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 Antonio del Pollaiuolo y Piero del Pollaiuolo

Biografía de : "las vidas de los mas excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros tiempos", descritas por Giorgio Vasari, Edición Torrentina de 1550

 

Muchos espíritus flojos comienzan cosas pequeñas, en las cuáles va creciendo a continuación el espíritu con la virtud, y este aumentando aún en fuerza y valor. De modo que, van subiendo a principales empresas, estando cerca del cielo con muy bonita manera de hacer. Y, enaltecidos por la fortuna, encuentran a menudo un príncipe bueno y santo que se fía de sus palabras, y que tiene confianza en ellos viéndose bien servido en sus proyectos, y de tal forma les remunera su trabajo, que hasta la quinta generación viven ampliamente y cómodos. Donde estos van caminando en la vida con tanta gloria hasta su fin en ella, mientras van dejando de ellos señales al mundo que maravillan; como hicieron Antonio y Piero del Pollaiolo. Fueron muy considerados en su tiempo por la rara virtud que se habían ganado con su sudor. Nacieron en la ciudad de Florencia, a los pocos años sucesivamente, de padre muy humilde y pobre, quien al conocer por muchas señales el ordenado y agudo talento de sus hijo, al no tener medios para dirigirlos a las letras, colocó a Antonio en el arte de la orfebrería con Bartoluccio Ghiberti (muerto estaba), maestro entonces sobresaliente, y a Piero lo puso con el pintor Andrea del Castagno, que era el mejor entonces de Florencia. Antonio pues aprendiendo de Bartoluccio, además de trabajar en fuego el esmalte y la platería, llegando a valer y manejar la forja de hierros como el que más. Donde Lorenzo Ghiberti, que entonces trabajaban en las puertas de San Juan, viendo las maneras de Antonio, lo puso en su trabajo en compañía de muchos otros jóvenes. Le encargó uno de los festones que entonces tenía entre manos, Antonio les hizo encima una codorniz que dura aún (#), muy bonita y muy perfecta, que no le falta si no el vuelo. No consumió pues Antonio muchas semanas en ejercicio, en que se conociera que era el mejor de todos los que trabajaban, en su dibujo paciencia, y por ser más listo y más diligente que los otros. Donde, creciendo en virtud y renombre, dejó a Bartoluccio y a Lorenzo, y en Nuevo Mercado en esta ciudad abrió una tienda de orfebrería, espléndida y honrada. Y muchos años siguió el arte, dibujando de continuo y haciendo relieves de ceras y otras fantasías, que en el tiempo lo hicieron ser, (como era) el principal en su oficio.

Era en este mismo tiempo otro orfebre llamado Maso Finiguerra, que tuvo nombre extraordinario y meritorio, por trabajar con el buril y hacer el nielado, como no se no había visto nunca en pequeños o grandes espacios y con tanto número de figuras que ponía; así lo muestran algunas paces trabajadas por él en San Juan de Florencia, con historias en miniatura de la Pasión de Cristo. Compitiendo con él Antonio hizo algunas historias dónde lo comparó en el diligencia y superándolo en dibujo. Por lo que los Cónsules del Arte de Mercaderes, al ver la excelencia de Antonio, acordaron entre ellos que teniendo que hacer de plata algunas historias para el altar de San Juan, siguiendo la costumbres con distintos artistas en otros tiempos siempre había sido uso, a Antonio le afianzaron el trabajo. Y consiguieron sus cosas que eran muy excelentes, que se conoce entre todos las otras por ser la mejor. Por ello le encargaron los cónsules los candelabros de plata, de tres brazas cada uno, y la cruz a proporción, donde trabajó tanto en la talla y la llevó a tal perfección, que todos los forasteros y los terráneos siempre la han tenido como maravillosa. Se dedicó a esto con infinito cansancio, en trabajos de oro, esmalte y plata. Estas cosas en gran parte, por las necesidades de la ciudad en el tiempo de guerra, fueron presa del fuego, destruidas o mutiladas. Donde, conociendo que este arte no daba mucha vida al trabajo de sus artistas, decidió por deseo de una larga memoria, no esperar más de ella. Y estando Piero su hermano aplicado a la pintura, se unió a él, para enterarse de los modos de manejar y emplear los colores. Pareciéndole un arte tan diferente del orfebre, que si no tuviera la resolución de abandonar esto primero en todo, quizá no habría dicho nunca volveré allí. Y animado por la vergüenza más que por lo útil, aprendió en no muchos meses la práctica de colorear, y se volvió un maestro excelente. Y asociado con Piero trabajaron en compañía en muchas pinturas. Entre las cuáles ellos hicieron al Cardenal de Portugal (Jacopo de Lusitania), a quien le divertía mucho el color, una tabla al óleo en San Miniato al Monte, fuera de Florencia, que fue puesta sobre el altar de su capilla, y les pintaron a Santiago Apóstol, San Eustaquio y San Vicente (2 ángeles sujetacortinas a los lados # + la obra #), que fueron muy elogiados.

