afilado por la práctica y la experiencia, que muchas veces lo confundía. También se puso a estudiar las escrituras cristianas, siempre estaba presente en las discusiones y reflexiones de las personas doctas, a quienes aventajó, por su memoria admirable, solía decir Micer Paolo que oyendo a Filippo discutir parecía oír un nuevo san Pablo. También puso mucha atención por ese tiempo a los trabajos de Dante, como si abajo con él hubiera estado a su lado, por lo bien que describía los lugares y sus proporciones, y se servía de ellos en sus conversaciones, citándole a menudo. No paraba en sus pensamientos de inventar e imaginar cosas ingeniosas y difíciles; ni podría encontrar un intelecto más a su satisfacción que el de Donato (Usa casi siempre el común Donato en lugar de Donatello), con quien discurría familiarmente, agradándose mutuamente hablaban juntos sobre las dificultades de su vocación. En esos días Donato había acabado un Crucifijo de madera, que fue colocado en la iglesia de la Santa Croce en Florencia, debajo de la escena del niño que era resucitado por San Francisco, pintado por Taddeo Gaddi (#), deseando tener la opinión de Filippo sobre este trabajo; pero arrepentido, porque Filippo le contestó que había colocado a un campesino en la cruz; le dejó su dicho, “toma la madera y hazlo tu mejor,” como se relaciona de largo en la vida de Donato. Filippo, que nunca conseguían encolerizarlo, sea lo que fuere, permaneció callado por muchos meses hasta que acabó un Crucifijo de madera del mismo tamaño, excelente, y labrado con tanto arte, diseño, y diligencia, que Donato a quién él había enviado a su casa delante, para sorprenderlo, porque no sabía que Filippo había hecho tal trabajo, dejó caer el cesto de huevos y otras cosas para la cena de ellos dos, cuando vió el trabajo, maravillado por el ingenio y la manera que Filippo había demostrado en las piernas, el tronco, y los brazos de la figura dicha, y haberla compuesto y unido tan bien que Donato, además de admitirse batido, lo proclamó un milagro. Este trabajo esta hoy en Santa María Novella, entre la capilla de los Strozzi y la de Vernia de Bardi (La tradición cuenta el desafío al revés, pero no parece en Manetti ni lo uno ni lo otro #), todavía muy elogiada por los modernos.

Por el talento de estos maestros verdaderamente excelentes, que eran reconocidos, recibieron el encargo del gremio de carniceros y del gremio de los Fabricantes de Lino de dos figuras en mármol, para las hornacinas de Or San Michele. Emprendiendo otro trabajo, Filippo dejó hacer estas figuras a Donato, y Donato las ejecutó a la perfección (#),(#).

Después de estas cosas, en el año 1401, ahora que la escultura se había levantado a tan gran altura, determinaron reconstruir las dos puertas de bronce de la iglesia y Baptisterio de San Juan, puesto que, desde la muerte de Andrea Pisano a ese día, no había habido ningún maestro capaz de ejecutarlo. Esta intención, fue comunicada a los escultores que estaban entonces en Toscana, y fueron invitados, dieron a cada hombre una disposición y el espacio de un año para hacer una escena; y entre ésos invitados estaban Filippo y Donato, a cada uno de ellos fue requerido para hacer una historia en competición con Lorenzo Ghiberti, Jacopo della Fonte, Simone della Colle, Francesco di Valdambrina, y Niccolo d´Arezzo. Estas escenas, se acabaron en el mismo año siendo reunidas para compararse, eran todas muy hermosas y diversas las unas de las otras; unas estaban bien diseñadas y peor labradas, como las de Donato; otras fueron diseñadas muy bien y diligente labradas, pero la composición de la escena, no tiene un perspectiva buena, al igual que el caso de Jacopo de la Quercia; un tercero tenía pobre la invención y las figuras, que era la manera en que Francesco di Valdambrina había ejecutado la suya; y los peores de todos era los del Niccolo d´Arezzo y Simone da Colle. El mejor era Lorenzo di Cione Ghiberti, que tenía diseño, diligencia, la invención, el arte, y las figuras muy bien labradas. No estaba muy inferior Filippo, en donde él había representado a Abraham que sacrificaba a Isaac; y en esa escena un esclavo está sacándose una espina de su pie, y mientras que él está aguardando a Abraham y el asno está pastando, digno de alabanza. Las escenas, de Filippo y Donato no les satisfacieron excepto la de Lorenzo, y le juzgaron y calificaron mejor para ese trabajo que ellos mismos y los otros que habían hecho las otras escenas, con buenas razones persuadieron a los cónsules para asignar el trabajo a Lorenzo, demostrando que así el interés público y privado sería servido lo mejor posible; y éste es un hecho de calidad y verdadera amistad, excelencia sin envidia, y de un juicio sano en el conocimiento de uno mismo, por el que merecieron más alabanza que si hubieran ejecutado el trabajo a la perfección. ¡espíritus felices! decían, mientras que se ayudaban el uno al otro, tomando gusto en el elogio de los trabajos de otros. No como infelices de nuestros días, que, no saciados en dañarse, explotan con envidia mientras se burlan de los otros. Los cónsules suplicaron a Filippo para emprender el trabajo en compañía con Lorenzo, pero lo rechazó, queriendo ser el primero en un arte que un igual o un segundo en ese trabajo. Donó la escena que presentó labrada en bronce a Cosme de Medici, que después de un tiempo la mandó poner en el dosel del altar en la vieja sacristía de San Lorenzo, donde está actualmente; (# museo del Bargello) y el de Donato fue colocado en la sala del gremio del Cambio.

Siendo el encargo encomendado a Lorenzo Ghiberti, Filippo y Donato, que estaban juntos, resolvieron salir de Florencia en compañía y vivir por algunos años en Roma, al extremo que Filippo pudo estudiar arquitectura y la escultura Donato; y Filippo quiso ser superior a Lorenzo y a Donato, en la proporción como que la arquitectura se sostiene para ser más necesario en las necesidades prácticas de los hombres que la escultura y la pintura. Después de que él hubo vendido una pequeña granja que tenía en Settignano, salieron de Florencia y fueron a Roma, en donde, viendo la grandiosidad de los edificios y la perfección de los templos, Filippo se quedaba parado como un hombre fuera de su mente. Y tomaba medidas para las cornisas y sacaba las plantas de esos edificios, y ni él ni Donato guardaron de trabajar continuamente, ahorrando tiempo ni gastos. No había lugar, ni en Roma ni fuera en la Campiña, donde no salieran a visitarla, ni nada bueno que no midieron y encontraron. Y puesto que Filippo estaba libre de cuidados domésticos, él dio el resto de su cuerpo y el alma al estudio, no haciendo pensamiento por comer o dormir, siendo atento a una cosa solamente a saber, la arquitectura, que estaba muerta ahora (quiero decir los buenos órdenes antiguos, y no el alemán bárbaro, que se hacía mucho en su tiempo). Tenía en su cabeza dos grandes ideas, uno que debía restaurarla para sacar a la luz la buena manera de la arquitectura, puesto que él creyó que si podía recuperarla no sería menos que Cimabue y Giotto en lo que habían hecho; y la otra, era encontrar un método, de levantar la cúpula de Santa María del Fiore en Florencia, con dificultades después de la muerte de Arnolfo Lapi, ya que nadie era lo bastante valeroso pensando en levantarla sin el gasto para los andamios de madera. Él no compartió esta idea con Donato ni con ningún alma viva, (No deberíamos perdonarle estos anacronismos novelescos) No dejó Roma hasta que había considerado todas las dificultades conectadas con la Ritonda, (el Panteón) preguntándose con qué procedimiento fue levantado. Había observado y había dibujado todas las cúpulas antiguas, y estaba constantemente estudiándolas; y si por ventura ellos hubieran encontrado pedazos de capitales, de columnas, de cornisas, y cimientos enterrados en los edificios, hacían excavarlas para examinarlas a fondo. Tanto que un rumor se propagó a través de Roma, y cuando pasaban a través de las calles, desaliñados del trabajo fueron llamados los buscadores del tesoro, la gente creía que eran personas que estudiaban geomancia para descubrir el tesoro; y esto era porque un día encontraron un florero antiguo de loza de barro lleno de medallas. Filippo corto ya de dinero, lo lograba fijando las joyas para ciertos orfebres que eran sus amigos; y así se quedó solo en Roma, porque Donato volvió a Florencia, mientras que él, con mayor tesón y trabajo que antes, seguía investigando las ruinas de esos edificios. Ni cejó hasta que había dibujado toda cada clase de edificios templos redondos, cuadrados, y octagonales, basílicas, acueductos, baños, arcos, coliseos, anfiteatros, y cada templo construido con que ladrillos, de los cuales copió los métodos de atarlos y de afianzar, y también de construir bóvedas con ellos; y observó las maneras de hacer edificios seguros atando las piedras juntas con barras del hierro, y ensamblándolas a cola de pato; y, descubriendo un agujero ahuecado hacia fuera en el centro de cada gran piedra, él encontró el significado para sujetarlas con un instrumento de hierro, que es llamado por nosotros la ulivella, con el que se elaboran las piedras; y esto que él lo reintrodujo y luego lo trajo en uso. Distinguió las diversas órdenes una de otra Dórico, Jónico, y Corintio; y tan entusiasta era en su estudio que su intelecto llegó a ser capaz de considerar Roma, en la imaginación cuando no estaba en ruinas. En el año que 1407 el aire de esa ciudad le causó Filippo una indisposición leve, siendo aconsejado por sus amigos para que cambiara de aires, volvió a Florencia. Allí muchos edificios habían sufrido por causa de su ausencia; y para éstos, en su llegada, dio muchos diseños y muchos consejos. 

