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Las vidas - Vasari    
                                         

 

BUONAMICO BUFFALMACCO

pintor florentino

Biografía de Buonamico Buffalmacco en: "las vidas de los mas excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros tiempos", descritas por Giorgio Vasari, Edición Torrentina de 1550

 

Nunca hizo la naturaleza un burlón con tanta gracia y garbo, pero esto acompañado del descuido en el vivir suyo. Y sin embargo, estas personas se encuentran tan a gusto entre las comodidades de su seres queridos, que olvidan ser diligentes para si mismo, y por la dulzura de la amistad, y por las conversaciones de las cuales gustan, viven ocupándose de los demás, olvidándose la mayoría de las veces de si mismos. Mejor le fuera si hubiera empleado la astucia que les dio el cielo, tomando de alrededor lo necesario, para la vejez y en los accidentes allí donde pudieran ir viniendo, o las malas rachas, y allí donde todo son miserias y todo incomodidad. Y ciertamente que eso no hizo, que no se aseguró muy bien para la vejez y vivir con menor sospechosa y más placer. Luego esto no supo hacer Buonamico. llamado Buffalmacco, pintor florentino, celebrado de la pluma de  Giovanni Boccaccio en su Decamerón ( Buffalmacco es uno de los personajes estrella con múltiples citas a este pintor ver >> ) Siendo, como se sabe, muy amigo de Bruno, y de Calandrino pintores, y que estaba dotado para la pintura en orden y juicio.

Trabajó en el convento fuera de la puerta, en Faenza (lugar hoy arruinado para hacer el castillo) pintando toda la iglesia de su mano. Y siendo tan descuidado en vestirse como en las vida, raras veces llevaba el abrigo y capuchón. Por lo que desde el comienzo de la obra, para el panel que tenía que hacer, a las monjas, no les satisfacía de verlo en camisa. Pero el vigilante les decía que era un maestro que valía mucho. Fue tácito que tras unos días que les parecía un aprendiz que mezclaba los colores. Y la abadesa pidió a Buonamico que el maestro encargado era a quien quería ver trabajar y no él. Por lo que Buonamico, como hombre burlón y de buen hacer, les prometió que en cuanto el maestro llegara se lo haría saber, dándose cuenta de la desconfianza que tenían de su obra. Tomó pues un taburete y lo puso sobre otro, y puso en la cumbre un jarrón de agua, que servía en los trabajos que hacía; y dónde está el asa del jarro colocó el capuchón, y y ató el capote de abrigo cubriéndole el medio cuerpo; y en el pitorro por dónde el agua sale, colocó un pincel. Por lo que si levantaban el panel de la tela del andamio, las monjas veían el maestro de obra, que parecía que estaba pintando. Pero viniendo en deseo de ver la obra que hacía, siendo más de quince días que Buonamico no había ido por allí, yendo una noche, pensando que el maestro no estaba, como curiosas vinieron a ver la pintura de Buonamico y encontraron que su simplicidad se les cambió en torpeza. Porque, descornadas de la broma, hicieron buscar al vigilante de Buonamico, que con muy grandes risas este se prorrogó en el trabajo, explicándoles la mucha diferencia que había entre hombres y una jarra. Luego de unos pocos días trabajando, terminó una historia, y viéndola, se contentaron mucho. A una sola cosa se opusieron: que las figuras les parecían a ellas pálidas. Pero Buonamico, que había entendido que la abadesa tenía un buenísimo vernaccia (famoso vino blanco de San Gimignano), para la consagración en la misa, le dijo que había un remedio, que teniendo un buen vernaccia, al mezclarlo con los colores, este los afectaría dando unos toques en el cuerpo de las figuras, y les haría volver a un color mas vivo que no tenían; y que este se lo proporcionaron mientras que duró el trabajo, e hizo las figuras más rojas con los colores, y para él y los amigos suyos, dejó el colorante.

Terminado el trabajo en las monjas, pintó en la Abadía de Settimo unas historias de Santiago a los monjes de este lugar (#), a los cuales les hizo infinitas bromas y muchas gracias.

En San Petronio de Bolonia pintó al fresco muchas escenas (Son de Giovanni da Módena #,#,#) y un gran número de figuras en la capilla de los Bolognini, y tanto gustó al comitente que le encargó el trabajo que, además de las ganancias, que no fueron pocas, obtuvo del mismo benevolencia y amor perpetuo. Luego, muchos señores de Italia lo llamaron por su gran estilo, por sus bromas y porque sabía entretener con su charla.

Realizó algunos trabajos en Pisa, en San Paolo a Ripa d´Arno, (Quedan 2 figuras al fresco en un pilar #) y también en el Camposanto (#), donde realizó unas escenas del principio del mundo. (Las escenas del Génesis son de Piero di Puccio #)

Buonamico fue íntimo amigo de Maso del Saggio (Decamerón, jornada VIII, cuento III), y su taller estaba siempre lleno de gente atraida por sus ocurrencias, tal y como puede leerse en el cuento del maestro Simone cuando van de correrías y cuando le gastan bromas a Calandrino.
Dicen que Buonamico prometió a un campesino que haría un san Cristóbal en Valdimarina, y pidió que se redactase un contrato notarial en Florencia donde se acordaba que el precio serían ocho ducados y que la figura debía medir doce brazos. Cuando llegó a la iglesia para empezarla, vio que la altura del edificio no sobrepasaba los nueve brazos y que el San Cristóbal no iba a entrar en el mismo de ninguna de las maneras. Entonces decidió que si no cabía de pie lo representaría tumbado, dentro de la iglesia, y así lo hizo. El campesino se quejó de Buonamico ante el tribunal del gremio de especieros, pero, como había firmado un contrato con él, estos sentenciaron que estaba equivocado.

En Calcinaia pintó para el mismo un fresco con la Virgen y el Niño en brazos;(Tradicionalmente dicen que esta es la obra # pero ¿?) al terminarla, como no conseguía que el campesino le pagase su dinero y se iba demorando en el pago y que terminaría por embaucarlo, decidió escarmentarlo. Una mañana dejó Florencia para regresar a Calcinaia con pintura sin cola o temple, convirtió al niño que la Virgen tenía en brazos en un osezno. El campesino, desesperado, pagó a Buonamico el San Cristóbal que había hecho y la Virgen que estaba haciendo. Luego el pintor, con una esponja mojada, lavó la pintura que había dado sobre el original y volvió a Florencia alegre con sus dineros merecidos.

Buonamico hizo muchas otras bromas que sería largo de contar y no viniendo al caso. Baste decir que sus obras se consideraron muy buenas y que sus sucesores las tuvieron en gran estima. Terminó su vida a los 68 años. Su cuerpo fue sepultado con la ayuda de la Misericordia, en Santa Maria Nuova de Florencia, en el año 1340. Muchos lamentaron sinceramente la pérdida de Buonamico, que con sus ocurrencias entretuvo siempre a sus conciudadanos y a los artistas, y se le consideró tan admirable en su arte como ingenioso en sus maneras. Después de su muerte hubo alguien que escribió esto sobre el:

VT MANIBUS NEMO MELIVS FORMARE FIGVRAS
SIC POTERAT NEMO VEL MELIORA LOQVI.


(aprox. Nadie como él supo dibujar con sus manos figuras
ni tampoco nadie supo hablar mejor).


 

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