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 Morto da Feltro

Pintor

Texto traducido de "las vidas de los mas excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros tiempos", descritas por Giorgio Vasari, Edición Torrentina de 1550



Quiénes son por naturaleza de cerebro caprichoso y fantástico, siempre jugueteando con nuevas cosas y pretenden buscar, con los pensamientos extraños y diferentes de los otros, resulta que hacen las obras llenas y abundantes de novedades; que a menudo por el nuevo capricho de encontrarlo, son causa de que otros los sigan, y por alguna novedad más, ver si pueden, superarlos pues los admiran y obtienen enormes elogios y de boca en boca los exaltan.
Esto se vió en Morto pintor de Feltro, quien fue muy abstracto en la vida como era en el cerebro y en las novedades de su manera en los grutescos que hacía, los cuales fueron causa de considerarlo mucho.

Se condujo Morto a Roma en su juventud, en el tiempo en que Pinturicchio pintó las habitaciones papales para Alejandro VI, y en Castel Sant Ángelo muchas logias y habitaciones en la parte baja en el torreón y arriba en otras habitaciones.

Porque él, era una persona melancólica, que continuamente estudiaba las antigüedades, dónde viéndolas las analizó en los órdenes las bóvedas y caras de los grutescos agradándole mucho, y luego de estudiarlas logró volver a mostrar los follajes antiguos. Y en esta profesión no era ayudante de nadie. Porque no dejó de ver bajo tierra, lo que pudo en Roma de grutas y ruinas antiguas, e infinitas bóvedas.

Estuvo en Tívoli muchos meses en la villa Adriana. Dibujó todos los departamentos y las ruinas, que están enterradas por debajo y encima de la tierra. Y escuchando que en Pozzuoli, en el Reino, vecino de Nápoles a 10 millas, había infinitas murallas antiguas, pintadas llenas de grutescos, en relieve, en estuco y pintados, tenidos todos por muy bonitos, se pasó muchos meses en este lugar atendiendo a su estudio. Estuvo en Campana, carretera antigua de este lugar, pleno de sepulturas antiguas, donde no se dejó la más minúscula cosa por dibujar; y aún estuvo en Trullo, cerca del mar, donde hay muchos templos y ruinas encima y por debajo las cuales retrató. Fue a Baia y a Mercato di Sabato, todos lugares plenos de edificios ruinosos e historiados, buscando, y con largo y afectuoso trabajo, de continuo, en esta virtud creció mucho su valor y saber.

Volvió de nuevo a Roma, y trabajó muchos meses en las figuras, pareciéndolos que en esta profesión no era tal, en la misma medida que lo consideraban maestro de los grutescos. Y a continuación tuvo el deseo, al oír los rumores que en tal arte tenían Leonardo y Miguel Ángel con aquellos cartones hechos en Florencia (>>,Batalla de Anghiari Leonardo, Batalla de Casina, M.Angel ), rápidamente se marchó a Florencia; y al ver las obras, no le pareció poder hacer lo mismo mejor, como en su primera profesión había hecho. Y volvió a trabajar en sus grutescos.

Estaba entonces en Florencia Andrea di Cosmo pintor florentino, joven diligente, que recogió en su casa a Morto, y lo retuvo con muy afectuoso tratamiento. Y placiéndole la modalidad de tal profesión, dedicó el espíritu a este ejercicio, logrando valer mucho, y más que Morto, que con el tiempo fue considerado raro en Florencia y muy considerado. Este fue causa de que Morto pintase a Pier Soderini, entonces Gonfalonieri, las estancias a cuadros grutescos, que como muy hermosas se tuvieron, pero hoy, para reparar las habitaciones del Duque Cosimo, fueron arruinados y rehechos.

Hizo al Maestro Valerio, monje de los Servi, el respado de una silla, que era bellísima; y del mismo modo para Agnolo Doni en una habitación muchos cuadros, con variados y bizarros grutescos. Y porque se divertía aún con las figuras, trabajó algunos tondos de Vírgenes, intentando si podía con aquellas convertirse en famoso, con ellas, como con lo suyo.

Cansado ya de Florencia, marchó a Venecia. Y con Giorgione de Castelfranco, que entonces trabajaba el Fondaco de Tedeschi, se puso a ayudarlo, realizando el ornamentos de esta obra. Y en esta ciudad permaneció muchos meses, atraído por los placeres y deleites que para el cuerpo le encontraban.

A continuación se fue a Friul a hacer obras (perdida en Berlín durante la guerra #), y al poco, tomando los señores venecianos soldados, él tomando los dineros; y sin haber ejercido de esto, se hizo capitán de doscientos soldados. El ejército veneciano se conducía entonces a Zara en Eslavonia dónde, al ponerse un dia en una gran batalla, Morto, deseoso de adquirir principal nombre en esta profesión, como en la pintura no había hecho, valerosamente marchó delante a combatir en esta trifulca, y encontró la muerte, como en el nombre él había llevado siempre, a los 45 años de edad.

Pero no estará ya nunca su nombre muerto, porque las obras en la eternidad de las artes permanecen y de ellos dejan memoria después de la muerte, no pueden en el tiempo ya nunca sentir la muerte en los trabajos de ellos. Ayudados de los escritores agradecidos dando fe de su valía. Sin embargo, mucho deben los autores mismos a la frecuencia de los estudios, para llegar a este final que les permite ser recordados por las obras y por los escritos, y haciendo así, dando el alma y la vida suya, a las obras que dejarán para después de la muerte.

Encontró Morto el grutesco más similar a la manera antigua, que ningún otro pintor, y por esto merece infinitos elogios, ya que dió el principio. Hoy debido a la manos de Giovanni de Udine y otros autores alcanza tanta belleza y bondad. Por lo que meritorio se le hizo este epitafio:

 

LA MUERTE NO ME HA MUERTO QUE SOY MORTO,
SINO EL CUERPO; PUES ¿QUIÉN PUEDE DAR MUERTE A LA FAMA?
NO PUEDE. LAS OBRAS MÍAS VIVEN COMO ESCOLTAS
DE LOS VIVOS, A LAS CUALES
VIVIENDO AHORA BIEN LAS ABANDONO.
 

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