En el mismo año los cónsules del gremio de lanas convocaron un concurso de arquitectos y de ingenieros del país para la dirección de los trabajos de Santa María del Fiore y, para discutir los métodos para levantar la cúpula. Entre éstos apareció Filippo, dando su consejo: que no era necesario levantar el andamio desde la azotea según el diseño de Arnolfo, sino haciendo un friso de quince brazos en altura, con una ventana redonda y grande en el medio de cada uno de sus lados, puesto que esto ayuda a aligerar el peso de las tribunas, siendo esto más fácil para levantar la cúpula; y las maquetas se empezaron hacer de esta manera.

Filippo, restablecido de salud después de algunos meses, estaba parado una mañana en la plaza de Santa María del Fiore con Donato y otros artesanos, cuando comenzaron la charla de antigüedades con respecto a escultura, y Donato contó cómo, cuando él volvía de Roma, había hecho el viaje por el camino de Orvieto, para ver la fachada de mármol del Duomo, un trabajo muy celebrado, labrado por las manos de maestros diversos y celebrado por ser algo notable en esas épocas; y cómo, luego al pasar por Cortona, entrando en la parroquia vio un sarcófago antiguo muy hermoso, con una escena en mármol una cosa rara entonces (#) , cuando no había sido descubierta y desenterrada esa abundancia que se ha encontrado en nuestros días. Donato empezó a describir el método que el maestro de ese trabajo había utilizado en su ejecución, así como el acabado y que por todo ello debía estar considerado por su perfección y su excelente ejecución, a Filippo se le encendió un deseo ardiente de verlo, y tal que como estaba, con su capa, capucha, y los zuecos, sin decir adonde él iba, y a pié se dejó llevar hasta Cortona por la dedicación y el amor que tenía al arte. Y viendo el sarcófago, y estando satisfecho con él, hizo un dibujo a pluma, y volvió con este a Florencia, sin que Donato o ninguna otra persona supiera que había estado ausente, porque pensaron que él debería estar dibujando o inventado algo.

Así volviendo a Florencia, mostró el dibujo del sarcófago, que había hecho con gran paciencia, Donato se maravilló mucho, viendo cuánto amor alcanzaba Filippo al arte. Después de esto permaneció muchos meses en Florencia, donde se guardó haciendo maquetas y máquinas en secreto, todas para el trabajo de la cúpula, pasando el rato con sus compañero artesanos fue por entonces la broma del: gordo y Mateo (El autor anónimo de esta obra sarcástica, creen más de uno que muy posiblemente sea el mismo Manetti, su fuente) y yendo muy a menudo, a asistir a Lorenzo Ghiberti en pulir una cierta parte de sus puertas. Pero oyendo en una charla que se iban a pedir ingenieros para levantar la cúpula, se levantó una mañana con la idea de volver a Roma, pensando que él tendría mayor reputación si era buscado como extranjero que si él permanecía en Florencia. Cuando estaba en Roma, consideraron, la gran agudeza de su intelecto, porque él había demostrado en su discurso tal confianza y el valor tal como no había sido encontrado en los otros maestros, que, junto con los constructores, estaban paralizados y desamparados, con el pensamiento de que no se podría encontrar ninguna manera de levantar la cúpula, ni las vigas para hacer un entramado lo bastante fuerte para sostener el arco y el peso de tan gran edificio; y determinados de dar con una solución, escribieron a Filippo a Roma, rogándolo de venir a Florencia. Él, no deseando nada mejor, volvió cortés pero preparado; Los custodios de los trabajos de Santa María del Fiore y los cónsules del gremio de lanas, a su llegada, explicaron a Filippo todas las dificultades, de la más grande a la más pequeña, que eran levantadas por los maestros, que estaban en su presencia en la audiencia junto con ellos.

Con lo cual Filippo dijo estas palabras: Señores custodios, no hay ninguna duda que hacerlo representa las dificultades omnipresentes de las grandes empresas en su ejecución, y así siempre es, pues la presente, es incluso mayor (que quede claro que por estar enterado, yo encuentro aún muchas mas) no sé si incluso los antiguos levantaron una cúpula así tan enorme como ésta será; y aunque pensado a menudo sobre el armazón necesario dentro y fuera, y cómo puede ser posible trabajar en él con seguridad, nunca he podido ver ninguna solución, quedándome horrorizado menos en la anchura que en la altura del edificio, por la razón de que si podría ser hecha alrededor, puede ser si utilizamos el método usado por los Romanos en levantar la bóveda sobre el Panteón en Roma, es decir, la Ritonda, mientras que aquí debemos seguir los ocho lados, y atirantar las piedras y ensamblarlas a cola de pato, que serán algo muy difícil. Pero recordando que esto es un templo consagrado a dios y a la Virgen, tengo confianza, puesto que esto se está haciendo en la memoria de ellos, que podrán infundir el conocimiento donde falte, y dar la fuerza, la sabiduría, y el genio que deba tener el autor de tal trabajo.¿Pero cómo puedo ayudar en esta materia, puesto que la tarea no es mía? Os digo, que si el trabajo me correspondiera a mí, tendría la resolución y valor bastante de encontrar el método por el que la cúpula se pudiera levantar sin tantas dificultades; ¡aún no he pensado nada y ya queréis que os diga el método! Y, ya que estáis decididos a levantarla no sólo deberíais tomar mi consejo, porque no me creo capaz de ser el único consejero en tan grande cuestión, invitar para dentro de un año y en un día fijo a muchos arquitectos que vengan a Florencia, no simplemente toscanos e italianos, alemanes, franceses, y de otras naciones; para que propongan sus trabajo, al extremo que, después de discutir y decidir entre todos los maestros, la forma de ser comenzada, siendo confiado a él a quien a juicio de la mayoría de pruebas de la capacidad o poseyera el mejor método y juicio para tal empresa. No podría yo daros mejor consejo o un plan mejor que esto.

El plan y los consejos de Filippo satisfacieron a los cónsules y custodios de los trabajos, pero quisieron que él mientras tanto hiciera una maqueta y que pensara sobre la materia. Pero él parecía que no quería nada de ello; incluso pidió licencia de ellos, para regresar ya que según dijo había recibido cartas solicitándole volver a Roma. Con lo cual los cónsules, percibiendo que sus ruegos y los de los custodios no servían para detenerlo, y lo hicieron a través de sus muchos amigos; pero Filippo no cedía, y una mañana (el 26 de mayo de 1417) los custodios le ofrecieron un presente del dinero, que se encuentra en los libros de la oficina de la obra; y todo para complacerle. Pero él, firme en su resolución, tomó su salida de Florencia y volvió a Roma, en donde estudió de continuo para lo que emprendía, tomando medidas y preparándose para la terminación del trabajo, pensando, y siendo verdad, que excepcionalmente solo él podría llevarlo adelante. Y en cuanto a sus consejos de los nuevos arquitectos que deberían ser convocados, Filippo lo había avanzado por la razón de que sirviesen para probar la grandeza de su propio intelecto, y no porque porque pensara que podrían saltar ese tribunal y emprender tal carga, que era demasiado difícil para ellos. Mucho tiempo pasó y los arquitectos llegaron de sus países, donde habían sido llamados de lejos por medio de las órdenes dadas a los comerciantes florentinos que moraban en Francia, en Alemania, en Inglaterra, y en España, y que tenían órdenes de invertir cualquier suma de dinero, para obtener los intelectos más experimentados y más capaces que había en esas regiones de los príncipes de esos países, para enviarlos a Florencia.

Por el año 1420, todos estos maestros ultramontanos finalmente estaban en Florencia, y además los de la Toscana y todos los artesanos ingeniosos del diseño en Florencia; y Filippo volvió de Roma. Montaron todo, por lo tanto, en la oficina de trabajos de Santa María del Fiore, en presencia de los cónsules y de los custodios, junto con un cuerpo selecto de los ciudadanos más ingeniosos, para que éstos pudieran oír de cada maestro las respuestas a sus preguntas y pudieran decidir sobre un método para hacer la cúpula. Llamándolos, entonces, en audiencia, oyeron las respuestas de todos, uno por uno, los planes que cada arquitecto había ideado para ese trabajo. Y cosa fina era oír sus opiniones extrañas y diversas sobre la materia, por la razón que alguno dijo que las pilastras se debían erigir desde el nivel de tierra, que debían tener los arcos que sujetasen el peso del armazón de madera; otros dijeron que era lo mejor hacer la cúpula de piedra pómez, al extremo de que el peso pueda ser menor; y muchos fueron convenidos que una pilastra debería construirse en el centro, y que la cúpula se debería levantarse con forma gallonada, como la de San Juan en Florencia. Hubo un hombre que dijo que habría sido una buena cosa llenarla de tierra mezclada con monedas pequeñas, al extremo que, cuando estuviera levantada, cualquier persona que desease algo de esa tierra se diera licencia para llevarla, y la gente la llevaría así lejos en un momento sin ningún costo. Filippo solamente dijo que podría ser levantado sin tanta artesanía en madera, sin las pilastras, sin tierra, y sin gasto tan grande en tantos arcos, mas fácilmente sin armazón.

