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Pietro Laurati

Pintor Sienés

(Pietro Lorenzetti)

 

Enorme contento logra ciertamente un pintor, al cuál se quiere como raro talento, y le llaman fuera de la patria suya para honrar la de otros; y si por ventura este encuentra más nobles hábitos, talentos y de facultades, no cabe de alegría en verse recompensar, halagan y honran ampliamente. Porque realmente puede sentirse feliz, considerando a muchos en su patria, aún excelentes que fueran, poco considerados y cobardemente las más de las veces depreciados, sin recibir precio o ver alguna distinción, recibiendo lo contrario de lo que merecen. Aunque que esto no le pasó a Pietro Laurati pintor sienés, que mientras vivió, realizó obras muy alabadas, primero adornó y honró Siena su patria, y luego otras ciudades de la Toscana. Y en primer lugar en la scala, el hospital de Siena, pintó al fresco dos historias (perdidas), imitando la manera de Giotto, ya que por toda la Toscana por infinitos maestros fue llevada, como miles, que hoy aún, muchas en diversas lugares se pueden ver. Mostró en su manera de trabajar en estas historias gran práctica y magistralmente resuelta, mucho más que Cimabue y Giotto y los otros que le precedieron a este tiempo. Baste contemplar dichas figuras, cuando el Virgen Maria sube la escalera del templo acompañado de Joaquín y Ana, siendo recibidos por el sacerdote, y en otro los esponsales de ella, con muchos adornos y las figuras bien arropadas, en sus prendas de vestir simplemente envueltas. Mostró en las cosas su majestad y espléndida manera, siendo el primero en Siena que pintase al fresco. En tabla trabajó de la mejor manera, dando a conocer a los artistas de ese género lo práctico y diligente que era.

En Monteoliveto de Chiusuri pintó un tabla al temple hoy fija en el Paraíso debajo de la iglesia, y en Florencia, frente a la puerta izquierda de la iglesia de Santo Spirito, donde está ahora la carnicería, él pintó un tabernáculo, que por la morbidez de las cabezas y la dulzura que se les ve, es de mérito sumo que los autores alaban con honor. Al poco marchó a Cortona, y en Arezzo hizo en la Abadía de las Santas Flora y Lucila, monasterio de monjes negros, en una capilla, un Santo Tomas que busca la herida de Cristo, y en la parroquia de dicha ciudad pintó la tabla del altar mayor con muchas figuras (#), en las cuales demostró ser un verdadero buen maestro. Dejó su discípulo Bartolomeo Bolghini, quien en Siena y por toda Italia pintó muchas tablas, y trabajó en Florencia aquélla que está colocada sobre el altar de la capilla de San Silvestre en la iglesia de Santa Croce (#). Sus pinturas las trabajo en el año 1339.

 

 

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