Pintaron aún en San Michel in Orto, en un lienzo en tela al óleo, un Ángel Rafael con Tobías (#); e hicieron en la Mercadería de Florencia unas virtudes, donde el magistrado del tribunal de aquella (#,#,#,#,#,#,). En el Proconsolo hizo el retrato de Poggio de natural y otra figura, y en la capilla de Pucci en San Sebastiano de los servitas, hizo la tabla del altar que es cosa excelente y rara (#), donde están caballos admirables, desnudos y figuras muy bonitas en escorzo, y el San Sebastián tomándole del vivo en modelo, es Gino di Lodovico Capponi, y fue esta obra la mas elogiada que Antonio hizo nunca. Con esto él imitando la naturaleza lo más que podía, colocó a uno de los ballesteros, que se apoyó la ballesta al pecho y se agacha en tierra para cargarla, con toda la fuerza que puede colocar un fuerte de brazo en armar este instrumento; Pero que se conoce en el inflar las venas y los músculos y el retener la respiración, para hacer mas fuerza. Y no solo condujo está figura con esta señal, todos los demás tienen distintas aptitudes, que muy claramente muestra el talento y la consideración que había colocado en esta obra, la cual se conoció ciertamente de Antonio Pucci, quien le ofreció por esto 300 escudos, afirmando que no le pagaba apenas los colores. Animó esto el espíritu, y en San Miniato entre las torres fuera de la puerta pintó un San Cristóbal (queda una copia, #) de 10 brazos de largo, una cosa muy bonita y modernamente trabajada. A continuación hizo en tela un crucifijo con San Antonino (Actualmente se le adjudica a Botticini #), que está colocado en su capilla en San Marcos.

En palacio de la Soberanía de Florencia trabajó en la puerta de la cadena, a un San Juan Batista; y en casa de los Médicis pintó a Lorenzo el viejo en tres cuadros, tres Hércules, que son de cinco brazos, en uno de los cuáles asfixia a Anteo (#, quedan copias del mismo Antonio #), figura muy bonita, en el cual propiamente se ve la fuerza de Hércules apretando, con todos los músculos de la figura y los nervios que están próximo a conseguir asfixiar a Anteo. Y en prueba ello a Hércules se le oye rechinar de dientes, todo ello en sintonía con las otras partes de su cuerpo, que hasta los dedos de los pies se elevan para hacer fuerza. No está menos logrado Anteo, apretado en los brazos de Hércules, se ve faltando y perdiendo el vigor, y con la boca abierta exhalando el espíritu. Otro, cuando mata al león, le fija la rodilla izquierda al pecho e introduciendo los dedos en la boca del león le aferra con sus manos, mientras al apretar los dientes y extender los brazos, lo descoyunta en viva fuerza, aún que la fiera para su defensa, con las garras le rasga los brazos. En el tercero, que mata a la Hidra, realmente es maravillosa, y máxime la serpiente, el color muy vivo que hizo muy apropiado, que más vivo hacerse no se puede. Que se ve el veneno, y el fuego, la ferocidad, la ira, con tanta diligencia que merece celebrarse por los buenos artistas y para eso ser imitado.