A los cónsules, que esperaban oír hablar de algo hermoso y cierto, y a los custodios de los trabajos y a todos esos ciudadanos, les pareció que Filippo había hablado como un tonto; y se rieron dándose la vuelta lejos, pidiéndole que dijera algo más, viendo que éste era el plan de un loco, entonces él lo era. Con lo cual Filippo, sintiéndose afrentado, contestó: “Mis señores, me resta aseguraros que no es posible levantar la cúpula de ninguna otra manera que esta; y aunque os riáis de mí, reconoceréis, a menos que queráis ser obstinados, que ni debe ni puede ser hecho de cualquier otra manera. Y es necesario, para erigirla de la manera que he pensado en, que debe ser dada la vuelta con la curva de un arco de cuarto de punto, y debe ser hecho doble, una cúpula interior y otra exterior, de tal manera que un hombre pueda caminar entre la una y la otra. Y en el excedente de las esquinas de los ángulos de los ocho lados en todo su grosor deben ensamblarse a cola de pato las piedras, y sus lados, asimismo se deben ceñir alrededor con tirantes de madera. Y es necesario pensar en las luces, en las escaleras, y los conductos por el que el agua de lluvia pueda escurrir; y ninguno se ha acordado de levantar andamios dentro, para que sean hechos los mosaicos, junto con un número infinito de dificultades. Pero yo que la veo levantada, se que no hay otro método y ninguna otra manera de levantarla que la que os estoy describiendo. Y creciéndose mientras hablaba, cuanto más él intentaba exponer su concepto, intentado que lo entendieran y creyeran, mayor crecían sus dudas sobre su diseño, de modo que lo creían cada vez menos, y, ya lo tenían por un asno y un charlatán. Con lo cual, fué despedido varias veces y finalmente rechazado, varios criados lo llevaron en persona fuera de la audiencia, dándolo por enteramente loco; y esta afrenta era la razón que Filippo decía luego que él no se atrevía a pasar a través de cualquier parte de la ciudad, por el miedo a que alguien pudiera decir: ahí va el loco.

Los cónsules permanecían en el compartimiento de audiencias todo confusos, por los métodos difíciles de los maestros primeros y por este último método de Filippo, que pensaron absurdo, porque parecía que no era lógico de dos maneras: primero, haciendo una doble cúpula, que implicaba un enorme y poco manejable peso; y en segundo lugar, haciéndola sin un armazón. Por otra parte, Filippo, que había pasado muchos años de estudio para obtener el encargo, no sabia qué hacer y estuvo tentado a menudo de salir de Florencia. Sin embargo, deseando ser el ganador, lo forzaron a armarse de paciencia, teniendo conocimiento bastante para saber que los pensamientos de los hombres de esa ciudad no son muy firmes ni resueltos. Filippo podía mostrar un pequeño modelo que él tenía, pero no deseaba mostrarlo, sabiendo la pequeña inteligencia de los cónsules, la envidia de los artesanos, y la inestabilidad de los ciudadanos, que ahora favorecían a uno y ahora otro, según satisfaciera a cada hombre lo mejor posible; y no me maravillo en esto, puesto que cada hombre en esa ciudad profesa saber tanto en estas materias como los maestros experimentados saben, aunque los que entienden de verdad son solamente pocos; y dejo esto dicho sin ofensa a los que si tienen conocimiento. Qué Filippo, por lo tanto, ya que no había podido alcanzar la venia ante el tribunal, comenzó a hablar por separado con los individuos, ahora hablando con un cónsul, luego con un custodio, y con muchos ciudadanos; mostrándoles parte de su diseño, los indujo a que se determinase de asignar este trabajo a él o a uno de los extranjeros. Los cónsules, los custodios de trabajos, y esos ciudadanos, reunidos junto a los arquitectos disputaron en lo referente a esta materia, pero todos fueron superados y conquistados por Filippo con muchas discusiones; y de aquí el dicho ese del huevo, se presentó el conflicto sobre el huevo, de la manera siguiente. Querían que Filippo hablara detalladamente, y que demostrara su modelo, como otros habían demostrado el suyo; pero esto lo rechazó, proponiendo a cualquiera de esos maestros, extranjero o natural, quien supiera poner un huevo vertical en un pedazo plano de mármol debería construir la cúpula, puesto que la sabiduría de cada hombre sería discernida así. Tomando un huevo, por lo tanto, todos esos maestros intentaron ponerlo vertical, pero ninguno encontró la manera. Con lo cual Filippo, siendo dicho de hacer el soporte, lo tomó graciosamente, y, dando con un extremo de él un golpecito en el mármol, y puesto en vertical. Los artesanos protestaron que habrían podido hacer igual; pero Filippo les contestó riendo, que habrían podido también levantar la cúpula, si hubieran visto el modelo o el diseño. Y se resolvió que a él debería ser encargado realizar este trabajo, y le dijeron que él debería dar una información más completa ya sobre ello a los cónsules y a los custodios de los trabajos. 

Llegando a su casa, anotó de su cabeza en una hoja del papel tan claramente como pudo, lo siguiente para darlo al tribunal: Considerando las dificultades de esta estructura, magníficos señores custodios, de ninguna manera es posible levantar la cúpula perfectamente redonda, viendo que la superficie de arriba, donde va la linterna, sería tan grande que el poner cualquier peso pronto lo destruiría. Ahora parece a mí que esos arquitectos que no tienen ningún respeto por la durabilidad de sus estructuras, porque no tienen ningún amor a los monumentos duraderos ni a la memoria, e incluso no sabe porque se hacen. He determinado abovedar la parte interna de esta cúpula en gallones (secciones de arco acabado en punta), siguiendo los lados externos, y dar a éstos la proporción y la curva del arco de cuarto-punto, por la razón de que esta curva, cuando está dada la vuelta, empuja siempre hacia arriba, de modo que, cuando se carga con la linterna, ambos se unen para hacer que la cúpula perdure. En la base debe tener tres brazos y tres cuartos de grueso, y debe levantarse piramidal, estrechándose de fuera, hasta que se cierre en el punto donde está la linterna; y en esta al ensamblarse debe tener un brazo y un cuarto de grueso. Entonces en el lado externo debe haber otra cúpula, que debe ser de dos brazos y medio en la base, para proteger la interior contra la lluvia. Ésta debe también disminuir piramidalmente en la proporción debida, de modo que pueda venir a juntarse en el pie de la linterna, como el otro, en la cumbre que puede ser de dos tercios de un brazo de grueso. A cada ángulo debe haber un contrafuerte, sumando todos ocho: y en el medio de cada lado debe haber dos contrafuertes, siendo estos dieciséis: y entre los ángulos dichos, en cada lado de las cúpulas, por dentro y fuera, debe haber dos contrafuertes, cada uno con una base de cuatro brazos. Las dos cúpulas, construidas de forma piramidal, deben levantarse juntas en una proporción igual hasta la altura de la ventana redonda cerrada por la linterna. Allí se debe hacer veinticuatro contrafuertes en las cúpulas alrededor de ellas, y de seis arcos de bloques de pedernal, fuertes, y atados con bien con los hierros, que se deben cubrir con estaño; y sobre los bloques dichos deben ir tirantes de hierro que aseguren la cúpula a sus contrafuertes. La primera parte de la albañilería, hasta la altura de cinco brazos y un cuarto, debe ser maciza, no dejando ningún vano, y luego se continuará con los contrafuertes y las dos cúpulas se dividirán. Los primeros y segundos anillos en la base se deben consolidar en todas partes con bloques largos de pedernal puestos horizontalmente atravesándolos, de tal manera que ambas cúpulas puedan apoyarse sobre los bloques dichos. A la altura de cada nueve brazos (Difieren muchos datos con Manetti, coincidiendo Los de Manetti con un acta del gremio de la Lana de 1420, no obstante Vasarí arquitecto, estudió obsesionado la cúpula, lo cual fue el principal motivo para adjudicarle la decoración interior durante la que le vino la muerte. Yerra copiando en demasiados datos, fuera de la estructura novelesca donde los mezcla intencionadamente, quizás podría haber "ajustado" a conciencia los datos transcritos de Maneti, del acta del Gremio de la Lana y los de esta) y hacia dichas debe haber pequeños arcos entre un contrafuerte y otro, con tirantas gruesas de roble, para atar juntos los contrafuertes dichos, que apoyan la cúpula interna; y los contrafuertes dichos del roble se deben cubrir con las placas del hierro, para las escaleras. Los contrafuertes se deben construir todo de pedernal y de piedra dura, y todos los lados de la cúpula deben estar además de piedra dura y unidos a los contrafuertes hasta la altura de veinticuatro brazos; y de allí subiendo el material debe ser ladrillo, o algo, de piedra pomez, según la decisión del constructor, que debe hacer el trabajo tal como él pueda de ligero. Un paso se debe hacer en el exterior sobre las ventanas, formando una galería debajo, con parapetos abiertos de un brazo y dos de altura, proporcionalmente a las pequeñas tribunas de abajo; o, dos corredores uno sobre el otro, el del paso superior abierto al aire reclinándose sobre una cornisa adornada. El agua de la lluvia debe fluir desde la cúpula por un canal del mármol, de un tercio de un brazo, y debe escurrir a través de los agujeros hechos en la piedra dura debajo del canal. Ocho costillas de mármol se deben hacer en los ángulos de la superficie externa de la cúpula, de grueso como pueda ser requerido, levantándose un brazo sobre la cúpula, con una cornisa arriba por la azotea, de dos brazos para servir como canalones y aleros al conjunto; y estas costillas deben levantarse piramidales desde su base hasta la cumbre. Las dos cúpulas se deben construir de la manera descrita, sin armazón, hasta la altura de treinta brazos, y de ese punto hacia arriba de la manera recomendada por los maestros encargados en el edificio, puesto que la práctica nos enseña qué curso perseguir. Filippo, acabando de escribir todo lo que está arriba, entró por la mañana al tribunal y le dió ese papel, que estudiaron de extremo a extremo. Y aunque no podían entenderlo todo, al ver la preparación de la mente de Filippo, y percibir en aquél lo que no en los otros arquitectos, estar con los pies en el suelo, demostrando confianza en su discurso, repitiendo siempre la misma cosa que tal parecía de cierto que él había levantado diez cúpulas. Los cónsules, firmaron a un lado, para encargarle el trabajo, y aprobaron el resto de cosas diciendo solamente que quisieran ver alguna demostración de cómo esta cúpula se podría levantar sin el armazón.

