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Historia del arte erótico busca un Príncipe enamorado del arte

 

 

Para arroparle cuando tenga frío, para acariciarle sus sueños, y protegerle mientras duerme, para quererle cuando nadie le quiera, para abrazarle como su propia madre, para amarle como nunca nadie le habrá amado, para nombrarle siempre en medio de los más grandes, como altísimo por su  santidad como el más divino, y entre los más altos en sabiduría, como el más sabio. Lo pondremos entre los ángeles del cielo como el más hermoso, y el más justo, tanto,  que su luz cegará a los envidiosos y los envolverá en una profunda tristeza ahogados de sus propias bilis, deseando que su nombre fuera leído y pronunciado por nuestros labios, rasgarán sus oídos y se sacaran los ojos al escuchar y ver tu impresionante tono e imagen.

 

 

 

 

 

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