A la Compañía de Sant´Ángelo en Arezzo les hizo en un estandarte al óleo un San Miguel que combate con la serpiente (#), muy bonito, como cuanto salió de su mano puede verse; porque en la figura de San Miguel se ve la bravura con que se enfrenta a la serpiente, al apretar los dientes y fruncir el ceño, que realmente parece descendido de cielo con la venganza de Dios contra la soberbia de Lucifer. Ciertamente cosa maravillosa. En el otro lado les hizo un crucifijo. Él concibió los desnudos más modernos que los artistas que le precedieron, y diseccionó muchos hombres para ver su anatomía por dentro. Y fue el primero en mostrar los músculos con su forma adecuada y trató en las figuras en un grabado todos los músculos ceñidos encadenados en un combate (#,#), e hizo otros grabados de su mano con mejor talla que nunca habían hecho otros. Al morir Sixto IV el Papa Inocencio lo llamó a Roma, e hizo de metal la sepultura de este Pontífice (#), y del mismo modo la sepultura de Papa Sixto (#,#,#) su antecesor en la capilla propia en San Pedro, en un sitio aislado muy de bronce, esto fue causa de que tratase con los grandes, reconocida su virtud y continuamente fue creciendo, hasta hacerse muy rico.

Bien es cierto que, no mucho después del final de dicha obra, sucesivamente en poco tiempo se murieron en 1498. Dejaron muchos bienes, y sus parientes en San Pietro in Vincoldi en Roma los enterraron, y en su memoria, al lado de la puerta principal a mano izquierda al entrar en iglesia, en dos tondos de mármol dejaron sus retratos con este epitafio: 

 ANTONIVS PVLLARIVS, PATRIE FLORENTINVS, PICTOR INSIGN [IS]
QVI DVOR [UM] PONT [IFICUM] XISTI ET INNOCENTII
AEREA MONIMENT [A] MIRO OPIFIC [IO]
EXPRESSIT. RE FAMIL [IARI] COMPOSITA EX
TEST [AMENTO] HIC SE CVM PETRO FRATRE CONDI VOLVIT.
VIX [IT] ANN [NOS] LXXII.
OBIIT ANNO SAL [VTIS] MIID. 

Aprox. Antonio del Polaiulo de patria Florentino, pintor insigne, que hizo a los pontífices Sixto e Inocencio sus monumentos en bronce admirables. Por expreso deseo de su testamente yace junto a su hermano Pietro. vivió 72 años, murió el año 1498

Y no le falta a continuación este otro que lo honra: 

ANTONIO POLLAIOLO
Aere magis solers, liquidi sve coloribus alter
Non fuit heroas ponere sive doc.
Argento aut auro nunquam prestantius alter
Divino potuit fingere signa manu
Thusca igitur tellus magis hoc si iactet alumno,
Graecia quam quondam Parrhasio aut Phidia.

 Aprox. En bronce fundido o en colores no hubo quien a los héroes supiera dar forma como él, en plata y oro nadie supo dar formas como su mano. Toscana tierra presume de tu alumno, que Grecia en otros tiempos lo hizo con Parrasio y Fidias.

Tenía Antonio cuando murió 72 años y Pietro 65 años. Dejó muchos discípulos, y entre otros Andrea Sansovino. Tuvo en el tiempo muy feliz vida, al encontrarse con pontífices ricos y su ciudad además, se complacía con su virtud; porque mucho se le consideró, y quizá en otros tiempos no habría obtenido los frutos que este logró, siendo enemigos las privaciones de las ciencias, cuyos hombres hacen profesión para que otros tomen el deleite. Y por aquellos tiempos de calma les hicieron llevar con sus dibujos en San Juan de Florencia dos túnicas y una casulla y una capa de brocado, de hilo sobre hilo, tejido de una pieza, sin ninguna costura; y se bordaron las historias de la vida de San Juan. Con muy sutil magisterio, y el arte de Paulo de Verona, divino en esta profesión sobre cualquier otro talento, muy ingenioso, y que era capaz de conducir muy bien las figuras con la aguja, como si las pintase Antonio con el pincel. Obligación es reconocer la virtud del uno en dibujo, y a la paciencia del otro en bordar. Duró en terminarse esta obra 26 años.

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