A este deseo la fortuna le fue favorable, porque Bartolommeo Barbadori que quería tener una capilla construida en Santa Felicitá y que había hablado de esto a Filippo, se puso manos a la obra y la acabó sin armazón, a mano derecha de la entrada en la iglesia #, donde está la pila del agua bendita, también hecha por su mano. En esos días, hizo otra al lado de la capilla del altar en San Jacopo sobre el Arno, para Stiatta Ridolfi (Destruida en 1709); y estos trabajos fueron los medios de traer más crédito a sus palabras. Y los cónsules y los custodios de los trabajos, estando asegurado por escrito y por el trabajo que habían visto, le encargaron la cúpula, haciéndole maestro principal por el voto con las habas. Pero lo contrataron para doce brazos de altura, diciéndole que deseaban ver cómo el trabajo tenía éxito, y que si lo tenía tan bien como él prometió podrían encargarlo hacer el resto. Le parecía cosa extraña a Filippo ver la gran obstinación y desconfianza en los cónsules y los custodios, y, si no hubiera sido que él se sabía el único hombre capaz de ejecutar el trabajo, él no habría puesto su mano en ella. Deseando ganar la gloria de su construcción, comenzó y se comprometió para terminarla a la perfección. Su declaración escrita fue copiada en el libro de los proveedores donde se guardan las cuentas de los deudores y de los acreedores para la madera y el mármol, junto con el compromiso dicho; y empezaron a entregarle el mismo dinero que habían dado hasta entonces a los otros maestros. Sabiéndose el encargo dado a Filippo entre los hombres de arte y los ciudadanos, algunos pensaron bien de él y otros mal, como siempre es el caso en la opinión del populacho, del poco considerado, y del envidioso. Mientras se estaba en los preparativos para comenzar la construcción, una facción se formó entre artesanos y ciudadanos, y aparecieron ante los cónsules y los custodios, diciendo que había habido demasiada rapidez en la materia, y que un trabajo tal como este no se debe realizar por los consejos de un hombre solamente; que puede ser perdonable si estuvieran sufriendo una penuria de maestros excelentes, siendo que los tenían en abundancia; y eso no era bueno para la ciudad, porque, si un accidente sucediera, como puede venir a pasar a veces en los edificios, ellos podrían ser culpados, como personas que habían puesto una carga demasiado grande en un hombre, sin la consideración de la pérdida y de la vergüenza que pudiera resultar al interés público; sería bueno dar a Filippo un compañero, para refrenar su cólera.

Lorenzo Ghiberti tenía gran reputación, a causa de la prueba de su ingenio en las puertas de San Juan; y era querido por ciertos hombres de gran alcance en el gobierno como fué probado claramente, puesto que, viendo la gloria de Filippo tan grande, presionaron a cónsules y custodios tan fuertemente, bajo pretexto del amor y del afecto que tenía a ese edificio, que lo unieron a Filippo como su colega en el trabajo. Con gran desesperación y amargura Filippo, en la audiencia qué los custodios habían hecho, para ver de esto, que era importante para bien de Florencia; y si no hubiera estado Donato y Luca de la Robbia, que lo confortaron, él habría perdido la razón. ¡Verdaderamente impía y cruel es la rabia de los que, cegados por la envidia, ponen en peligro los honores y los trabajos hermosos de otros por sus celos! Por muy poco Filippo no rompió sus modelos en pedazos, y quemó sus diseños, y en menos de media hora destruyese todo ese trabajo que lo había ocupado por tantos años. Las excusas al principio hechas de los custodios a Filippo y suplicas a proceder, y decir que él mismo y ningún otro era el inventor y el creador de tan noble edificio; pero al mismo tiempo dieron el mismo sueldo a Lorenzo que a Filippo. Con poca buena voluntad comenzó Filippo el trabajo, que vio que él debería aguantar los trabajos, y debía dividir el honor y la fama con Lorenzo. Pensando en su cabeza, que encontraría medios de evitar que Lorenzo continuara mucho tiempo en el trabajo, seguía en su compañía la manera sugerida por la escritura dada a los custodios. Mientras tanto pensó Filippo hacer un modelo tal como todavía no había sido hecho; poniéndose a ello, lo encargó labrarlo a Bartolommeo un carpintero, que vivía cerca del estudio. Este modelo, que tenía todas las proporciones exactas medidas a escala, donde estaban todas las partes difíciles, tales como escaleras con luz y a oscuras, y cada clase de ventana, de puerta, de tirantes, y contrafuertes, junto con una parte de la galería. Sabiendo de esto Lorenzo deseaba verlo pero Filippo se negó, y Lorenzo montó en cólera, y quiso hacer otro modelo, para que pareciera que el salario que sacaba no pareciera inútil y que pareciera que hacia algo. Se pagó por el modelo de Filippo cincuenta liras y quince soldadas; encontrándose la asignación en el libro de Migliore di Tommaso el tres de octubre del 1419 ; y la salida de Lorenzo Ghiberti de 300 liras , por trabajo y gasto hecho en su modelo a causa de la amistad y favor que tenía, más que de la utilidad o necesidad que había de fabricarlo.

Duró este tormento sobre Filippo hasta el 1426, siendo Lorenzo, pareja de Filippo, como inventores; esta preocupación era muy grande en el espíritu de Filippo, que vivía con enorme pasión. Mientras tanto pensó distintas y nuevas cosas, deliberando apartarlo de él, conociendo su poco valor para esta obra. Tenía Filippo hecho ya alrededor y entre las cúpulas doce brazos, donde se tenía que ponerse tirantes de piedra y madera: siendo cosa difícil, él quiso hablar con Lorenzo para saber si había considerado esta dificultad. Y lo encontró sin haber pensado en la tal cosa, le respondió que se lo dejaba a él como inventor. Agradó a Filippo la respuesta de Lorenzo, para dejarlo fuera de la obra y descubrir que no era tan inteligente como lo tenían los amigos que como favor lo habían puesto en este lugar. Ya estaban detenidos todos los albañiles de la obra, esperando como deberían comenzar sobre los doce brazos para hacer las bóvedas y atirantarlas, y a comenzar a estrechar la cúpula, pero era necesario poner los andamios, para que los obreros y los albañiles pudieran trabajar sin peligro, ya que la altura era tal que al mirar al suelo daba miedo y mareo al espíritu más seguro. Estaban los albañiles y maestros esperando el método de atirantar y andamiar: esperando resolverlo a Lorenzo o a Filippo, naciendo el rumor entre los albañiles y los otros maestros, que ya no corría prisa; como pobres personas que eran viviendo de sus brazos, y dudando que hubieran nacido con bastante espíritu para llevar adelante esta obra, y como mejor sabían y podía, iban entreteniéndose por la obra, puliendo y limpiando todo lo que había hecho hasta entonces. Una mañana, Filippo no llegó al trabajo, se vendó la cabeza y se metió en la cama, y continuamente gritaba que le pusieran paños calientes, fingiendo tener dolor de costado. Oído esto, los maestros que esperaban instrucciones para trabajar, demandaron a Lorenzo como tenían que seguir: respondió que era Filippo quien lo decía y que era necesario esperarlo. Por lo que le dijeron: "Pero no sabes sus intenciones?" "Sí - dice Lorenzo - pero que no haría nada sin él". Y esto dijo excusándose, no conociendo el modelo de Filippo y por no haber nunca preguntado, para no parecer ignorante, sobrepasado por esta obra al hablar de esto, respondía, que no quería contradecir la voluntad de Filippo. El cual ya duraba muchos días enfermo, y yendo a verle los proveedores de la obra y muchos jefes albañiles, continuamente le pedían que les dijera lo que tenían que hacer: "si tenéis a Lorenzo, que trabaje un poco". y no sacaban nada más. Donde, sintiéndose esto, empezaron a hablar y a juzgar las culpas sobre la obra; de quién decían que Filippo se había puesto en la cama con dolor porque no tenía el espíritu suficiente para volver; y que se arrepentía de entrar en danza. Y sus amigos lo defendían, diciendo que tenía razón en estar enfadado, por la villanía de haberle puesto a Lorenzo como igual; y que el dolor de costado, estaba causado por los muchos esfuerzos de la obra.

Todo era rumores y hablar en el trabajo, ya paradas casi todas las obras de albañilería y canteros; y murmurar contra Lorenzo decían: "Bien bueno que es llevándose el sueldo, pero para ordenar el trabajo no." ¿Y si Filippo no estuviera, o si él tuviera enfermedad para largo, como lo harían? ¿Que culpa es el suya, si está malo?" Los custodios, que se vieron en vergüenza por esta práctica, deliberaron de ir a ver a Filippo; y llegados, confortándolo de su mal, le dicen el desorden en que se encontraba la obra y los tormentos que les habían llegado con su enfermedad. Diciendo Filippo con palabras apasionadas fingiendo su mal: ¿"Pero - dijo - y Lorenzo?" ¿no está él allí? Yo me asombro tanto como ustedes "." Entonces le respondieron los custodios: "es que no quiere hacer nada sin ti". diciendo Filippo: "Pues yo, sin embargo lo haría bien sin él". La respuesta sutil y velada; les dejó conocer que tenía mal querer solamente. Enviaron pues a amigos suyos a sacarlo de la cama y llevarlo a la obra;' y viendo Filippo, que continuaba con los favores Lorenzo, y el sueldo sin hacer ningún trabajo, pensó en otro método para descornarlo y hacerlo público como poco persona y falto de maestría; e hizo este razonamiento a los obreros, estando presente Lorenzo: "Señores trabajadores, el tiempo que nos es prestado vivir si fuera seguro, como lo estamos de morir, es claro que muchas cosas que se comienzan, se terminarían, dónde aún siguen inacabadas" y visto mi accidente, enfermedad que pasé, podía haber terminado con mi vida y detener esta obra, que si cayera enfermo Lorenzo, quien Dios no lo quiera, pueda el uno seguir sin el otro su parte, yo pensé que como sus Señorías nos dividieron el salario, nos dividan la obra, y se ponga de manifiesto lo que cada uno sabe, y pueda seguramente adquirir renombre y ser útil a esta republica, e incluso alcanzar por el mundo nombre y honor. Son dos cosas lo difícil, en el presente a enfrentar: una los andamios, para que los albañiles puedan trabajar, y que tienen que servir tanto por dentro como por fuera de la obra de fabrica, dónde es necesario tener hombres, las piedras y cal, y que puedan resistir las poleas para mover pesos, y otros medios similares; y el otro es la cadena, que tiene que ponerse sobre los doce brazos, que tiene que reunir las ocho caras de la cúpula y conectarla con el muro de fabrica, que todo el peso sobre la planta, se reparta por igual, de manera que los esfuerzos no amplíen el peso, sino al contrario que todo el edificio se fije. Que Lorenzo haga una estas partes, la que considere mas fácil, que yo probaré solucionar sin dificultades la otra para que no se pierda más tiempo. Lorenzo estaba forzado por su honor aceptar una de estas tareas, y, aunque él lo hizo muy poco dispuesto, resolvió hacer la cadena de tirantes, pareciéndole más fácil, confiando en los consejos de los masones (Maestro de albañiles) y en fijarse en la cúpula de San Juan en Florencia donde había una cadena de tirantas de piedra, de la que él podía tomar una parte del diseño, si no del todo. Y uno puso manos a los andamios y el otro a las tirantas, y realizó cada uno su trabajo. Los andamios de Filippo fueron hechos con ingenio e industria tan grandes, que incluso los mas enfrentados a su opinión previamente quedaron satisfechos, porque los albañiles podían, trabajar y cargar pesos con seguridad como si hubieran estado en la misma tierra. Los modelos de los andamios dichos fueron guardados en la oficina de trabajo de San Lorenzo. Estaba la tiranta hecha en uno de los ocho lados con gran dificultad; y cuando estuvo acabada, los custodios quisieron que Filippo la viera. Él no les dijo nada a ellos, sino que discurrió sobre eso con algunos de sus amigos, diciendo que era necesario que tuvieran forma de herradura diferente a aquélla, y aplicarlo de una manera mejor que había sido hecho, y que no era bastante fuerte para soportar el peso sobre el cual se soportaría, porque no ató la albañilería firme y bastante; agregando que las pagas dadas a Lorenzo, así como la tiranta que había hecho, valían para nada. Cuando la opinión de Filippo se supo, le encargaron que demostrara cuál era la mejor manera de hacer la tiranta. Con lo cual, ya teniendo diseños y modelos, los mostró inmediatamente, y considerados por los custodios y los otros maestros, reconocieron en qué gran error habían caído favoreciendo a Lorenzo; y deseando borrar este error y demostrar que sabían quien era el bueno, nombraron supervisor a Filippo e intendente jefe vitalicio de la obra entera de por vida, diciendo que nada se debía hacer en ese trabajo sin sus órdenes. Y como prueba de gratitud le dieron cien florines, asignados por los cónsules y los custodios el 13 de agosto de 1423, ante el notario de la oficina de trabajos Lorenzo Paoli, siendo la persona encargada de pagarle Gherardo di Micer Filippo Corsini; y establecieron que serían cien florines por año durante toda la vida. Dando las órdenes para que las obras del edificio se reanudasen, con tal cuidado, escrúpulos y atención tan grande, que ni una piedra se podía poner en el lugar sin que él lo viera. Sus amigos favorecieron y asistieron a Lorenzo demandando que él no podía ser despedido hasta pasados tres años, encontrándose vencido, y puesto en vergüenza tan grande, que se puso a dibujar para ganarse el sueldo. Filippo siempre hacía, incluso en la ocasión más leve, dibujos y modelos de los andamios para los constructores y de las máquinas para elevar los pesos. Pero esto no evitó que ciertas personas malévolas, amigos de Lorenzo, pusieran a Filippo en la desesperación pasándose todo el tiempo en la fabricación de modelos en oposición a el suyo, algunos de esos fueron hechos por el maestro Antonio Verzelli y otros maestros favorecidos, y los enseñaban a los ciudadanos, demostrando su inconstancia, su poco conocimiento, y su vacío intelectual para comprender lo más mínimo, puesto que, teniendo lo perfecto en su mano, llevaron adelante lo imperfecto e inútil. 

Ya estaban puestas las tirantas en las ocho caras, y los masones, animados, trabajaban valerosamente; pero estando muy presionados por Filippo, resintiéndose de ciertas reprimendas recibidas con respecto al edificio y a otras cosas que eran de suceso diario, habían concebido un agravio contra él. Siendo movidos por la envidia, algunos capataces juntos en una facción declararon que el trabajo era laborioso y peligroso, y que no construirían la cúpula si no les pagaban más, aunque su paga estaba muy por encima de lo que habría sido respecto a lo que habían levantado, mas estaba en su pensamiento de esta manera tomar venganza en Filippo que ganar beneficios para sí mismos. Este asunto descontentó a los custodios y también a Filippo, siendo el responsable, determinando en una tarde de sábado despedirlos a todos. Viéndose despedidos pero no estando la obra acabada, no lo tenían como adverso; pero el lunes siguiente Filippo contrató diez Lombardos para trabajar, y estando encima siempre de ellos diciéndoles, hacer esto aquí, y, hacer eso allí, los enseñó tanto en un día que trabajaron durante muchas semanas. Los masones, por otra parte, viéndose sin sueldo, privados de su trabajo, y deshonrados así, y no teniendo ningún trabajo tan provechoso como ese, enviaron mediadores a Filippo, diciendo que volverían dispuestos, y encomendándose él. Filippo los mantuvo por muchos días en suspenso, luego de disponer a retornarlos; pero con salarios más bajos que tenían antes; y donde pensaron así en tomar venganza en Filippo perdieron, trayendo daño y deshonra en sí mismos.

Las murmuraciones fueron silenciadas, y mientras tanto, al ver que se levantaba la construcción tan fácilmente, los hombres habían llegado a reconocer el genio de Filippo; y fue sostenido ya incluso por los que hicieron por perjudicarle que él había demostrado valer lo que ningún arquitecto antiguo o moderno había manifestado en sus trabajos. Esto vino porque enseñó la maqueta, en donde todo podía verse, las maravillosas ideas con las él había planeado las escaleras y sus luces de dentro y fuera, para que nadie se pudieran dañar en la oscuridad por causa de miedo, y cuántas barandillas diversas de hierro había colocado donde estaba escarpada la subida en las escaleras, arreglándolas con mucha consideración. Además de esto, incluso había pensado en los hierros para fijar los andamios dentro, para cuando tuvieran que ser labrados los mosaicos o las pinturas; y de modo semejante, poniendo diversas clases de desagües, algunos cubiertos y algunos destapados, en las posiciones menos peligrosas, acompañando a éstos con agujeros y aberturas diversas, al extremo que la fuerza de los vientos no pudieran romperlos y que ni las tormentas ni los temblores de tierra pudieron ocasionar cualquier daño, él demostró la gran ayuda que había recibido de sus estudios durante los muchos años que permaneció en Roma. Y además, cuando los hombres consideraban lo que él había hecho en la manera de ensamblar a cola de pato, para ensamblar, fijar, y de atar juntas las piedras, que maravilla, se tiembla al pensar que una sola cabeza debe haber sido capaz de todo como la mente de Filippo había probado ser capaz de ejecutarlo. Hacía con tan gran energía de continuo como si no fuera nada, no obstante de ser difícil y formidable, que él no convirtiera en fácil y simple; y esto lo demostró en el método para elevar pesos por medio de contrapesos y ruedas, de modo que un buey pudiera levantar lo que no habrían podido levantar menos de seis pares antes. 

El edificio ahora se había levantado a tal altura que era un inconveniente muy grande para cualquier persona que había subido descender a la tierra, y los constructores perdían muchas horas en ir a comer y a beber, y sufrían gran malestar con el calor del día. Filippo por lo tanto tomó las medidas para abrir comedores y cocinas en la cúpula, y que el vino se vendiese, de modo que nadie tenia que dejar su trabajo hasta la tarde, cosa que era conveniente para los hombres y muy ventajoso para el trabajo. Viendo la obra progresar y tener éxito, Filippo animado se había crecido en el trabajar, entraba en persona a los hornos donde se hacían, y exigía los ladrillos y ver la arcilla y sentir su consistencia, e insistía en seleccionarlos con su propia mano cuando estaban cocidos al horno, con la diligencia más grande. Cuando los talladores trabajaban en las piedras, las miraba para ver si tenían defectos y fueran duras, daba a los hombres modelos en madera o cera, o hechos simplemente con nabos; y también lo hacía para las herramientas de hierro para los herreros. Él inventó los goznes, las bisagras con ejes, y las bisagra con tirador, haciendo mucho para facilitar la arquitectura, que fue llevada ciertamente por él a una perfección tal como nunca había gozado probablemente entre los toscanos.

En el año 1423 la felicidad más grande posible y el regocijo prevalecían en Florencia, cuando Filippo fue elegido como uno de los Señores en el barrio de San Juan, para mayo y junio, y Lapo Niccolini era elegido como Gonfalonier de justicia en el barrio de Santa Croce. Y asi lo encuentran colocado en el Priorato como Filippo di Ser Brunellesco Lippi, por su abuelo Lippo, y no de la casa de Lapi, como él debía haber sido; Filippo ejerció ese cargo y también otras funciones de magistrado que él obtuvo en su ciudad, en donde siempre ejerció con la mayoría un juicio profundo. Viendo que las dos cúpulas comenzaban a cerrarse hacia adentro y que en la ventana redonda debería levantarse la linterna, ahora permanecía Filippo (aunque había hecho muchos modelos en arcilla y en madera en Roma y en Florencia, sin haberlos mostrado) componiendo en su mente finalmente cuáles de éstos pondría en ejecución. Determinado de acabar la galería, hizo diversos diseños, que seguían estando después de su muerte en la oficina de trabajos; pero que se han perdido desde entonces por causa de la negligencia de los funcionarios. En nuestros propios días, al extremo que el conjunto pudo ser terminado, una parte de ella fue hecha en uno de las ocho caras #, pero por consejo de Michelangelo Buonarroti, fue abandonado y no llevada más lejos, porque no tenía el mismo estilo que el plan original. Filippo también hizo con su propia mano un modelo para la linterna; este era octagonal, con proporciones en armonía con los de la cúpula, y resultó muy hermoso en el diseño, la variedad, y el adorno. Él hizo una escalera para ascender a la bola, que era algo divina, pero, Filippo había puesto encima de la entrada un pedazo de madera que dejó, nadie excepto el sabía de esta escalera. Y aunque le elogiaron y ahora había superado la envidia y la arrogancia de muchos, no podía prevenirse de todos los otros maestros que estaban en Florencia viendo este modelo, para hacer otro con otras maneras, y finalmente hasta una señora de la casa de los Gaddi tuvo el valor de competir con el que hizo Filippo. Mientras tanto, guardó reírse de su presunción, y cuando muchos de sus amigos le dijeron que no mostrara su modelo a ningún artesano, a fin de que no pudieran aprender, él contestaba que había solamente un modelo verdadero y a que los otros eran solo intentos. Algunos de los otros maestros habían utilizado algunas de las partes del modelo de Filippo como suyas, y Filippo, al ver éstos, decía, “el modelo siguiente que este hombre hace será igualmente al mío. El modelo de Filippo fue elogiado infinitamente por todos; solamente, no viendo la escalera para ascender a la bola, se quejaron de que era defectuoso. Los custodios determinaron, sin embargo, darle la comisión para el trabajo dicho, pero a condición de que debería mostrar la escalera. A lo cual Filippo, quitando el pedazo pequeño de madera que había en el pie del modelo, mostró la pilastra y la escalera que se ve hoy, bajo la forma de una caña hueca, teniendo a un lado un surco con los peldaños de bronce, por el que uno ascienda arriba, poniendo un pie después de otro. Y porque él no podría vivir mucho tiempo más, por causa de su vejez, para ver la linterna acabada, escribió en su testamento que debería ser construido como en el modelo y lo puesto en el escrito; diciendo que si no la estructura se derrumbaría de otra manera, puesto que fue abovedada con el arco ojival, de modo que es necesario cargarlo con este peso para hacerlo más fuerte. No pudo ver este edificio acabado antes de su muerte, aunque la levantó a la altura de varios brazos, y preparó todos los mármoles que entraban viendo de estar bien labrados y; y la gente, al verlos, se sorprendía que fuera posible que él propusiera poner tan gran peso a esa altura. Era la opinión de muchos hombres ingeniosos que no llevara peso, que les parecía a ellos cosa de suerte que se hubiera levantado hasta ahí, y que era tentar la Providencia cargándolo tan pesadamente. Filippo, siempre riendo, siguió preparando todas las máquinas y todos los instrumentos que debían ser utilizados en el edificio, pasando todo su tiempo pensando, previendo, y anticipando, cada detalle, incluso al punto de guardar para que no saltasen los picos de mármoles vestidos como los elaboraron al elevarlos, construyendo arcos de madera para proteger los tabernáculos; mientras que para el resto, lo dejó escrito, junto con la maqueta. Lo hermosos que es este edificio lo demuestra por sí mismo. Del nivel de la tierra a la base de la linterna es de 204 brazos en altura; (la "braccia" que traduzco por brazo, es una medida equivalente al "codo", Galileo Galilei las cita con una equivalencia de 0,53 metros en Reggio, y en Venecia 0,68 metros. Las medidas "métricas" de esta obra son 91 metros hasta la cúpula, 114,5 metros con la linterna, 107 metros la altura interna) el cuerpo de la linterna es de treinta y seis brazos; la bola de cobre, de cuatro brazos y medio. Y puede ser dicho con confianza que los ancianos nunca alcanzaron tanta altura con sus edificios, y nunca se expusieron a tan gran riesgo intentando desafiar los cielos, porque esta obra parece en verdad desafiarlos, considerando que se levanta a tal altura que las montañas de Florencia que la rodean parecen no tan altas. Y parece, en verdad, que los cielos están envidiosos de su fama, puesto que los relámpagos mantienen un pulso con ella a diario (17-7-1600 un rayo la tiró, y por el 17..otro,  el tejado y bola son diferentes).

Mientras que se ocupaba de este trabajo, Filippo hizo muchos otros edificios, que enumeraremos abajo en su orden. Con su propia mano hizo el modelo de la Capilla de los Pazzi en Santa Croce (#) en Florencia, un trabajo variado y muy hermoso, y la maqueta de la casa de los Busini (#), para que las habitaran dos familias; y también la maqueta de la casa y de la logia de los Inocentes, la cúpula fue ejecutada sin armazón, un método que todavía es seguido por todos en nuestro tiempo. Se dice que Filippo fue convocado a Milán para hacer el modelo de una fortaleza para el duque Filippo Maria, y que dejó el edificio de los Inocentes a cargo de Luna de Francesco, que era muy amigo suyo. Este Francesco hizo un arquitrabe ornamental al revés en vez de hacia abajo, arriba, incorrecto según las reglas de la arquitectura. Filippo, al volver, lo reprendió por hacer tal cosa, y él contestó que lo copió de la iglesia de San Juan, que es antigua. "Hay un único error, - dijo Filippo, en el edificio,- y entre mil cosas que estudiar y seguir, vas tu y lo copias". La maqueta de este edificio, hecha por la mano de Filippo, estaba por muchos años en las manos del gremio del arte de la Puerta de Santa María, siendo tenido muy en cuenta para lo que estaba sin terminar; pero ahora está perdida. Hizo la maqueta de la abadía de los Canónigos Regulares de Fiesole (# Tiene su estilo pero se empezó 10 años luego de su muerte), para Cosme de Médici, con una arquitectura muy adornada, práctica, e imaginaria, la iglesia es magnífica y amplia.

Filippo también hizo el palacio de San Jerónimo de Fiesole , y diseñó el modelo para la fortaleza de Vico Pisano; y diseñó la vieja ciudadela de Pisa, y fortificó el ponte a mare, y también hizo el diseño para la ciudadela nueva, cerrando el puente con las dos torres #. De modo semejante, hizo el modelo para la fortaleza del puerto de Pesaro. Volviendo a Milán, hizo muchos diseños para el duque, y algunos para los maestros del Duomo de esa ciudad (hay notas en Ant. Billi y Anónimo Magliabechiano de obras en Pesaro y Milán, pero nada más).

La iglesia de San Lorenzo se había comenzado en Florencia en este tiempo por el querer de la gente, y se había nombrado capataz de la obra al prior. Esta persona haciendo profesión de sus muchos conocimiento en arquitectura, y que se divertía como un pasatiempo. Y habían comenzado ya el edificio haciendo las pilastras de ladrillo, cuando el Médici Juan de Bicci, que había prometido pagar los gastos de la sacristía y una capilla, invitó a Filippo una mañana a que cenara con él, y después de mucho discurso le preguntó lo que él pensaba en el empiece de San Lorenzo. Obligado Filippo tuvo que decir a Juan lo que él pensaba, y obligado a que hablara de verdad, la criticó en muchos aspectos, como algo diseñado por una persona que tenía mucho que aprender y con poca experiencia en edificios de esa clase. Con lo cual Juan pidió a Filippo si algo mejor y más hermoso podría ser hecho, a lo qué Filippo contestó, sin duda, y me sorprende que, siendo el jefe en la empresa, no dediques algunas miles de ducados a construir un cuerpo de una iglesia con todas sus piezas dignas del lugar y de muchas nobles tumbas, que, al verlo comenzado, procederán con sus capillas con mayor energía; sobre todo, porque no queda recuerdo de nosotros excepto las paredes, que llevan el testimonio para los centenares y millares de años a los que las construyeron. Juan, alentado por las palabras de Filippo, determinó construir la sacristía y la capilla principal, junto con el cuerpo entero de la iglesia, aunque solamente siete familias estaban dispuestas a cooperar, puesto que las otras no tenían los medios: estas eran Rondinelli, el Ginori, el Della Stufa, el Neroni, el Ciai, Marignolli, Martelli, y Marco de Luca, y estas capillas debían hacerse en el crucero. La sacristía era lo primero que se emprendió, y luego la iglesia, poco por poco. Las otras capillas a lo largo de la iglesia se concedieron, una a una, a otros ciudadanos del pueblo. De continuo iban a mirar vecinos del pueblo y forasteros como se colocaban las columnas y acarreaban las piedras estorbando e interrumpiendo mucho a los maestros en su trabajo. El material para los techos de la sacristía no se había terminado cuando el Médici Juan pasó a la otra vida, dejando detrás de él a su hijo Cosme, que, teniendo un mayor espíritu que su padre y encantando en la memoria de los monumentos, hizo que éste continuase. Era el primer edificio que él erigió, y le tomó un gusto tan grande a esto que desde entonces hasta su muerte no paró de construir. Cosme llevó este trabajo adelante con mayor ardor, y cuando una parte comenzada, hacía acabar otra. Mirando el trabajo como pasatiempo, él estaba casi siempre allí, y quiso que Filippo acabara la sacristía, y Donato le trabajara el estuco, los ornamentos de piedra para esas pequeñas puertas y las puertas del bronce. Juan y los otros habían acordado hacer el coro en el centro, debajo de la tribuna; pero Cosme cambió esto por deseo de Filippo, que hizo la capilla principal no como había sido diseñado al principio con un vano más pequeño sino mayor, pudiéndose hacer el coro, como está actualmente. Estando acabado, había que hacer la tribuna central y el resto de la iglesia; pero esta tribuna, con el resto, no fue terminado hasta después de la muerte de Filippo. Esta iglesia tiene 144 brazos en longitud, habiendo muchos errores que considerar en esto, uno que es que las columnas están colocadas en el nivel de la tierra en vez de ser levantado en un dado, que debería haber sido tan alto como el nivel de las bases de las pilastras de las escaleras, de modo que, uno ve las pilastras más cortas que las columnas, el conjunto de ese trabajo parece desproporcionado gravemente. Todo esto fue causado por los consejos de sus sucesores, que estaban celosos de su nombre y habían hecho modelos en oposición al suyo durante el curso de su vida. Para ponerlos en vergüenza Filippo les había escrito sonetos, y después de su muerte ellos tomaron venganza en él de este modo, no sólo en este trabajo sino en todas las obras que se quedaron sin terminar por él. Dejó la maqueta para el presbiterio de los sacerdotes de San Lorenzo, y una parte del edificio acabado, en donde hizo el claustro (#) de 144 brazos de longitud . En tanto que construía ese edificio, Cosme de Medici queriendo tener un palacio hecho para él, revela sus intenciones a Filippo, que, poniendo a un lado otros trabajos, le hizo un gran modelo muy hermoso para el palacio dicho, que deseaba colocar frente a San Lorenzo, en la plaza, aislado enteramente en cada lado. En esto el arte de Filippo había alcanzado tanto que Cosme, pensó que era demasiado suntuoso y grande, refrenándose de ponerlo en ejecución, más para evitar envidias que por causa del coste. Mientras hacía el modelo, Filippo decía que él agradecía su fortuna por tal oportunidad, viendo que tenía una casa para construir como había deseado por muchos años, y porque había aparecido el hombre que la quería y tenía los medios para poder construirla. Pero, al ver luego la determinación de Cosme por no poner este proyecto en ejecución, desdeñado rompió el diseño en mil pedazos. Cosme se arrepintió, después de haber hecho ese otro palacio (# El de Michelozzo), en no haber adoptado el diseño de Filippo; Cosme no dijo nunca que hubiera hablado a un hombre de mayor inteligencia y espíritu que Filippo.

También hizo un modelo para un templo junto a la iglesia de los Ángeles muy extraño, para la familia de Scolari; acabado solamente hasta la mitad de forma octogonal (#). Los planos de su planta y acabado están en manos de los hermanos, Micer Matteo Scolari y otros de la casa ordenaron empezarlo para memoria de Filippo Spano por sus hechos y virtudes venciendo a los turcos. Filippo también diseñó un rico palacio magnífico para Messer Luca Pitti en un lugar llamado Ruciano (#), hacia fuera de la Puerta de San Nicolás en Florencia, pero éste quedó en la sombra por no poder igualar el que también comenzó en la ciudad para el mismo hombre, llevándolo al segundo piso de ventanas, con tal grandiosidad y magnificencia que no se ha considerado nada más raro ni magnífico todavía en la manera toscana (# Excepto la nota del Anónimo Magliavechiano, que recoge Vasari, no hay otro argumento que adjudique la obra a Brunelleschi, y si a Fancelli). Las puertas de este palacio son dobles, con dieciséis brazos de alto por ocho en anchura; las ventanas del primer y segundo piso están de manera similar a estas puertas, y las bóvedas son dobles; y el edificio entero lleno de arte y diseño, es hermoso una arquitectura más magnífica no puede ser imaginada.

También se dice que la maquinaria para el paraíso de San Felice in Piazza, de la ciudad dicha, fue inventada por Filippo para celebrar la representación, Esto era en verdad algo maravilloso, demostrando el genio y la industria de su inventor, por la razón que allí se veía un cielo completo de figuras vivas en el movimiento, con contrapesos de hierro moviéndose con infinidad de luces que aparecían y desaparecían apagadas. Ganó muchos elogios con ello. (la descripción del mecanismo de la curiosa máquina en la transliteración de la edición Giuntina >>)

Su fama había crecido tanto que requirieron sus servicios desde los lugares mas distantes y lejanos por todos los que deseaban erigir edificios, en su deseo de tener diseños y modelos de su mano; y con este fin los medios y las amistades mas influyentes las emplearon. El marqués de Mantua, entre otros, deseando llevarle, escribió con gran insistencia a la Signoria de Florencia, el cual le envió a esa ciudad, en donde hizo los diseños para los diques en el río Po en el año 1446 (En la Giuntina dice 1445) Este príncipe, muy reconocido, lo trató cariñosamente, alabando sus virtudes diciendo que: Florencia era tan digna de tener a Filippo como ingenioso ciudadano, como él de haber nacido en tan noble y hermosa ciudad. En Pisa, asimismo, el conde Francesco Sforza y Niccoló da Pisa, siendo vencidos por él en la construcción de fortalezas, lo elogiaron en su presencia, diciendo que si cada estado contara con un hombre como Filippo sería posible vivir sin ejércitos. Devolviéndoles las palabras les hizo todos los honores a sus armas y a su república para ellos y para sí, Hizo muchos otros diseños fuera del dominio de la ciudad, sobre todo para defenderse de los enemigos en las guerras de Florencia con Lucca. En Florencia, diseño la casa del Barbadori, cerca de la torre del Rossi en el Borgo San Jacopo, pero no se llevó acabo; y también hizo el diseño para la casa del Giuntini en la plaza de Ogni Santi, en el Arno. Luego, los capitanes de Parte Guelfa en Florencia, le encargaron construir un edificio que contenía un pasillo y un audiencia con compartimiento para ese cuerpo, estando encargado de la comisión Francesco de la Luna, que comenzó el trabajo, y él lo había levantado ya a la altura de diez brazas sobre la tierra, cometiendo muchos errores, cuando fue puesto en las manos de Filippo, fue traído el palacio dicho a esa forma magnífica que vemos (#). En este trabajo tuvo que competir con el Francesco llamado el favorito por muchos. Siendo que él pasó su vida entera, compitiendo con un hombre u otro; muchos hacían guerra contra él y lo acosaban, y lo intentaban siempre muy a menudo ganar el honor para sí mismos con sus diseños, de modo que lo redujeron al extremo de no mostrar nada. Mandaba la construcción de las paredes de las obras haciendo un pedazo aquí y otra allí con partes sin acabar confundiendo a los ingenieros y así para que no le molestaran. (En la edición Giuntina nos cuenta que tras la inundación de 1557, él mismo, Vasari, tocó partes del palacio siguiendo los diseños de Filippo)

Por los sermones de cuaresma en Santo Spirito habiendo predicado el Maestro Francesco Zoppo, que era entonces muy estimado por la gente de Florencia, recomendó mucho la construcción de ese convento, del seminario para jóvenes, y particularmente de la iglesia, que se había quemado por entonces. Con lo cual los principales hombres de ese distrito, Lorenzo Ridolfi, Bartolommeo Corbinelli, Neri di Gino Capponi, y Goro di Stagio Dati, con muchos otros ciudadanos, obtuvieron un permiso de la Signoria para la reconstrucción de la iglesia, e hicieron proveedor a Stoldo Frescobardi. Este hombre, por causa del interés que tenía en la vieja iglesia, ya que la capilla principal y el altar mayor pertenecían a su casa, tomó gran interés, desde el principio, antes de que el dinero hubiera sido recogido de las tasaciones por derechos de entierro en estos lugares y de capillas, puso muchos millares de escudos de su bolsillo, por los que luego fue reembolsado. Después de que la materia hubiera sido discutida, se le pidió a Filippo hacer un modelo con toda la belleza, utilidad y honor conveniente a una iglesia cristiana. Persuadió recurrió y rogó para reordenar la orientación de la planta de el edificio, quedando la plaza hacia el Arno, al extremo de que todos los que pasaran navegando desde Génova, de la Riviera, de Lunigiana, y de las tierras de Pisa y de Lucca, pudieran ver la magnificencia de ese edificio (#). Pero ciertos ciudadanos se opusieron, rechazando tirar sus casas, y quisieron orientarla al otro lado. Hizo el modelo del convento de los monjes, que junto a la iglesia es tenida como una obra admirable. Le dio una longitud de 161 brazos, con un orden en las columnas y ornamentos, que sería imposible hacer un trabajo más rico, más encantador, o más agraciado que aquél. Y en verdad, que si no fuera por la malevolencia de los que quieren saber siempre de todo, haciendo que algunas obras se acaben mal, ésta ahora sería la iglesia más perfecta de la cristiandad; Durante mucho tiempo es el más airoso y mejor distribuido, aunque no se ha realizado según el modelo, como se observa de ciertas piezas comenzadas por el exterior, en donde el diseño observado dentro, no se ha seguido, aunque aparece indicado en el modelo que tienen que seguir el mismo orden que las puertas y los marcos de las ventanas exteriores. Hay algunos errores, atribuidos a él, que silenciaré, porque se juzga que si él hubiera terminado el edificio no los habría dejado, viéndose que él había traído todo su trabajo a la perfección y con tanto juicio, discreción, ingenio y arte; y este trabajo lo estableció también como genio verdaderamente divino, meritorio del cariño de quienes le conocieron y admiraron por quienes consideran sus bellas obras.

Era elegante en sus razonamientos y muy agudo en las respuestas, como cuando quiso morder en Lorenzo Ghiberti, que había comprado una granja en Monte Morello, llamado Lepriano, en la que ponía el doble que obtenía por renta, de modo que cansado de esto la vendió. Alguien preguntó a Filippo cuál era la mejor cosa que Lorenzo había hecho siempre, pensando, que por causa de la enemistad, criticaría a Lorenzo; y él contestó, "vender Lepriano". Finalmente, siendo muy viejo con 69 años de edad pasó a una vida mejor tan noble espíritu el 16 de abril, en el año 1446, Se esforzó en ganar un nombre honrado en la tierra, y podemos creer que habrá obtenido un lugar de descanso en el cielo. Su muerte causó una pena infinita a su país, que lo reconoció y estimó mucho más muerto que cuando estaba vivo; y lo enterraron con las exequias más honorables y distinguidas en Santa María del Fiore, aunque su sepultura estaba en San Marcos, debajo del púlpito frente a la puerta, donde está un escudo con dos hojas de higuera con ondas verdes en un campo del oro, porque su familia vino del distrito de Ferrara, de Ficaruolo, un castillo en el Po, las hojas son por el castillo y las ondas por el río. Fue muy llorado por los artesanos sobre todo los mas pobres a quien ayudaba siempre. Viviendo la vida de un cristiano, dejó al mundo el sabor dulce de su calidad y de su noble talento. Me parece a mí, que puede ser dicho, que desde los Griegos antiguos y Romanos hasta ahora no ha habido un maestro tan extraordinario y excelente que Filippo; y él es más digno de alabanza porque en sus épocas la manera alemana fue llevada a cabo en veneración a través de toda Italia y practicada por los viejos artesanos, como se puede ver en edificios innumerables. San Petronio di Bologna, Santa Maria del Fiore en Florencia la iglesia di Santa Croce y Orto San Michele igualmente, el palacio y la logia de la Signoria, la Cartuja de Pavia, el Duomo de Siena y de Pisa, y muchos otros edificios que no hace falta nombrarlos. Recuperó los moldeados antiguos y restauró el Toscano, Corintio, Dórico y órdenes Jónicas a sus formas originales. Tenía un discípulo de Borgo un Buggiano, llamado Il Buggiano, (Andrea di Lazzaro Cavalcanti, Filippo lo tomó en adopción) que hizo la fuente de la sacristía de Santa Reparada, con ciertos muchachos que vierten hacia fuera el agua (#); que hizo de su maestro, en mármol, un retrato, que a su muerte fue puesto en Santa María del Fiore, al lado de la puerta a mano derecha según se entra en la iglesia, (allí sigue #) donde está también el epitafio siguiente, colocado allí por el público para honrarlo después de su muerte, así como él había honrado su país cuando estaba vivo: 

D(eus) S(antus)

QVANTVM PHILIPPVS ARCHITECTVS ARTE DAEDALEA VALVERIT CVM HVIVS CELEBERRIMI TEMPLI VISE TESTVDO TVM PLVRES ALIAE DIVINO INGENIO AB EO ADINVENTAE MACHINAE DOCVMENTO ESSE POSSVNT. QVAPROPTER OB EXIMIAS SVI ANIMI DOTES SINGVLARESQVE VIRTVTES EIVS B(onae) M(emoriae) CORPVS XV CALEND(as) MAIAS ANNO MCCCCXLVI HAC HVMO SVPPOSITA GRILLE PATRIE SEPELIRI IVSSIT.

Aporx: Dios Santo, el arquitecto celebérrimo Filippo en el arte de Dédalo se ve en la bóveda de este templo y en las muchas cosas inventadas por su divino ingenio y dotes singulares para un buen recuerdo su patria en agradecimiento hace inhumar su cuerpo aquí el 17 de Abril del 1446

 

para honrarlo aún más, le añadieron estos otros dos:

PHILIPPO BRVNELLESCO ANTIQVAE ARCHITECTVRAE INSTAVRATORI S(enatus) P(opulus) Q(ue) F(lorentinus) CIVI SVO BENEMERENTI P(osverunt)

Filippo Brunelleschi restaurador de la antigua arquitectura, el senado y el pueblo Florentino mandan colocar este epitafio al ciudadano benemérito.

 

PIPPO

TAL SOBRE PIEDRA, PIEDRA

DE VUELTA EN VUELTA ETERNAMENTE ESTUVE:

QUE PASO A PASO

ARRIBA GIRANDO AL CIELO ME CONDUJE.

 

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